“Ayer fue un día terrible, un día gris, un día que me apeó de mi fantasía de vivir una ilusión y me arrojó en la cruda realidad. Cara a cara con mis sueños derramados por el suelo”.

Seguro que te has sentido así en más de una ocasión. Es parte del juego de la vida, con caprichosas reglas que nos hacen desistir de perseguir nuestros sueños o hacer realidad las ilusiones. Para seguir viviendo, has de tomarte estas circunstancias adversas como un obstáculo que debes vencer y no como un infinito muro hasta el cielo.

Es mucha la sabiduría de las mujeres de mi familia; de mi madre aprendí que todo está al alcance de nuestra mano con voluntad, trabajo y perseverancia; todo lo que quieras. Siendo yo niña, cuando algo me salía mal y el mundo se me caía encima, mi abuela me repetía una y otra vez una frase que recuerdo con cariño y a la que siempre recurro cuando las cosas van mal: “Todo tiene solución menos la muerte”. Aquellas palabras, pronunciadas con la tranquilidad que dan los años, me producían cierto escalofrío y me sonaban a refrán popular apocalíptico.

Con la edad se aprende a relativizar las cosas y descubrimos que entre el blanco y el negro hay infinitos tonos de gris. Todo tiene solución, me repito a mí misma. Si bien es cierto que en muchas ocasiones esa solución no es la que hubiéramos deseado, se trata de un nuevo camino que la vida nos regala.

Cuando creas que todo está perdido, cuando veas que tu amor o tus ilusiones se pierden irremediablemente en el horizonte de tus sueños, deja que tus lágrimas broten y arrastren todo el sufrimiento y la impotencia. Llora con fuerza para arrancar toda la tristeza que llevas dentro hasta que te sientas hueco, vacío… exhausto.

Y ahora, ya limpio y desintoxicado de tus sentimientos más desoladores, deja que tu corazón, tu alma y tu razón comiencen a caminar amarrados, primero despacio, muy despacio, intentando no hacer ruido para no hacerte sufrir. Mas tras los primeros pasos, repararás en que ellos mismos serán los músicos que nota a nota crean la melodía de tu vida, aquella armonía que guiará tus pies y te animará a danzar al ritmo que tú te propongas.

Con paso muy quedo, te harán descubrir lo verdaderamente importante, aquello por lo que tienes que luchar, desoyendo a las circunstancias que en muchas ocasiones nos desvían del camino y nos obligan a tomar atajos que nos conducen a lugares impensados o, peor aún, indeseados.

En este viaje único de tu vida, no todo es tan sencillo, ya que corazón, alma y razón tendrán que enfrentarse a un colosal enemigo: el miedo. A modo de cárcel, el miedo nos confina en un reducido espacio de la vida y, aunque ante nuestros ojos se muestre un camino, una salida, este sentimiento nos advierte maliciosamente de que tal vez ese camino sea una trampa, o quizá la senda es más escarpada de lo que alcanzamos a ver, o nos lleva a un lugar que no queremos conocer.

En este punto, escucha a tu razón, que te recordará que todo tiene solución salvo la muerte; tu alma te confesará que quiere volar, que ansía ser libre; y tu corazón… tu corazón te suplicará que te lances al vacío, que persigas aquello que de verdad quieres, aquello que de verdad importa.