“¡Apúrate amor! Que a mi vida le urge amarte. Y no es que esté apurado, es que hace mucha vida que te estoy esperando.”

A pesar del desarrollo tecnológico y lo fácil que es buscar al autor de la cita antes mencionada, he decidido por el momento dejarla en el anonimato, ya que de esta forma se puede convertir en el recipiente que los corazones deseosos de amar y ser amados necesitan.

Ha sido, en realidad, hace algunas horas que leí este pequeño pero profundo párrafo y no pude menos que sentirme conmovido por sus palabras, por el sentimiento que evoca en mi ser cuando le veo.

Posiblemente sea porque en este punto de mi vida me encuentro algo vulnerable a una tierna caricia, a un "te quiero”, al suave susurro que provoca la respiración de esa persona cuando está a tu lado.

Puedo decir sin temor a equivocarme que, en estos tiempos en los que la tecnología de alguna forma nos acerca, también nos aleja de aquellos a quienes verdaderamente amamos; todo esto porque aún estando en el mismo cuarto, siempre hay una computadora o un celular que aparta nuestros ojos de colisionar en un éxtasis de emociones.

Difícilmente separamos nuestros globos oculares de nuestra computadora o celular.

Y aún así el destino es lo suficientemente astuto para hacernos entender que la vida es lo que ocurre afuera mientras nosotros estamos quietos esperando que suceda lo que nosotros queremos.

Puede ser en el parque, en la tienda, la fila de las tortillas o quizá ese “buenos días” que, por reflejo, dijiste sin esperar respuesta verdaderamente. ¿Qué pasaría si, en lugar de encapsularnos en nosotros mismos, nos abrimos a la experiencia de buscar el amor?

¿Qué es lo peor que puede pasar?

A fin de cuentas, quien se haya identificado con la cita que corona este artículo está o estuvo dispuesto a perder ese miedo, ese último esbozo de duda para dar el salto de fe que es enfrentarse a una mujer hermosa, al chico que te gusta, esa persona especial que hace tu corazón palpitar y la sangre recorra tu cuerpo con una velocidad y fuerza mayores a la acostumbrada.

Perderte en sus ojos para encontrarte en sus labios.

El amor es la única cosa que salvará al hombre del hombre; es de esta forma que siempre hay que tener en cuenta lo siguiente, habrá alguien a quien tu mirada le parezca sublimemente perfecta.

Aun si no es el caso, no hay más falta que te veas al espejo, porque quien por principio se ama a sí mismo, tiene la capacidad de amar al otro.