Si hablo de Acido Hialurónico, quizás te tome un tiempo incluso el pronunciarlo, ya ni hablemos saber lo que es, pero si además te digo "cremas faciales, cosméticos..." seguramente ya vayas cayendo en la cuenta, al igual que hice yo, de que eso del ácido hialurónico lo has escuchado cientos de veces. Es uno de esos compuestos de nombre rimbombante que las farmacéuticas vacilan de poder incluir en sus productos de la sección cosmética: "El ácido hialurónico te hace parecer más joven, más bella...". Lo que no mucha gente conoce es que hay una investigación muy prometedora en la Universidad de Rochester (Estados Unidos) que lo usa para conseguir un remedio contra el cáncer.

Hay unos mamíferos, unos topos sin pelo de no más de un dedo de largo, que no desarrollan cáncer cuando viven libres en la naturaleza, y aunque una larga longevidad aumente la probabilidad de proliferación de cánceres, estos topillos viven hasta 30 años de vida útil, y sólo un anecdónito número de ellos acaba teniendo cáncer cuando están en cautividad, en jaulas para su estudio. Y claro, de que estos topos no desarrollan cáncer se dieron cuenta, precisamente, encerrando a estos animales para estudiarlos.

Según el Instituto Catalán de Oncología, en la investigación realizada junto al Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge, los animales domésticos o en cautividad, animales expuestos a estrés, tóxicos o confinados, tienen una tasa mayor de casos de cáncer que si los comparamos con animales salvajes, los cuales apenas mueren de -o con- cáncer en la naturaleza. Pero esta especie de roedor, por el contrario, no desarrollaba cáncer en cautividad, y cuando hacían autopsias a estos animales veían que una sustancia viscosa recubría todos los tejidos internos. Esa sustancia era el ácido hialurónico. Está de forma natural en muchas especies animales, en humanos por ejemplo se encuentra principalmente en las articulaciones, pero en estos topos está en grandes cantidades por todas partes.

Las cantidades de esta sustancia en esta especie animal parecen hacer de protección ante la proliferación de células cancerosas. Primero probarán un tratamiento en ratas, que no producen este ácido, y si tiene éxito más tarde lo probarán en humanos.

Todo muy esperanzador, ¿no?, se podría decir que la perspectiva de futuro es alentadora en la lucha contra uno de los principales males del ser humano en la actualidad. Pero, llámenme escéptico, no creo que sea tan alentador. Dos personas llevaron a cabo esta investigación, Andrei Seluanov y Vera Gorbunov, las dos personas que firmaron el artículo publicado en la prestigiosa revista Nature y que reveló el hallazgo. Quizás me repito mucho, pero son dos personas. Lo que quiero decir es que cuando se descubrió que el ácido hialurónico podía usarse para mejorar la tersura de la piel y que se podía generar una industria cosmética y publicitaria alrededor de esta sustancia, pusieron a decenas de laboratorios por todo el mundo investigando las posibles aplicaciones; pero son únicamente dos personas, conocidos por haber tenido publicidad a través de Nature, las que se encargan de generar una solucion para el cáncer a traves de la investigación con esta misma sustancia.

Las personas sanas no son rentables para la industria farmacéutica; las que están enfermas, se sienten feas o viejas sí que lo son, y por supuesto se pueden presuponer las mejores intenciones para una industria que genera remedios para enfermedades, pero hoy en día la farmacéutica es una industria que trata síntomas, no enfermedades... es parte de un problema mayor, es la forma en que funciona la sociedad. Hasta la forma en que abordamos el tema de la curación de enfermedades es errónea, es igualmente sintomática y obtusa de miras.

Los animales privados de libertad, en jaulas, en zoos, tienen muchas mas posibilidades para desarrollar cáncer. Dicen algunos estudiosos que esto se produce porque esos animales en cautividad viven más años, y no es mentira, otros dicen que se debe a la alimentación, y no es mentira, otros dicen que se debe a la poca actividad física y al estrés, a tóxicos, a agentes patógenos... y no son mentiras; son todas verdades, pero esas cosas son consecuencias del problema, no el problema en sí. La razón de que desarrollen esta enfermedad es la privación de libertad, la misma privación de libertad es la causa del aumento en el número de cánceres.

A mi parecer el ser humano ha olvidado su condición de animal hasta el punto de no poder verse reflejado en otras especies. Lo que hacemos a otras especies no lo vemos cuando nos lo hacemos a nosotros mismos, pensamos que no somos un animal más, que somos seres humanos y no animales. Y cuando nos damos cuenta de que un animal privado de libertad desarrolla cáncer con más facilidad, no sabemos ver que nosotros también estamos privados de esa libertad, estamos desnaturalizados, estamos creando una naturaleza propia, artificial, y la lucha contra el cáncer no es más que la lucha contra las consecuencias de dejarnos llevar por el artificio y la sistematización del mundo que empezó la primera Revolución Industrial.

Decimos que las razones son "el estrés, lo que comemos, lo que respiramos, y eso provoca un aumento en el número de personas con cáncer, tratemos el cáncer"... pero no actuamos sobre el real causante: buscamos una solucion para el cáncer para poder estar tranquilos de que podemos seguir comiendo lo que comemos, manejando el estrés contra quien podemos, y respirando el veneno que respiramos tan complacidos. No decimos: "Vamos a parar esta fábrica hasta que garantice estructuralmente que no emite gases cancerígenos", "vamos a crear una ley para que los alimentos no puedan incluir sustancias perjudiciales a propósito aunque el producto no te dure meses en la nevera"; y el estrés... ¿Quién tiene remedio para el estrés? Todo eso pararía la maquinaría, estamos encerrados en un bucle, en una jaula con ruedas giratorias en la que apenas podemos elegir, como rata de laboratorio, ni la calidad de los alimentos que tomamos, porque ese control es sólo una ilusión, puro marketing.

Una rata, cuyas decenas de generaciones anteriores a ella hayan vivido entre las rejas de una jaula, vive en lo que cree que es su naturaleza.. pierde sus instintos, se domestica porque es seleccionada, y desarrolla con probabilidad un cáncer como consecuencia del laboratorio en el que nace.

Un humano, cuyas decenas de generaciones anteriores a él hayan vivido en una sociedad cerrada y con fronteras, vive en lo que cree que es su naturaleza, pierde sus instintos, se domestica, y cuando desarrolle un cáncer diremos que la culpa la tiene la alimentacion, los humos, el estrés, los virus, nunca diremos que la culpa es no poder escapar de todo eso, no diremos que nosotros vivimos en nuestro propio laboratorio capitalista, esos son nuestros barrotes... . Es como una resignación, como si el ser humano hubiera aceptado que su naturaleza es el entorno en el que nace, aunque considere natural tener que subir montañas para decir “por fin aire no contaminado”, como asumir que nada puede cambiar. El cáncer sería una consecuencia de todo lo anterior, así que, acabemos con las consecuencias y sigamos justificando las causas.

En una sociedad donde una investigacion contra el cáncer con un ácido es una anécdota y el uso de la misma sustancia para cosméticos es una necesidad global que necesita de recursos multimillonarios, no hay posibilidad alguna de redención aunque suene pesimista, sólo es pesimista si nada cambia.

Quizas puedan decir algunos que la culpa de que el cáncer exista no la tiene el capitalismo, y dicho así tendrián razón; también dirían que la crítica al sistema económico capitalista está absoleta, que vivo en el pasado, y para ello se pondrían historiadores y argumentarían que hasta los dinosaurios tenían cáncer, aunque sea una verdad irrefutable lo que los estudios dicen: muy pocos animales, casi ninguno, muere de o con cáncer viviendo libre.

La libertad, el aceptar la naturaleza propia, la animal y la que ya no nos rodea, como una sola, cura la mente y el cuerpo; los barrotes, aunque sean mentales, crean cada vez más enfermedades. Y no hay mejor cárcel que aquella cuyos presos escriben poemas de amor sobre las alambradas.