La Esclerosis Múltiple es una enfermedad autoinmune y neurodegenerativa que afecta al Sistema Nervioso Central (compuesto por cerebro, médula espinal y fibras nerviosas ópticas). Según datos que nos ofrece Esclerosis Múltiple España (marca con la que se reconoce la Federación de Asociaciones de Esclerosis Múltiple de España – FELEM), se trata de una enfermedad que padecen alrededor de 47.000 personas en España, unas 600.000 personas en el continente europeo y tiene más 2,5 millones de afectados en todo el mundo.

Todavía no se conoce la cura para esta enfermedad. Por ahora, los ensayos y las investigaciones solo existen tratamientos paliativos, no curativos. Ante esta realidad, los expertos en la lucha contra esta enfermedad se dedican a que la dolencia afecte lo menos posible a la calidad de vida de los pacientes y a que sus efectos sean mínimos en la realización de las actividades de la vida diaria. Así, presentan una serie de recomendaciones de práctica diaria.

  • Tomar el sol, pero con moderación. Los rayos solares aportan al organismo la vitamina D, que ayuda al cuerpo a absorber el calcio tan necesario para nuestros huesos. Una de las imágenes que la sociedad tiene de esta enfermedad (que cada vez es más conocida por el gran público) era la de ser confundida con una patología de los huesos. Nada de eso, sabemos que es una enfermedad del Sistema Nervioso Central. Los tratamientos farmacológicos de urgencia tratan a los enfermos que sufren un brote con corticoides para paliar sus síntomas. Este medicamento palia enormemente la sintomatología de una recidiva, pero tiene como efecto secundario el daño en los huesos en forma de osteoporosis. Para frenar la degradación, es conveniente que el enfermo se nutra de unas buenas dosis de vitamina D, cuya mayor fuente es el sol.
  • Ejercicio físico, pero con moderación. Una de las consecuencias más importantes de los afectados por esta enfermedad es la alteración de la marcha. Para evitar la atrofia de los miembros inferiores y la espasticidad (rigidez muscular) sobre todo, los neurólogos recomiendan a sus pacientes de EM que realicen ejercicios consistentes en estiramientos.
  • Alimentación baja en sal. El consumo de sal en exceso puede agravar los síntomas de la EM y provocar brotes más virulentos. Estudios experimentales han relacionado la sal con la aparición de células inmunológicas propias de las enfermedades autoinmunes, y aunque los estudios en personas con la enfermedad son todavía limitados, sus resultados y los descritos para otras enfermedades autoinmunes como la Artritis Reumatoide o la Enfermedad Inflamatoria Intestinal, parecen apuntar en esta dirección.
  • Consumir pescado. El pescado es rico en omega 3 y omega 6, que tienen propiedades protectoras de la mielina. Además, es rico en vitamina D. Estudios de los años ochenta realizados en los países escandinavos advirtieron que la EM tenía una incidencia mucho menor en las poblaciones que residían cerca del mar y que su dieta contenía más raciones de pescado que en las localidades interiores donde la ingesta de este producto era mucho menor (la localidad finesa de Seinajoki en el centro-sur país una localidad alejada de la costa, fue considerada como el lugar con mayor prevalencia de EM de todo el mundo).
  • Evitar el calor. Las personas con EM tienen una sensibilidad más exacerbada a las fuentes de calor. Su exceso les provoca fatiga, mayor lentitud en sus facultades cognitivas, pérdida de reflejos y entumecimiento de las extremidades, entre otras.