El trastorno con déficit de Atención con o sin hiperactividad es un problema que se produce durante la infancia y que va a acompañar a la persona durante toda su vida.

Entre sus características principales se encuentra la incapacidad para tener una atención focalizada y sostenida durante mucho tiempo, lo que en algunos casos va a interferir en el normal desarrollo dentro del sistema educativo, donde las clases requieren de unos niveles importantes de atención sostenida.

Actualmente todavía se desconocen los motivos por los que surge este trastorno, aunque se ha avanzado mucho en cuanto a su tratamiento. Este suele consistir en una intervención mediante medicamentos de por vida, aspecto que ya desde el principio resultó polémico, ya que por un problema "infantil" la persona va a tener que estar medicado el resto de su vida.

Pero por si esto no fuera suficiente, en los últimos años han surgido muchas voces en contra del sobrediagnóstico del TDA. Tanto por parte de profesores como de padres, cuando observan un inadecuado comportamiento en clase, rápidamente lo derivan para que le den el diagnóstico de TDA. Esto ha provocado que las cifras de pequeños diagnosticados hayan aumentado tanto que casi se podría considerar una epidemia moderna.

Algunos científicos defienden que todo se trata de una "estrategia de marketing" por parte de las farmacéuticas, que se garantizan de esa forma "clientes" durante 50 o 60 años. Un ejemplo de ello lo encontramos en el último libro publicado sobre esta temática escrito por el profesor universitario D. Héctor González.

Bajo el título de Volviendo a la normalidad: la invención del TDAH y del Trastorno Bipolar Infantil, el co-autor hace una clara defensa de un enfoque más precavido sobre la intervención farmacológica en la infancia, y de cómo existen importantes intereses económicos detrás de ello.

Advierte sobre los efectos perniciosos sobre el cerebro que tiene la administración de medicamentos tan fuertes como antipsicóticos en una época en la que el cerebro todavía está formándose, lo que se ha evidenciado cambios en la red de conexiones neuronales, así como en algunas funciones cerebrales, además de alteraciones endocrinas con importantes afectaciones cardiovasculares.

Por parte de colectivos de psicólogos se reconocen los problemas que estas alteraciones pueden provocar en el aula y la casa, pero defienden una intervención basada en la psicoterapia y la terapia familiar y no tanto en la psicofarmacología, ya que ésta se dirige sólo a controlar los síntomas, pero no a mejorar al pequeño. Un ambiente estructurado, un adecuado programa de recompensas y una comunicación fluida con los progenitores parecen ser las recetas básicas para orientar a los pequeños hacia el camino de la recuperación.

Especialmente llamativa es la situación que se vive en Estados Unidos, donde se ha incrementado en un 5% el número de pequeños diagnosticados y tratados en los últimos 10 años, existiendo poblaciones como Kentucky casi con un niño de cada cinco diagnosticado con TDAH.

Por el lado contrario, existen países en donde los niveles porcentuales de niños diagnosticados rozan lo anecdótico. Precisamente en estos, las asociaciones de padres están empezando a reclamar mayor formación de profesores en la detección de estos problemas, para que lo deriven al especialista, ya que actualmente con el modelo educativo en estos países no se hace nada.

Por lo que habrá que adoptar una medida intermedia donde se dé solución a los problemas reales de los pequeños, pero con tratamientos que no vayan a poner en riesgo su salud en un futuro, y sin atender a las presiones de padres y profesores que en ocasiones “solucionan” la falta de atención en clase o los problemas de conducta con estos tratamientos farmacológicos.