Tener un punto de vista es inevitable
... y una visión no anula a otra.

(Pablo Mondragón García de las Bayonas, arquitecto)

La mirada desde la distancia ofrece una perspectiva, la proximidad impone el detalle. El golpe militar en 1973 nos tocó en Chile. Viviéndolo de cerca, tan de cerca, cada detalle procuraba dolor. Sin alternativa ni distancia, nos hizo crecer. De golpe.

Desde Italia y Brasil, las recientes manifestaciones populares del 18/O en Chile las estamos viviendo desde la distancia. La perspectiva nos recuerda que horizontalmente en el mundo se ha manifestado el descontento de lo vertical, de lo impuesto desde arriba: el 68 en París y en Tlatelolco, el G8 en Génova, Quito, Hong Kong. El descontento dilaga como un eco.

Patricio Guzmán, un documentarista chileno, en una entrevista declaró que los efectos del golpe de Pinochet de 1973 habrían durado cien años. No se ha equivocado. Su mirada distante y cercana le ofrecieron perspectiva y detalle de lo que ocurrió.

Millones de chilenos han salido a las calles para protestar contra el «modelo» económico que ha hecho de Chile un «ejemplo a imitar» fundamentalmente en América Latina.

Ese «modelo», el neoliberalismo, experimentado en Chile en las décadas del 70-80 después del golpe militar, fue posible imponerlo solo gracias al uso de la fuerza, la represión, el asesinato, la tortura de Estado y el exilio a toda una generación de jóvenes y no.

Un «modelo» que no es simplemente un sistema económico, sino que es un «nuevo» tipo de ser humano: el consumidor, que somos nosotros hoy.

Un «oasis» de paz y prosperidad, como lo promovía el Gobierno... ¿o un «espejismo»? Un espejismo para los miles de personas que, creyendo en las bondades del modelo económico, se han endeudado y pagan en cuotas hasta el combustible para el propio vehículo, las medicinas en la farmacia o la cuenta del supermercado por alimentos. Un caso extremo de «nacional consumismo»... y para otros tantos miles de personas que, obnubilados por el modelo han emigrado desde diversos países del continente americano. Hoy, muchos de ellos comienzan el retorno.

Un «oasis» en cambio, para un reducido grupo de personas que manejan el país y hacen negocios sin ningún pudor, alimentando una injusticia social que no ha tardado en explotar. El Gobierno de Chile funciona como una SpA, una «Sociedad por Acciones», en donde hasta el agua de sus ríos y lagos se ha privatizado.

La rebelión ha generado una fuerte e inhumana represión constatada por cuatro informes de Organismos Internacionales.

Desde muy cerca, desde ahí mismo, se tocan cacerolas. Desde la distancia se pueden hacer dibujos. Dibujos que deben sonar fuerte como las cacerolas, aunque no aparezcan en TV.

El arte revive y redibuja la calle. El arte en la calle y en los muros deja marcas de este estallido.

Y las mujeres como tantas veces, han dado vitalidad, han estado en movimiento. Asambleas y colectivos feministas convocantes polinizan el planeta. Desde ellas nacen estos primeros dibujos de Esté.

Nota

El título del presente artículo (No es sequía, es saqueo) hace referencia al grito de rebelión frente a la privatización del agua de los ríos y lagos en Chile.