Trayectorias se inserta en el marco de los festejos por los 90 años de vida del artista, figura clave en el desarrollo del arte contemporáneo en México. Esta exposición despliega tres momentos creativos que marcaron los cambios de rumbo dentro de su producción artística: los murales de desecho, La máquina estética y su obra más reciente.

En su obra temprana, Felguérez recupera frecuentemente materiales de desecho y chatarra para la construcción de murales, como Canto al océano (1963) y Mural de hierro (1961). En éstos se evidencia su maestría para trabajar el gran formato, a través de una lógica multidisciplinaria y colaborativa, la cual dio lugar a una renovación radical en la cultura mexicana.

Su interés por la experimentación se evidencia en La máquina estética, proyecto que realizó a mediados de los años setenta. A través del uso de la computadora para el diseño de sus piezas, Felguérez investiga las posibilidades que existen en la relación entre ciencia y arte al dotar de una cualidad creativa a la máquina. Esta etapa deja entrever la conjunción —siempre presente en su obra— entre lo pictórico y lo escultórico, ya que plantea diferentes soluciones plásticas a una forma específica. A su vez, los modelos que desarrolló dialogan con las figuras geométricas y señalan una inclinación particular en el empleo del espacio y la construcción formal.

Finalmente, la vitalidad e injerencia que conserva Felguérez en el medio artístico se constata en su ambiciosa producción pictórica reciente, la cual conserva su gusto por el gran formato y el uso de diferentes materiales para las composiciones abstractas.