En esta ocasión te voy a pedir un favor: quiero que dediques unos minutos a reflexionar conmigo sobre el significado de la palabra “gracias”. En principio, parece una tarea sencilla: “gracias” es ese manido término que utilizamos para agradecer educadamente cualquier cosa, favor, acción, etc.

Pero… seguro que tienes la sensación de que no puede ser solo eso, solo “cuestión de educación”, hay algo más, de modo que adentrémonos en la trastienda del agradecimiento.

Con exquisita sutileza, la gratitud nos invita a bucear en nuestro interior, a descubrir y reconocer nuestras emociones y a liberarnos de las deudas con las que voluntariamente nos encadenamos a la vida.

Tómate un segundo, cierra los ojos y repasa mentalmente todo aquello por lo que debes estar agradecido a la vida, al universo o a Dios, no importa. Yo empezaría por lo más inconmensurable: gracias por disfrutar de cada día, por respirar a cada instante. Y seguiría mi agradecimiento a la enorme fortuna de tener una familia, amigos, trabajo, educación y un largo etcétera.

Pero deslízate ahora un poco más adentro y después de dar las gracias por todas las maravillosas cosas de las que disfrutamos solo por estar vivos… ¿de verdad crees que solo debemos agradecer las cosas buenas? ¿Acaso las dificultades y los tropiezos no nos han procurado grandes enseñanzas? En mi caso... muchas. Y todas esas piedras que he tenido que sortear en el camino me han ayudado a descubrir sentimientos desconocidos, habilidades impensables y capacidades que jamás hubiera imaginado.

De modo que doy las gracias a todas aquellas personas con las que no he estado en sintonía o con las que tengo poca afinidad (evito conscientemente el término “enemigos”), pues ellas han contribuido a forjar mi paciencia, mi resiliencia, mi fuerza interior para pelear por todo aquello en lo que creo. Mil gracias por ello.

Doy también las gracias por todo lo vivido, aunque haya sido fugaz. Nunca olvides la frase de Gabriel García Márquez: “No llores porque ya se terminó, sonríe porque sucedió”. Sucedió y tuviste la gran fortuna de disfrutarlo, aunque solo fuera un instante, y debes estar agradecido por ello.

Gracias también a ese amor que no pudo ser; gracias por hacerme soñar, por hacerme sentir bien, por saber que puedo ser especial para alguien… que puedo siquiera rozar el corazón de alguien.

Gracias por hacerme volar y también gracias por devolverme a la realidad, por hacerme recobrar la humildad, por recordarme que no estoy sola en el universo, que soy una gota en un océano de infinitas gotas con vida y luz propias.

Y a ti, que estás leyendo estas líneas, mil gracias por regalarme un minuto de tu vida.