Dedico esta reflexión a Cali Rivera, artista desde siempre y para siempre.

Lo que brilla nació para el momento,
a la posteridad solo llega lo auténtico.

(Johann Wolfgang von Goethe)

Desde la primera vez que establecí contacto con Cali Rivera y con su creación artística, me llamó la atención su universalidad, enraizada en lo más profundo de la singularidad costarricense. Como bien lo explica María Enriqueta Guardia Iglesias, «La búsqueda vivencial y plástica que Cali Rivera emprendió a través del arte, desemboca en una interpretación propia del significado de símbolos universales…». Esa «interpretación propia», me permito agregar, hunde sus raíces en cuatro rasgos que definen la personalidad artística de Cali: la potencia creativa desde los años de infancia, la capacidad de vislumbrar circunstancias culturales colectivas, el impulso emprendedor y la transmutación de su vida a través del arte. En las líneas que siguen me refiero, con obligada brevedad, a estas características, e ilustro con ellas la tesis que he postulado respecto al acto creativo en general.

Artista desde niño

«Todos los niños nacen artistas», afirma Pablo Picasso, lo difícil es seguir siéndolo en las distintas etapas de la vida. En el caso de Cali Rivera es evidente su pasión por el arte desde la infancia:

Desde niño —explica— las formas y el color han sido mi interés recurrente, recuerdo que jugaba en el jardín de mi casa haciendo cruces de madera con palitos encontrados que unía con pequeños pedazos de tela de diferentes colores, y de ese modo hice mi primera instalación con decenas de puños de tierra alineados con cruces multicolores…

Como ocurre en muchas experiencias humanas aquel niño artista tenía como amistad entrañable a un ser imaginario al que llamaba «mamá virgen» y con quien jugaba en una bodega colindante con su casa. Fue en ese lugar donde Cali edificó su primera obra con sentido completo, formada de flores secas y un tarro de tierra donde habitaba la «mamá virgen».

Con el paso de los años es común que el elemento erótico y dionisiaco que llevamos dentro, a lo que en el psicoanálisis cultural se le conoce como el «principio del placer», vaya diluyéndose y debilitándose hasta desaparecer en los engranajes del «principio de realidad». Pero el niño Cali Rivera perseveró en su ser, resistió al principio de realidad. En este trance resultó muy importante el hecho de que sus padres lo matricularan en una escuela dirigida por la educadora Caridad Coto quien, desde el primer momento, observó en el niño la sensibilidad de un artista. Es ella quien da testimonio de su encuentro con Cali:

En 1974 —escribe— fundamos una institución de educación preescolar en Tres Ríos, Cartago. Funcionaba en el antiguo edificio de la maternidad del pueblo. Ahí conocí a Cali, quien tenía cuatro años de edad… Llegaba siempre de la mano de su madre. Le gustaba la música, la pintura, los títeres, la poesía, los cuentos, en una palabra, la fantasía…

Y estos gustos preferentes del niño artista, señalados por su maestra Caridad Coto, han continuado presentes y en pleno desarrollo hasta la actualidad.

Trayectoria y cosmovisión

Cali Rivera creció, atravesó la adolescencia y la juventud, alcanzó la madurez, y en todas estas etapas la potente imaginación de los años de infancia se cultivó y desarrolló sin descanso, hasta constituir el núcleo de una obra artística y emprendedora que ha trascendido las fronteras de su país.

En 1992 —escribe Cali— en un bar de San José, La Taberna, tuve mi primera exposición individual en técnica de tiza pastel sobre papel. Fue ahí realmente donde empecé a entregar mi vida al arte de manera «más formal». Y con la bendición de un peruano, de nombre Isaac Barra, participé en el primer «Anuario de artes plásticas» editado en Costa Rica en 1995. Estos fueron mis inicios en el arte: intensos, desenfrenados. Hasta la fecha mi vida gira alrededor de decenas de actividades donde convergen todas las manifestaciones del arte.

Si algo distingue la trayectoria de Cali Rivera desde la niñez hasta la madurez es la perseverancia. Él no ha cesado de ser artista, lo ha sido y lo es en todas las circunstancias, su voluntad determinativa le ha permitido enfrentar las más grandes adversidades, y las mieles del éxito no le han quitado un ápice a su talante de ser humano generoso, trabajador y creativo. A la edad de 17 años ingresa a la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica, y luego se decide por estudiar mercadeo y publicidad, pero su pasión era el arte y la creatividad artística en general, y fue en 1995, estando en Alemania, que decidió entregarse por entero al arte. Poco a poco, sin descanso existencial alguno, la energía creativa de Cali se ha venido concretando en diversas manifestaciones artísticas, lo que incluye sus creaciones Musas del cántaro, Sueños en azul, Detrás de la ventana, Ave Fénix, Plegaria, Poetry, Transmutación, Player Flags, Globalización, Identidad, Plegaria tica en Francia, Alquimia, Banderas del Corpus Christi, Revelaciones, Cofradía, el Agua como elemento, Exvotos, Sincretismo religioso, El agua es oro, hasta la producción artística de los años 2020-2021.

Las manifestaciones artísticas de Cali Rivera, además de la belleza que transmiten, se fundamentan en dos ejes conceptuales: el sincretismo espiritualista, y la promoción y defensa del medio ambiente. El enfoque espiritualista se basa en una cosmovisión según la cual las diversas creencias se originan en un tronco común a las distintas civilizaciones. Desde esta perspectiva las divisiones, luchas y genocidios que los sistemas de creencias inspiran configuran un fenómeno decadente, que daña de manera profunda la vida humana y a todas las formas de vida. En el marco de la crisis sistémica actual (sanitaria, social, política, económica y cultural) y de la polarización geopolítica internacional, el sincretismo espiritualista que Cali enarbola desde muy joven, entendido como unidad de la humanidad en la diversidad, es un horizonte, una propuesta para trascender la corrosiva dialéctica amigo-enemigo que domina las interacciones humanas. Cali Rivera lo sabe, y por eso no deja de proclamar, a tiempo y destiempo, su tesis del sincretismo de creencias o unidad en la diversidad, lo que combina muy bien con el otro eje conceptual de su creatividad: la necesidad de trabajar en procura de reestablecer y potenciar el equilibrio perdido con la naturaleza inorgánica y orgánica, con el planeta Tierra y el universo, en suma. Ecología, ecología humana, espiritualidad, unidad de lo diverso (sincretismo de creencias), estos son los conceptos de la cosmovisión artística de Cali Rivera; es su logos, que él ha sabido sintetizar con su eros creativo.

Empresario cultural

En Cali Rivera también existe un poderoso impulso como gestor cultural, y esto lo llevó a crear el Taller del Artista:

En 1998 —nos dice— en lo que fuera un antiguo billar, decidí montar mi estudio de trabajo… Inicié con el proceso de limpieza y transformación del espacio, fue hermoso y revelador, muy pocos amigos creyeron en mí, sin embargo, Fabio Herrera, Mario Maffioli y Albán Camacho, desde el inicio mostraron gran entusiasmo y de inmediato me dieron su apoyo y me animaron a continuar con mi proyecto. De esta forma abrí este espacio que desde entonces se convirtió en un escenario para las artes en todas sus manifestaciones... El Taller del Artista es un oasis, un escenario indiscutible, por acá han pasado artistas de todas las disciplinas, desde músicos hasta bailarines, modelos y reinas de belleza. Después de 17 años entregado al Taller del Artista, sobrevino un hecho lamentable que fue el incendio de mi casa, cuando perdí la mayor parte de mi obra artística abrazada por las llamas del fuego. Por un momento creí que aquello era el final, me sentí desfallecer en las cenizas, pero me levanté de ellas como el Ave Fénix de la mitología, y fundé la Casa Museo Ave Fénix, donde vivo y me entrego a la liberación del arte cada día.

La capacidad emprendedora como gestor cultural es una característica sobresaliente. Convertirse en empresario cultural y al mismo tiempo ser artista no es algo que se lleva fácilmente. El empresario debe ocuparse de temas financieros, contables, organizativos, administrativos y, en el caso de Cali, la atención a estos asuntos se ha realizado en función del apoyo a los artistas y creadores culturales en general, bajo una perspectiva de autonomía y autogestión. Al observar con cuidado el itinerario artístico y empresarial de Cali Rivera es evidente que su energía creativa se ha traducido en una de las más importantes experiencias de autonomía, creatividad y autogestión de que se tenga noticia en Costa Rica.

Para comprender la creatividad y la transmutación creativa

Cuando analizo en su integralidad la obra artística y la acción como gestor cultural de Cali Rivera, confirmo en todos sus extremos los contenidos de la teoría de la creatividad que expuse en los libros La magia del conocimiento y Nietzsche y la creatividad, y que perfilé en varios textos de la obra La ilusión perversa: humanos esclavizados por los odios que cultivan (selección de ensayos en Wall Street International). A grandes rasgos esa teoría de la creatividad la resumo en los siguientes términos.

En Introducción a la Metafísica Martín Heidegger define a la persona creativa como aquella que «…incursiona en lo no dicho, irrumpe en lo no pensado; el que constriñe a lo no acontecido y hace aparecer a lo no visto». Por antonomasia esta característica se aplica sin paliativos a los artistas, escritores y emprendedores en cualquier actividad humana y, en el caso de Cali Rivera, se la puede observar, como he dicho, desde los años de infancia. Al exteriorizar la creatividad se genera el fenómeno señalado por Heidegger: se crean realidades que de forma previa al acto creativo no existen o solo existen en la potencia imaginativa de la persona creativa. Constatar la creación de realidades nuevas, tanto internas como externas, a través de la potencia creadora, es tan solo un primer paso en la formulación de una teoría-praxis de la creatividad; existen otros pasos que resumo en los siguientes cuatro postulados:

Primero: la racionalidad humana es logo-afectiva o logo-erótica, y el acto creativo expresa la unidad de ambos elementos. No puede decirse, por ejemplo, que un lienzo o una pintura de Cali Rivera es solo la manifestación del componente erótico-afectivo de su creatividad, en tales obras también existe una reflexión conceptual propia del logos, y esto es muy importante porque el ser humano Cali Rivera no es solo sentimiento, sino también concepto. En él, como ocurre en toda persona, se realiza la unitax multiples que referían algunos pensadores medievales europeos. Se equivoca René Descartes cuando afirma «Pienso, luego existo», y se equivoca San Agustín de Hipona al decir «Siento, luego existo». Ni el «pienso» ni el «sentir» solos, sino la unidad originaria del logos y el eros, la logo-afectividad es el fundamento epistemológico, antropológico y existencial de la experiencia humana, de la creatividad en general y de la creatividad artística en particular. Es por olvidar la unidad originaria logo-afectiva que fracasan tanto el racionalismo cientificista como el emocionalismo sentimentalista. Y es por esto que el proyecto de la modernidad ha sido deformado y abandonado en el modernismo, pero este asunto es tema para otra reflexión.

Segundo: el segundo postulado de la teoría-praxis sobre la creatividad es el siguiente: la realidad no obedece al esquema cartesiano que la divide en sujeto-objeto. Como lo supo ver Spinoza, lo real es la unidad de esos elementos, y así ha sido reconocido desde tiempos antiguos y confirmado en las elaboraciones más recientes de la física cuántico-relativista. La unidad sujeto-objeto, correlato de la unidad logos-eros, es expresada por San Juan de la Cruz cuando habla de dos naturalezas en un solo espíritu y amor. En el Vedanta se afirma la identidad pura, simple y directa, del sujeto que conoce y el objeto conocido. En la tradición original de la ontología fundamental se sostiene que el sujeto es intencionalmente el objeto conocido, de ahí que Aristóteles escriba que «…el alma es de alguna manera todas las cosas… el pensamiento es, en cierto modo, los objetos pensables y la sensación de los sensibles…». Y sostiene Erwin Schrödinger, uno de los científicos claves de la Física cuántica y relativista que «Mi mente y el mundo están compuestos de los mismos elementos… El sujeto y el objeto son solamente uno…». Este hecho, el de la unidad sujeto-objeto, constituye un elemento central en el acto creativo, y lo he observado cuando Cali Rivera se entrega a la producción de una obra de arte como si él y la obra fuesen uno.

Tercero: existe, por lo tanto, una continuidad comunicativa entre lo objetivo y lo subjetivo, que Michael Talbot expresa cuando escribe:

La materia y la conciencia son un continuum… La realidad subjetiva y la objetiva se crean recíprocamente, más o menos. Son sistemas auto-excitados, traídos a la existencia por auto-referencia.

Interesa recordar que la autorreferencia es común en muchas actividades creativas. José Saramago menciona el fenómeno en comentario al afirmar que él ha sido creado por los personajes de sus novelas, y Cali Rivera también ha experimentado este hecho; él, al crear sus obras, se ha creado a sí mismo. La obra y su creador constituyen sistemas «auto-excitados» que se crean por autorreferencia. Este es un rasgo que estimo común en los procesos creativos, y por su medio se genera la transmutación del creador en su creación y viceversa.

Cuarto: el acto creativo acontece en la historia, y es importante situarlo en ese marco. En términos muy generales puede decirse que la persona es el fundamento antropológico del proceso histórico, y que ella, al actuar, sea en forma individual o grupal, establece unas correlaciones de fuerzas que generan un sistema de probabilidades, posibilidades y propensiones. Es en el interior de ese sistema donde nacen y se desarrollan organizaciones, instituciones y prácticas de todo tipo. En el caso de Cali Rivera, su labor creativa e itinerario existencial se enmarca e interactúa en etapas históricas bien delimitadas de la sociedad costarricense. La consolidación y ascenso del Estado de bienestar y del modelo de sustitución de importaciones (1950-1978), así como los inicios del modelo de apertura comercial y Estado promotor del desarrollo (1982-1990), configuran las coordenadas históricas en las cuales Cali Rivera es niño artista, adolescente, estudiante universitario y artista en busca de una entrega completa al arte; mientras que el período cuando el artista decide dedicarse por entero a la creatividad del arte coincide con la consolidación y desarrollo del modelo de apertura comercial y desmonopolización del sector público (1990-2014), y es entre los años 2014 y 2021 cuando Cali Rivera experimenta momentos de adversidad, innovación y reinvención, que coinciden con el hecho de que en el país también se suceden acontecimientos de transición, adversidad y reinvención. El acto creativo de Cali Rivera impacta a la sociedad costarricense y es impactado por ella en cada una de las etapas referidas. Esta circunstancia merece ser analizada con mucho detalle, y conviene hacerlo en alguna otra reflexión.

Termino. El arte costarricense, latinoamericano y mundial, deben esperar nuevas realizaciones del artista Cali Rivera, y conviene interiorizar su mensaje de espiritualidad, sincretismo y ecología. El siglo XXI, atragantado de superficialidad y manipulación, necesita de la lucidez artística, creativa y emprendedora de seres humanos como Cali Rivera. No será fácil, pero la voluntad determinativa, la potencia creadora y la voluntad indomable de las capacidades emprendedoras, lo hará posible.