Falta un mes mal contado, 7, 8 y 9 de junio o 12, 13 y 14 del mismo mes – dependiendo de la comunidad autónoma española, días en los que los jóvenes se juegan su futuro en la temida selectividad.

Dos años de clase y estudio en tres días de exámenes que marcaran su porvenir. Una nota, la media entre bachillerato y la selectividad, que permitirá, o no, entrar a la carrera y a la universidad que uno desea.

Un mes en que los nervios y el estrés se hace más patente que nunca y hasta puede a uno cambiarle el humor. Primero afronta los últimos exámenes de bachillerato y después las clases de repaso para la selectividad y estudiar las materias escogidas para examinarse.

A priori parece una montaña y que este mes, o mes y medio, nunca llega a su fin. Sin embargo, todo es cuestión de organización y pactos, sobre todo en casa.

Asistir a las clases de preparación de la selectividad, por inútiles que parezcan, no es una opción, sino una obligación. En ellas, aunque no te des cuenta, te ayudan a refrescar temario (habrá alguno que hará un año que ni tocas) y a resolver dudas que puedan surgirte a lo largo de estas clases de repaso. Los profesores no son tus enemigos, sino un soporte; para ellos y las escuelas es una satisfacción ver un elevado número de sus alumnos con una buena media para entrar a la universidad.

Normalmente estas clases de repaso suelen ser por la mañana, a partir de su finalización, ya es cuestión de cada uno hincar codos y prepararse para los exámenes. En este caso hay distintos aspectos fundamentales: organización, pactos, momentos de desconexión y sitio adecuado para el estudio.

Empezaremos por la organización. Es bueno prepararse un horario - sí, sí, como en el colegio-, de las materias a estudiar. Sin darse cuenta, uno puede poner más énfasis en una materia y olvidarse de las otras y –recuerdo- en la selectividad cuentan todas. Para esto, uno puede hacerlo uno mismo, cada hora y media o dos cambiar, o pedir ayuda a un profesor, con el que tengas mayor afinidad o confianza, que te ayude a montarlo. Una vez realizado, eso sí, toca cumplirlo.

Otro de los puntos clave, los pactos. En casa, seguramente, los padres van a reclamar que tus obligaciones las cumplas. Es sentarse con ellos y llegar a un acuerdo en qué estos días reduzcas tu ayuda en casa. Reducir no indica suprimirlas, es decir, las acciones más básicas, como hacerse la cama o poner y sacar la mesa, hay que seguir realizándolas, pero ausentarse de otras con más carga, como planchar o ir a comprar. Pero, como veremos a continuación, también pueden servir de desconexión.

La salud mental, en estos días, es primordial. Por lo tanto, tener unos buenos hábitos alimentarios, dormir y desconectar son cuestiones fundamentales. Siguiendo el horario de estudio, entre materia y materia, es conveniente y necesario despejarse. Por lo tanto, merendar, estar hablando con un amigo o padres, o salir a dar una vuelta de 20 minutitos, no va mal. Son estos periodos en que también puedes echar una mano en casa y ayudar a plegar la ropa, salir a comprar cualquier cosa que falte en la nevera o planchar un par o tres de prendas. Tu desconectarás y los padres encantados.

Cada día es distinto y, por lo tanto, puede que un día no te concentres tanto o estés más saturado. No te agobies por eso, ese día puede ser que necesites parar antes y desconectar mucho más. Hazlo, pero se consciente que al día siguiente puede que necesites más tiempo para terminar de echarle un ojo a las materias que no lo hiciste al día anterior o sacrificar alguna que puedas llevar mejor por aquella más coja. Todo es cuestión de equilibrio y en este caso hay que ser lo más objetivo con uno mismo para realizarlo.

Los horarios de levantarse y acostarse y una alimentación correcta también son importantísimos. Un buen descanso y una dieta adecuada nos ayudarán a rendir mejor. Nada de saltarse comidas ni comer cualquier cosa o robarle horas al sueño.

Por último, y no menos importante, el sitio de estudio. Cada persona es diferente y debe saber que le va mejor. La clave es que podamos estar tranquilos, sin muchos elementos de distracción y sin interrupciones. Para estas fechas, las bibliotecas amplían horarios de apertura y abren las famosas salas nocturnas de estudio o siempre queda, si uno tiene opción, la habitación.

Por delante queda un mes de esfuerzo para después disfrutar de un verano único y especial. El último antes de entrar en la universidad y que sirve de despedida de tus compañeros de institutos. Cada uno va a empezar un camino diferente, aunque mantengáis el contacto, y las puertas de una nueva época están a punto de abrirse.

¡Ánimo y un último esfuerzo!