Para muchas personas, para la mayoría, el camino de crecimiento personal no es una recta sino una curva que se mueve de aquí a allá dibujando una especie de muelle que recoge experiencias a lo largo de su trayectoria. Se me representa visualmente como la espiral de Fibonacci que está presente en casi todas las cosas del Universo. El Círculo de Desarrollo es una teoría de crecimiento personal que integra el desarrollo individual y el crecimiento social, todo en uno.

A través de la Teoría del Círculo de Desarrollo, expongo una tendencia a tener en cuenta en el diseño de Programas de Desarrollo Personal y Profesional. Un concepto visual y teórico que pretende generar reflexión en la industria del liderazgo, de la creatividad, del talento, de la educación, así como en las estrategias de desarrollo de las propias organizaciones que creamos.

Como decía, la Secuencia de Fibonacci explica el desarrollo perfecto e infinito de los fenómenos naturales de crecimiento. En ese sentido, el Círculo del Desarrollo, aplicable conceptualmente, podría dibujarse como un bucle de crecimiento progresivo y dinámico que integraría la experiencia de cada individuo en relación con su entorno propio pero también, y esa es la clave, con lo ajeno. Es decir, se trataría de entender que el desarrollo personal y social forman parte de la misma esfera individual y que se hace necesario integrar el desarrollo de los valores sociales en el desarrollo del ser; la sociedad sigue siendo aquello a lo que pertenecemos pero que no asumimos suficientemente como nuestro.

Actualmente, tanto la gran mayoría de la industria del desarrollo personal está centradas en el entrenamiento de individuos que observan fascinados sus cualidades desde el mensaje absoluto de poder cambiarlo todo y de caminar de manera recta y contundente; un enfoque que contribuye a sostener una evolución social indecente por no equilibrada.

Decía Alexander Solzhenitsyn: “la salvación de la humanidad depende de que todo concierna a todos”. Puede resultar interesante conocer la historia vital de éste Nobel de Literatura para valorar su consciencia sobre el impacto de la indiferencia humana.

Si nuestra sociedad moderna mirase más allá de sus necesidades inmediatas, con amplitud, no debería seguir entendiendo su modernismo como una vanagloria sino como la obligación de asumir responsabilidad frente a aquellas otras sociedades que presumiblemente no lo son e incluso frente a la propia.

Estamos más desarrollados. Luchamos por la subsistencia emocional, contra la depresión, la insatisfacción, la ansiedad o el estrés. Otros lo hacen por la supervivencia física, el hambre, la guerra, las enfermedades y otro tipo de abusos propios de nuestra naturaleza, no olvidemos, salvajemente salvaje.

Porque el ser humano tiene dos mitades.

No podemos seguir creciendo de espaldas a nuestra sombra desde un empoderamiento de superhéroes capaces de obtener para sí y los suyos. El mundo es aquello que el impacto de las personas hemos hecho de él. No lo han hecho otros, lo hacemos entre todos. Somos responsables.

Se hace necesario integrar en el diseño de Programas de Crecimiento Personal técnicas que coloquen conscientemente a los individuos frente al compromiso de decidir cuánta implicación están dispuestos a asumir sobre lo que no sienten como suyo, y debemos hacerlo desde la educación, sin caer en el adoctrinamiento, con la intención sana y arriesgada de contribuir a una sociedad de personas con capacidad de crítica, de relación y de pensamiento circular. Sin pilares ni ideologías inamovibles e intocables.

El Círculo del Desarrollo así entendido podría aplicarse como una tendencia de evolución en los Programas de Crecimiento Personal que suavizaría el excesivo énfasis que actualmente se hace sobre las cualidades del ser humano, sobre la obtención de resultados, sobre las trayectorias rectas, directas y ascendentes y sobre la protección de lo propio, sin integrar nuestra responsabilidad sobre lo que no entendemos como tal.

Se trata de equilibrio y se trata de sostenibilidad; de aceptar que estamos creando una sociedad que se construye individualmente pero se autodestruye como colectivo, abusando de aquello que es de todos: el mundo, sus recursos y los acontecimientos salvajes que generamos.

Y debemos hacerlo porque disponemos de capacidad para impactar. De nuevo: “la salvación de la humanidad depende de que todo concierna a todos”.