Comenzando este 2021, leemos que el 30 de diciembre del pasado año, la junta administradora del Instituto de Arte de San Francisco (SFAI por sus siglas en inglés), pretende vender el mural realizado por el prominente pintor mexicano Diego Rivera (1886-1957). Mural que engalana la galería de la Institución que lleva el nombre del artista.

Tal venta pareciera algo impensable, si recordamos que el propio Rivera cambió el caballete por la técnica de los frescos, principalmente porque los murales, al fusionarse químicamente con las paredes en las cuales se pintan, hacen difícil su almacenamiento o reventa.

Con seguridad, Rivera jamás anticipó situación similar. El artista, quien describía sus obras como «imágenes verdaderas y completas de la vida de las masas trabajadoras», viajó en 1930 a San Francisco, junto con su esposa Frida Kahlo (1907-1954), para pintar Alegoría de California en el edificio del Pacific Stock Exchange y Realizando un fresco, mostrando la construcción de una ciudad en el SFAI.

El Muralismo como movimiento artístico comenzó en México a principios del siglo XX intentando estimular una nueva identidad nacional. Esta corriente artística representaba, en primera instancia una tradición que comenzó con la civilización Olmeca (1500 a.e.c.-400 a.e.c.), pero también una forma de arte social y humanista. Es quizás uno de los primeros movimientos pictóricos de la América hispana del siglo XX que rompe la estética europeizante, legitimando una estética de autenticidad latinoamericana. Varios artistas mexicanos se inclinaron por esta forma de expresión, pero el mundo reconoce a José Clemente Orozco (1883-1949), Diego Rivera (1886-1957) y David Alfaro Siqueiros (1896-1974) como «Los tres grandes» de dicho movimiento.

Ese realismo social del muralismo mexicano tuvo su impacto en toda Latinoamérica y Venezuela no fue excepción. Cesar Rengifo (1915-1980), Héctor Poleo (1918-1989), Pedro León Castro (1913-2003) y Gabriel Bracho (1915-1995), particularmente, hicieron suya esta expresión y abordaron en su obra la dureza del trabajo, la injusticia social, el rechazo a la guerra, sin que dicha temática ocupara la totalidad de su creación, pero manteniendo siempre una posición políticamente comprometida.

Gabriel Bracho nació en Los Puertos de Altagracia, simpático y caluroso pueblo zuliano, en la orilla oriental del Lago de Maracaibo en el estado Zulia, en el hogar de Gabriel Bracho Olivares, telegrafista, y Clorinda Oliva. Fue el segundo de diez hermanos.

Ya a los 12 años se le notaba su inclinación artística; era común verlo dibujando caricaturas de sus compañeros de clase, quienes celebraban tal expresión artística. No finaliza su educación básica, pero entre 1931 y 1935 estudia técnicas de dibujo y modelado en El Círculo Artístico del Zulia, bajo la tutela de Neptalí Rincón Urdaneta (1888-1954), el artista plástico zuliano más completo de todos los tiempos. En 1936, se residencia en Caracas, inscribiéndose en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas. Se entrena realizando desnudos, bodegones y naturalezas muertas. Trabaja como caricaturista del semanario político Fantoches. Luego de tres años, viaja a Chile registrándose en la Escuela de Artes Aplicadas de Santiago. Durante este periodo, entre 1939 y 1942, busca cómo expresar una visión artística propia. Coincidentemente, accede a apoyar a los muralistas mexicanos David Alfaro Siqueiros y Xavier Guerrero (1896-1974) a quienes conoce en Chillán. Ayuda a Siqueiros quien crea el mural ¡Muerte al invasor! realizado en la biblioteca de la Escuela México (hoy Escuela D-252 República de México). Conoce a Pablo Neruda (1904-1973), cuya obra poética lo marcará. La relación con Siqueiros le ayuda a encauzar su arte hacia un realismo basado en la lucha social.

En 1942, está en Venezuela desempeñándose como docente, pero en 1943 va a Nueva York para estudiar técnicas de cerámica. Luego viajará a Sur América (Chile, Argentina y Bolivia) donde presenta obras alusivas a la Segunda Guerra Mundial. «Salta el charco» en 1950 para exhibir su obra socialmente comprometida en Francia, España, los Países Bajos, Polonia y Checoslovaquia. En 1952, se casa con Velia Bosch (1936-2015), poetisa de sensibilidad feminista, estudiosa de Teresa de la Parra (1889-1936), cuenta-cuentos y escritora de poesías para niños. Ese año, Bracho realiza su primer mural en Venezuela en la sede original del Instituto Escuela de La Florida, en Caracas. Funda, junto con otros artistas, el grupo Paracotos cuyo énfasis artístico era la cotidianidad de los trabajadores, lo autóctono, el desarrollo y la defensa del realismo en la pintura, influenciados todos por ideas políticas de corte social.

En 1956, viaja a México; trabaja en el Taller de Gráfica Popular, estudia las técnicas murales de Diego Rivera, Raúl Anguiano (1915-2006), Roberto Berdeccio (1910- 1996), Ignacio Aguirre (1900-1990), Alberto Beltrán (1923-2002) y, por supuesto, Siqueiros, de quien será considerado continuador y discípulo. Al año siguiente, expondrá su obra en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México. Con el regreso de la democracia, en 1958, retorna a Venezuela. Luego de llegar al país realiza los murales Las diversiones en el Hotel Nueva Cádiz, en Pampatar, Nueva Esparta y Folclore y artesanía para el Hotel Guaicamacuto, de Los Caracas, en el hoy estado La Guaira.

Junto con algunos compañeros del grupo Paracotos, funda el Taller de Arte Realista con la intención de promocionar al arte como actividad popular. Durante la década de 1960 realiza murales y obras donde prevalece el folclore, hechos históricos nacionales y lucha social. La cotidianidad del hombre es su tema primordial.

…Artista de grandes convicciones, desarrolló un estilo propio y una manera de expresar sus principios realistas en los cuales creyó siempre hasta su muerte, manifestados de una manera vigorosa y convincente.

Su arte comprometido se exhibe por toda Venezuela, las Américas y Europa. Recibe premios y reconocimientos en cada país que visita. Uno de sus murales, Boyacá, adorna las paredes del Palacio Presidencial de Miraflores desde 1973. Fue encargado por Rafael Caldera (1916-2009) durante su primera presidencia, para adornar al Salón Boyacá de la sede del gobierno, en Caracas.

Durante este periodo gubernamental un interesante incidente demostraría no solo la importancia, sino también la bonhomía del artista plástico. A fines de los 1990 trabajaba yo en Los Puertos de Altagracia y tuve la oportunidad de colaborar y apoyar, aunque modestamente, con la Casa-Museo Gabriel Bracho. Una de esas tardes frescas de Los Puertos, sentados en una de las salas del museo junto a Velia Bosch, estábamos Gabriel, hijo de ambos artistas, Doña Laura, curadora del museo y mi persona. Nos relataba la poetisa que, durante los tiempos parisinos de Bracho, había entablado amistad con Sofia Imber (1924-2017) y su primer esposo Guillermo Meneses (1911-1978), pero por alguna razón de la cual no nos dio detalles, Imber y Bracho se enemistaron profundamente (tan es así, que, en el fondo de un barril de petróleo, parte de uno de los murales más importantes de Bracho, podemos ver como de la boca de Imber sale una lengua larga y viperina, como si fuera una serpiente). Ya dirigiendo el Museo de Arte Contemporáneo, Imber organizó una exposición que conmemoraba la influencia del arte social mexicano entre los artistas plásticos venezolanos. Gabriel Bracho, de quien Alfredo Boulton (1908-1995), relevante fotógrafo e historiador del arte, uno de los intelectuales venezolanos más destacados del siglo XX, comentó alguna vez que Bracho era «el más mexicano de nuestros pintores políticos», no estaba representado en la muestra. El presidente de México, próximo a visitar Venezuela e inaugurar la exhibición, comentó de su gran interés en ver las obras de Gabriel Bracho. Imber, a pesar de su animosidad contra Bracho tuvo que «salir corriendo» y suplicarle encarecidamente el préstamo de algunas obras. Sin pensar en la enemistad que los separaba, el pintor accedió de buenas a primeras, en honor a su respeto y admiración por sus amigos y maestros mexicanos.

Según Ernesto Armitano (1925-2009), editor y promotor de arte:

…Bracho es un pintor fuerte en sus expresiones y en el contenido de su obra. Sin embargo, … su intención de muralista se transfería exitosamente a la obra de caballete. La influencia de Siqueiros no podía negarse, por lo menos en sus comienzos, pero Bracho ha sabido transformar esa influencia en un estilo propio y definido, gracias a un poder creativo suficientemente prolífico…

En 1977, Bracho y sus familiares, deciden rescatar la casa de su infancia y convertirla en museo en el cual alojar sus recuerdos y obras, así como la de amigos artistas. Será esta Casa-Museo su regalo a la comunidad que lo vio nacer. En 1986, se le otorga el Premio Armando Reverón y la Galería de Arte Nacional de Venezuela presenta su muestra antológica «Naturaleza e historia».

En 1992, funda el Taller de Vitrales en Los Puertos. Bracho gustaba de experimentar con numerosas técnicas y elementos, incluyendo el vidrio. En la cúpula del edificio que aloja al Ministerio de Defensa de Venezuela se puede admirar un enorme vitral realizado por el artista. Creo que es el único vitral de esta magnitud por él realizado. En 1994, recibe el Premio Nacional de artes Plásticas honrando así su amplia trayectoria como artista plástico y su abnegada dedicación a la docencia.

Es posible, sin embargo, que su obra más sentida sea Los Puertos y el petróleo, mural de más de una centena de metros cuadrados, donde narra la historia y la vida de Los Puertos de Altagracia y sus habitantes desde tiempos precoloniales hasta la llegada e influencia del petróleo sobre el otrora pueblo de agricultores y pescadores. Sin ayuda externa, de su propio peculio, financió y trabajó en este mural por años, culminándolo poco tiempo antes de fallecer. Este impresionante fresco se alza en el patio trasero de su Casa Museo.

Aunque la ignorancia y el desdén contribuyeron a la destrucción en 2014, del mural Miranda, Bolívar y Urdaneta, realizado en las instalaciones del Destacamento No. 33 de la Guardia Nacional Bolivariana del Municipio Miranda, la imaginería y fuerza creativa de Bracho aun la vemos diseminada y presente por todo el mundo. Murales, obras de caballete y trabajos gráficos adornan colecciones privadas y de museos venezolanos y muchos otros países.

Bracho exhala su último suspiro en 1995 y es entonces cuando Doña Laura Elena Cardozo de Añez (1930-2020), conocida entre los pobladores de Los Puertos como «la maestra Laurita», se hace cargo de la dirección y funcionamiento de la Casa Museo. Cargo en el que competentemente permanece hasta fines del 2020, cuando nos deja físicamente. Actualmente, su hija menor Laura Ferrer de Añez ejerce el mismo cargo.

Hoy, los miembros de la familia son quienes mayormente se encargan del mantenimiento y funcionamiento de tan importante museo de la costa oriental del Lago de Maracaibo. Es una verdadera lástima que el régimen y sus instituciones altamente politizadas no parecen tener interés en apoyar a la Casa Museo Gabriel Bracho y parecen haberlo desamparado institucionalmente, como han hecho con toda la nación.

Mientras escribo esta semblanza, me comenta el amigo Gabriel Eduardo Bracho Bosch, presidente de la Fundación Casa Museo Gabriel Bracho, que están a la búsqueda de recursos económicos para restaurar el Mural Los Puertos y el petróleo y reparar parte de las instalaciones del Museo que hoy sufren debido a las filtraciones.

El propio Bracho alguna vez comentaría como «… su mano de artista pone la nota de solidaridad ante el dolor, la injusticia y el desamparo de su pueblo». Esperemos ver que «El país revivirá a través de los ideales de Simón Bolívar y Francisco de Miranda, quienes se levantan cada cien años con el despertar de la gente…».

Notas

Agosti, H. P. (1975). Gabriel Bracho. Caracas: Ernesto Armitano Editor.
Alfaro Siqueiros, D. y J. A. De Armas Chitty. (1973). Gabriel Bracho, un pintor de la realidad. Caracas: Ernesto Armitano Editor.
Boulton, A. (1975). Historia de la Pintura en Venezuela, Tomo 3: Época Contemporánea. Caracas: Ernesto Armitano Editor.
Fundación Empresas Polar. (2010). Diccionario de Historia de Venezuela. 1a. reimpresión, 2a. edición. Caracas: Fundación Empresas Polar.
González, J. M. (2014). Recordamos a Gabriel Bracho y su arte con reivindicación social. Manguareo, 7(326): 1.
González, J. M. (2014). ¡Una propuesta de reivindicación social! Gabriel Bracho y su arte. También Somos Americanos, 1(Marzo): 24.
González, J. M. (2015). 100 years of the birth of Gabriel Bracho. Revista Literaria Austral. Primavera: 21-22.
González, L. E. (2018). Premios Nacionales de Cultura. Artes Plásticas. Gabriel Bracho. 1994. Caracas: Fundación Editorial El Perro y La Rana.
Semprún Parra, J. A. y L. G. Hernández. (2018). Diccionario General del Zulia. Maracaibo: Sultana del Lago Editores.