Francamente resulta agotador mantenerme al día. Para tratar de no quedar obsoleta en este mundo, donde la tecnología, internet y especialmente las redes sociales nos mantienen informados al segundo, es necesario actualizarse y mantener perfiles en las nuevas plataformas que van naciendo y que inundan nuestro ciberespacio.

Pero, ¿cuánta es la conectividad que realmente necesitamos?. Para muchos, la primera actividad diaria consiste en actualizar el estado de Facebook e informar “qué estás pensando” o twittear el ánimo para la jornada.

En realidad, es un imperativo pertenecer al menos a una de estas redes. Si no estás, no existes. Secretamente buscamos en ellas aprobación social, adulación y ostentar nuestros estilos de vida, sean reales o no.

Estos tiempos modernos

Las redes sociales nos acercan y nos separan. Hay facilidad para comunicarse con miembros de la familia, amistades o antiguos compañeros de universidad. A todos ellos pudimos encontrar a tan solo un click de distancia para regocijarnos con el descubrimiento y actualizarnos de sus vidas. También nos fue posible ubicar a algún ex novio, old flame o BAE.

La gratuidad del sistema permite un acceso democrático a estas redes, solo vedada a una conectividad medianamente decente de internet. Sin embargo, la facilidad de exposición, este “ver y ser visto” debiera tener algunos límites, como los que impone el sentido común, comportarnos más cautos y pensar si las fotografías que subimos no avergonzarán a alguien. Futuros empleadores suelen investigar perfiles en redes sociales antes de una contratación. Ese es un hecho.

Amor informático

Las redes sociales como Facebook, Twitter o Linkedin, entre las más conocidas, han poblado la web. Pero no son las únicas, hay cientos en todo el mundo, con millones de entusiastas usuarios cada una. Solo la china Weibo, red de microblogging similar a Twitter, congrega a unos asombrosos 350 millones de miembros.

En todas estas redes ponemos en vitrina nuestras vidas, especialmente las amorosas, con las particulares aristas que ello conlleva, en esta era de los adictivos teléfonos inteligentes.

Creo que no se trata de utilizar estas redes como un lloradero, desahogo para los detalles de quiebres sentimentales o comportamientos de esposas infieles. Ni siquiera cuando va bien en la vida amorosa y se alardea excesivamente del magnífico novio/esposo y sus invitaciones a viajes fantásticos o cenas con sushi a la luz de las velas. Ni hablar de las nuevas mamás que inundan hasta el hartazgo sus redes con las ultrarrepetidas fotos de bebés haciendo las mismas gracias una y otra vez.

En cuanto a las relaciones de pareja y el amor, existe un antes y un después en la forma en que ellas se desarrollan. Leía que a tanto ha llegado el nivel de desdén en estos tiempos que la forma predilecta para terminar relaciones sentimentales entre las personas de 20-30 años es vía sms y whatsapp. Así de frío y distante, pero práctico. Es un método quirúrgico y aséptico que evita escenas incómodas.

Poniendo cuernos

Estadísticas de la Asociación de Abogados Matrimoniales de Estados Unidos demuestran que Facebook es en la actualidad responsable de uno de cada 5 divorcios en el país. Otro estudio llevado a cabo por Cyberpsychology and Behaviour Journal revela que en el mundo se registraron 28 millones de separaciones a causa de las redes sociales.

Es que para curiosear en la vida del ex, para gozar de una cómoda canita al aire gentileza de la ahora no tan discreta Ashley Madison o para investigar potenciales opciones de citas vía Tinder, de todo y para todo alcanzan las redes sociales en el área del amor.

Frío mundo actual

En este mundo actual, una enorme parte de la interacción social transcurre frente a brillantes pantallas de todo tipo de dispositivos y ha provocado que el coqueteo amoroso sufra profundos cambios.

Son otros los códigos de comportamiento y pienso que se ha perdido algo del encanto del cortejo de antaño. Mensajes de texto, emojis o likes son los códigos actuales.

La gran pregunta sería si la tecnología mejora o empeora las cosas. De acuerdo al honesto y divertido libro Modern Romance, recientemente editado, las complica más.

Éxito en ventas, reflexivo y sensible, el agudo texto fue escrito por el comediante estadounidense Aziz Ansari. Junto al sociólogo Eric Klinenberg desmenuzan los “sensibles códigos del flirt”, “de los placeres y de los peligros del romance moderno” en la era de los smartphones y las tabletas, convertidos a esta altura en parte inseparable de nuestras vidas.

El texto es una investigación seria y documentada e incluyó cientos de entrevistas y focus group, sin perder un “sutil enfoque humorístico e irreverente del tema”.

Ansari se cuestiona por qué ahora que existen tantas opciones que entrega la tecnología para “conectarse”, resulta más complejo hacerlo y se termina frustrado. Analizaron toda la información y encuestas y crearon su propio foro online.

El autor

Aziz Ansari tiene 32 años. Es conocido por su papel en la serie Parks & Recreation y como comediante del género stand-up, con aplaudidos shows en vivo.

La editorial Penguin le ofreció publicar, pero en vez de hacer el típico libro de comediante, propuso uno que abordara este poco explorado tema.

La vasta investigación de casi dos años incluyó: focus group en varias ciudades de Estados Unidos y del mundo (París, Tokio, Buenos Aires), un visitado foro en Reddit y numerosas entrevistas con profesionales de las ciencias sociales.

El resultado es Modern Romance, libro publicado hace pocas semanas, que ya está dentro de los cinco más vendidos en la lista del New York Times y que ha sido aplaudido por “equilibrar investigación sociológica, humor y por mostrar cómo la tecnología ha complejizado las reglas del juego amoroso”.

Uno de los temas que desarrolla es la paradoja de vivir en un mundo que nunca antes había ofrecido tantas herramientas para comunicarse, así como una oferta tan amplia de potenciales parejas o relaciones, pero que a la vez tiene a la gente confundida y complicada.

En este nuevo paisaje, quienes buscan compañía deben sortear situaciones inéditas. ¿Cómo son algunas de estas nuevas interacciones y cómo se están desenvolviendo las personas en ellas?. El texto entrega algunas luces.

  • Pretender estar ocupado. Es la actitud más habitual a la hora de disfrazar el desinterés por el otro.
  • La ciencia de esperar. Demorar una respuesta para parecer más interesante y menos ansioso. La idea es parecer más ocupado y menos disponible.
  • Hacerse un perfil en Facebook, Twitter u otras redes. Pero la investigación arrojó que a los varones les parecen más atractivas las mujeres que participan poco y mantienen más misterio.
  • Señales en las redes. Existe una comunicación llena de símbolos y señas, exclusivas de las redes. Es interpretar qué significa que a uno lo agreguen a Facebook, obtener un like en las fotos o comentar las cosas que se postean.
  • Factor ex. Gran tema: ser ex de alguien en la era del smartphone y de las redes sociales. Desde darse el tiempo para borrar todas y cada una de las almibaradas fotos con el ex hasta sufrir la vergüenza y humillación pública del porno-revenge, debe ser un martirio terminar con una persona y cortar los lazos virtuales que les atan. Incluso si tuvimos la mala idea de tentar al que era nuestro novio con el sexting, llenando su celular con fotos eróticas. Traviesa idea cuando se es pareja, pero pésima situación cuando la relación termina más mal que bien y no hay forma de saber qué pasará con esas imágenes.

Para resumir las interesantes ideas y consejos del texto:

  • Encontrar a alguien hoy es más complejo que antes, pero hay más probabilidades de terminar junto a una persona que realmente calce con las expectativas.
  • La tecnología ha cambiado la vida de los solteros y la de quienes tienen una relación.
  • En mensajes de texto, es mejor tratar a las potenciales parejas como personas. Comportarse y actuar en la vida online de la misma forma que en la vida real.
  • El mundo digital también conlleva cosas asombrosas, como la posibilidad de tener registro de las relaciones y su evolución en el tiempo.
  • Si se usan servicios de citas en línea, como Tinder, se deben considerar únicamente como medio de presentación.
  • Invertir tiempo en solo algunas opciones y darles una oportunidad antes de descartarlas.
  • Algunas reglas sobre la mensajería con intereses románticos, como no responder de inmediato, no volver a escribir si no se ha recibido respuesta, la cantidad de texto debe ser similar a la que se recibe o quien recibe el último mensaje gana.

La amenaza fantasma

El ghosting, el arte del “fantasmeo”, ignorar a las ex parejas al extremo, es una tendencia tan seria que hasta The New York Times ha tratado el tema con seriedad. Antiguamente se llamaba hacer “la ley del hielo”. En estos tiempos, los ex no desaparecen como antaño. Siguen permaneciendo, a menos que uno tome la medida de dejar de seguirse. Pero es fácil caer en la tentación de husmear. Hasta las redes de los amigos sirven para tal propósito.

Para nadie es fácil asumir que el ex viva una existencia placentera convertido en un extraño, con otra persona, feliz por la vida en maravillosas fotos con filtros a todo color en Instagram.

De lectura fácil y amena, el notable texto es deliciosamente encantador y evidencia el estado real de las relaciones en este punto del siglo XXI. Personalmente me sirvió para comprender a cabalidad los nuevos códigos y para regocijarme, secretamente, de lo afortunada que fui en llevar mis escasos romances a la antigua y no sufrir el quebradero de cabeza que es hoy en día. Vida moderna, smartphone encendido.