La casa, el hogar; no son solamente las construcciones donde uno llega a dormir, es donde podemos sentirnos cómodos, a gusto, donde podemos ser nosotros mismos sin restricciones ni culpa; a fin de cuentas, el espacio que designamos con este nombre es el refugio al cual recurrimos para guarecernos del exterior con todo lo que esto conlleva.

Continuando con esta línea de pensamiento es que cualquiera puede sentirse un poco fuera de lugar cuando se encuentra en un sitio al cual no se le tiene tanto apego; con esto no hablo de las personas que conforman la vida del individuo, hago referencia netamente al espacio geográfico en el cual se encuentra en directa relación a lo que éste le inspira a sentir.

Dicho de otra forma, llamamos hogar al lugar en el cual nos sentimos plenos en todo sentido.

¿Qué tan importante es para una persona tener un hogar? Simple y sencillamente es extremadamente importante, esto porque tener un lugar a donde regresar y descansar o reponerte luego de una larga jornada puede significar la felicidad o estrés de donde sea que vivas. Y esta lección la aprendí viviendo por mi cuenta.

Anteriormente he hablado de cómo un trabajo es menester para poder lograr ciertos objetivos. Aún así, en algún momento hay que descansar, no puede uno vivir trabajando las 24 horas del día; en este sentido me topé con una de mis primeras experiencias en el mundo real.

Una vez satisfecha mi necesidad de alimentación, tuve que cubrir la que me propinara descanso y por lo pronto donde pasar la noche; fue hasta que se cumplieron ambos puntos que por fin pude empezar a ocuparme de la felicidad y la dicha, y vaya que la experimenté.

Era en parte la experiencia de vivir por mi cuenta, pero más que eso era el sentimiento de empoderamiento que surge al demostrarte a ti mismo que puedes mantenerte, y más cuando el tema de alojamiento y alimentación no son precisamente las cuestiones más baratas en las ciudades de tamaño moderado a grande.

Estando por mi cuenta fue que entendí algo sobre el hogar. El hogar se compone de las personas, momentos y experiencias que has vivido en ese lugar; es un ente vivo que crece junto con la persona o personas que lo habitan, cambia con los años y, como todos, con la edad necesita sus visitas al doctor, en este caso llamadas reparaciones.

Llora, se queja, sufre de insomnio si no llegas y le gustan las mascotas; de igual forma ríe y se divierte y siempre se alegra cuando regresas de estar fuera todo el día.

No es solamente ladrillos y cemento o láminas y alambres. Un hogar es vida y, como tal, cuando se descuida o no se habita es que viene abajo. Otra cosa que me di cuenta es que es cierto lo que dicen, “Una casa que no se habita se hecha a perder” y eso sin siquiera hablar del mantenimiento preventivo y correctivo que se le tiene que hacer al edificio, es también la vida que genera vida.

Una casa deshabitada se ve fría, sombría, famélica, casi como si pudiera romper en llanto en cualquier momento; en cambio, una casa con gente viviéndola se ve alegre, respira y se ve saludable. Aunque, dicho sea de paso, ese estado depende en gran parte de sus habitantes, ya que sin la manutención adecuada y pertinente cualquier casa puede verse en ruinas.

Lo más bello de todo es que en realidad toda casa es un hogar; sin embargo, no todo hogar puede ser una casa.