A los 80 años, después de finalizar la pintura de la bóveda de la Capilla Sixtina y de haber hecho diversas esculturas entre ellas, la Piedad y su David, Michelangelo Buonarroti, conocido en español como Miguel Ángel, fue declarado «maestro del mundo de las artes»: Italia le reconocía así como el más grande artista de su época a pesar de que aún estaba vivo Leonardo da Vinci. En Miguel Ángel se conjuntaron la precocidad del genio desde muy joven, y la longevidad poco usual en artistas de su época.

Las artes en que descollaba eran las escultura, la pintura, la poesía y la arquitectura. Siendo universalmente reconocido Leonardo da Vinci como un genio en la pintura... ¿cómo es que también a Miguel Ángel lo señalaban como el mejor en este campo? Debemos recordar que Leonardo era un inconstante y muy mundano y terminó pocas obras, y su único mural, La última cena, quedó incompleto.

Miguel Ángel fue dejado por su madre después de nacer (por estar enferma), con una nodriza llamada Margherita, para que lo amamantará en la villa de Settignano, con su familia que trabajaba en una cantera de piedra de las laderas de la villa. Ahí estuvo dos años y con frecuencia volvía de joven a este lugar donde aprendió a trabajar en la cantera y a dar sus primeros golpes con la debida precisión sobre piedras. Esto indudablemente influyó para que se hiciera escultor.

Michelangelo se inició en las artes a los 13 años; en el área de la pintura con el maestro muralista Ghirlandaio en el año1487, y un año después, bajo la protección de Lorenzo de Médicis señor de Florencia y protector de las artes, pasó a hacer escultura con el maestro Bertoldo, bajo cuya dirección hizo su primera obra, un fauno que tanto Lorenzo como Bertoldo consideraron genial. Cuando lo vieron, le dijeron que era maravilloso, pero que un fauno viejo no conservaría todos sus dientes. Entonces, tomó la escultura en sus manos y le dio un martillazo a un diente en forma impecable, perdiendo así el fauno uno de ellos.

Recién llegado a la escuela del maestro Bertoldo, con su carácter tan impetuoso, quería que desde el principio lo dejaran esculpir, pero su maestro lo obligó a aprender a acortar la piedra y preparar varios bloques de mármol por varios meses, lo mismo a dibujar al natural figuras. Eso lo aburría y lo hizo un introvertido y retraído y un joven hosco, que se burlaba con frecuencia de sus jóvenes compañeros, lo cual le impidió ganar amistades. Posteriormente paso a la etapa de moldear con arcilla y cera figuras, para llegar a dominar las tres dimensiones que tiene una escultura, porque esta no es perfecta si no lo es de frente, de lado y en la parte posterior.

Sobre sus amores con mujeres se conocen solo tres. Uno platónico con la hija de Lorenzo, llamada Contessina, a la que conoció cuando fue a vivir al palacio de Lorenzo como su protegido e hijo adoptivo, el cual le asignó una mensualidad, que le quitaba íntegramente su padre, persona egoísta a quién todo la parecía insuficiente y que explotó durante toda su vida a su hijo Miguel Ángel. Su segundo otro amor fue carnal, con Clarissa Saffi una joven y bella mujer de rubios cabellos y sobrina de uno de sus protectores. Es posible que su fealdad, producto de ser una persona delgada y baja y con una fractura nasal que lo desfiguró, no lo hacían atractivo para las mujeres. Estando de joven en una iglesia con el maestro Bertoldo y otros compañeros, tuvo un enfrentamiento verbal con uno de ellos, muy agresivo, quien, en medio de la discusión, le dio un puñetazo en la cara a Miguel Angel y le fracturó la nariz. Esto lo dejó marcado para toda su vida y convertía la figura de él en forma poco agradable. A diferencia de Leonardo da Vinci, que era muy bien parecido y su competidor en las artes. Miguel Ángel, nos legó su autorretrato en la cara de Nicomedo en la escultura de la conocida como Piedad florentina, hoy sita en el Museo dell’Opera del Duomo, en Florencia.

Es posible que esa fealdad de su rostro que desagradaba a las mujeres, lo haya inclinado más por los jóvenes adolescentes a quienes dedicó la mayoría de sus sonetos y madrigales de amor, entre ellos dos de sus modelos, Gherardo Perini y Febo di Poggio. Además, cuando tenía sesenta años y pintó El juicio final, conoció a un joven noble, Tommaso de Cavalieri, de gran belleza y cultura, que ambicionaba llegar a ser un gran pintor, Miguel Ángel lo aceptó como aprendiz y tuvo una auténtica pasión y estableció con él, una relación muy íntima. A partir de ese momento ambos siempre estuvieron juntos y solo la muerte los separaría, aunque Tommaso se llegó a casar y tuvo un hijo antes de que muriera el pintor.

Conoció, además, por esos tiempos a la marquesa romana Victoria Colonna, Marquesa de Pecara, por quien desarrollo una pasión platónica, sin que eso cambiara en modo alguno sus sentimientos hacia Tommaso de Cavalieri.

En el palacio de los Médicis era costumbre que se reunieran a comer muchos artistas, un pequeño grupo de intelectuales que conformaban la llamada «Academia de Platón» de Florencia. Esta estaba conformada por Marsilio Ficino, médico y filósofo de cincuenta y siete años y que había fundado la Academia para Cosme de Médicis, el abuelo de Lorenzo. Ficino había traducido todas las obras de Platón al italiano. Cristoforo Landino, escritor y conferencista, y la máxima autoridad en la obra de Dante. Pico della Mirandola, joven de veintiséis años, que hablaba y escribía en veintidós idiomas y con una cultura universal. Angelo Poliziano, poeta y quien a los 16 años tradujo del griego la Ilíada de Homero. Y finalmente el propio Lorenzo de Médicis que era no un simple protector de artistas, sino que constituía el verdadero eje cultural de esa ciudad, por su gran talento personal y cultura. Así como ayudó a Michelangelo, preparó a sus hijos para los mas altos puestos y fue así como dos de ellos llegaron a papa en Roma con los nombres de Leon X y Clemente II.

Por todo lo anterior Miguel Ángel absorbió la cultura clásica, asimilando el humanismo de estos intelectuales neoplatónicos, que querían lograr una armonía completa entre los diferentes mundos de la fe, de la ciencia y las artes durante el llamado Renacimiento.

Muchos se preguntaban cómo pudo llegar Miguel Ángel a tal perfección al hacer cuerpos humanos desnudos, en especial los masculinos. A eso contribuyó el que realizó disección anatómica en cadáveres pese a estar prohibido. Pero confiesa que en realidad nunca le interesó el desnudo femenino, ya que, para él, la fuerza y la belleza sólo están en el cuerpo masculino. Es posible que esa fuera la causa de que sus magníficas esculturas femeninas fueran muy musculosas.

La escultura que lo hizo famoso a los 25 años fue la Piedad, que se encuentra en la Basílica de San Pedro, es María con Jesús en el regazo al descender de la cruz, es de tamaño natural de un bloque de mármol blanco de Carrara y demoró dos años en hacerla. Su belleza y la religiosidad son impresionantes y la perfección de las dos figuras excepcional. Por cierto, esta es la única de sus obras que tiene su firma. La razón la da, afirmando, que estando cerca de la obra, oyó decir a unas personas que esa escultura la había hecho otro artista. Esa misma noche grabó su nombre.

Miguel Ángel expresó siempre en sus esculturas una profunda religiosidad y humanismo, así como un conocimiento amplio de la historia bíblica. A pesar de que su vida transcurrió íntimamente relacionada con numerosos papas, no era practicante religioso y su conducta a veces se apartaba de la moral y las buenas costumbres que un cristiano debería tener. Fue uno de los artistas mejor pagados de su época; sin embargo, vivía sencillamente, algunos lo consideraban un misántropo y un avaro. Mantenía a toda su familia y era dueño de algunos de los mejores terrenos de Florencia.

Miguel Ángel relata que existía desde hacía años un enorme bloque de mármol en la Plaza de Florencia, en espera de que alguien hiciera una escultura. Ni siquiera Da Vinci se atrevió a hacerla a pesar de que se lo ofrecieron. Miguel Ángel se comprometió a hacer un David gigante que fuera el símbolo de la poderosa ciudad. Para eso, trabajó 20 horas diarias durante dos años para lograr esta grandiosa escultura de casi 5 metros de alto. Es una estatua sobrecogedora que deja ver en el mármol los huesos, las venas, los músculos y tendones de la figura.

Posteriormente fue llamado por el papa Julio II para pintar la bóveda de la Capilla Sixtina cuando tenía la edad de 32 años. Él no quería hacerla pues se consideraba mejor escultor que pintor, sin embargo, la realizó en un espacio de 520 metros cuadrados, llenos de curvas y resaltes, la hizo solo, sin pintores ayudantes, el tema era el Génesis o la creación del mundo por Dios. Trabajó a 20 metros de altura lleno de incomodidades, pintando 343 figuras humanas todas distintas en diferentes posiciones, el paraíso, el diluvio, Adán y Eva y Dios. Duró cuatro años de principio a fin. El gran pintor Rafael de Sanzio que trabajaba en el Vaticano, consideró que Miguel Ángel había revolucionado la pintura de murales.

Muchos años después, a solicitud el papa Pablo III, pintó el Juicio Final, monumental obra de la pared del altar de la Capilla Sixtina de 200 metros cuadrados situados frente al altar mayor. Consistía en un gigantesco Cristo, rodeado de decenas de figuras humanas que representaban diferentes seres por ser juzgados. La fecha exacta fue el 24 de diciembre de 1514, o sea, 29 años después de inaugurada su anterior obra en la capilla. El papa, para conmemorar tan trascendental evento, ofició una misa, invitando a las grandes personalidades de la época en Roma. Entre los que asistieron a la inauguración, la mayoría quedó asombrada y algunos aterrados ante la grandiosidad y la belleza de lo que veían.

Sin embargo, había también algunos curas que quedaron horrorizados por sus desnudos. Además de estos, asistieron todos los cardenales y los embajadores de diferentes países. En este Juicio Final, Cristo domina todo el panel, excepto él y la Virgen, todas las figuras aparecían desnudas. Después toda Roma desfiló para ver esa portentosa obra de arte. Pero incluso entre muchos de los asistentes generaron desacuerdos sus figuras desnudas. Los envidiosos decían que los desnudos eran obscenos y nada menos que en la capilla del Papa. Por eso el siguiente papa, Paulo IV ordenó taparlos con cal, el pintor encargado, felizmente tapo con lienzo sólo sus intimidades.

La última obra de Miguel Ángel, a la edad de los 82 años, fue el diseño de la gigantesca cúpula del Vaticano de cien metros de altura. Se construyó de acuerdo con sus indicaciones.

Nota final

En Miguel Ángel se conjuntaron la precocidad del genio desde muy joven, los 10 años, y la longevidad poco usual del artista en esa época, amén de que trabajaba incansablemente todo el tiempo. Si bien Leonardo era maravilloso en la pintura, no pudo competir en cuanto a la cantidad y grandiosidad de las obras de Miguel Ángel en el campo de la escultura, la ingeniería, la arquitectura y los murales de pintura. La amplia, grandiosidad y polifacética actividad artística de Miguel Ángel no se han vuelto a repetir en ninguna persona hasta el presente.

El escritor y además su biógrafo Giorgio Vasari, quien lo conoció e incluso fue su alumno por un corto tiempo, señala:

«Miguel Ángel debe ser admirado por el mundo no solo por su capacidad en todas las artes, sino por su modelo por su vida, sus obras, la santidad de sus costumbres, y la humanidad en todos sus actos. Bueno, aquí su biógrafo le perdona algunas faltas humanas al genio. La grandeza de su obra minimiza sus defectos».