La depresión es una enfermedad muy desconocida, por las personas que la sufren y por la sociedad en general. Afecta a unos 350 millones de personas en todo el mundo y en muchos casos el enfermo que la sufre no lo sabe. Es una enfermedad muy postergada, ya que las personas que la sufren a menudo se sienten solas e incomprendidas por los que las rodean.

En ocasiones es muy fácil confundir la tristeza (aunque sea profunda) con la depresión. La tristeza se supera sin que ese sentimiento interfiera en su vida cotidiana. Por mucho miedo que nos dé, la tristeza forma parte de la vida y no hay que vivirla de forma negativa. Sin embargo, para sufrir una depresión no es necesario tener un motivo que la haya provocado, simplemente uno se siente triste e infeliz, incapaz de hacer su vida normal por más que lo intente. En otros casos, una persona que ha sufrido una pérdida personal (la muerte de un familiar, el trabajo, un abandono amoroso….) puede conllevar a un estado depresivo.

Los principales síntomas que se detectan en una persona que sufre depresión son:

  • Sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad, o vacío
  • Sentimientos de desesperanza y/o pesimismo
  • Sentimientos de culpa, inutilidad, y/o impotencia
  • Irritabilidad, inquietud
  • Pérdida de interés en las actividades o pasatiempos que antes disfrutaba, incluso las relaciones sexuales
  • Fatiga y falta de energía
  • Dificultad para concentrarse, recordar detalles, y para tomar decisiones
  • Insomnio, despertar muy temprano, o dormir demasiado
  • Comer excesivamente o perder el apetito
  • Pensamientos suicidas o intentos de suicidio
  • Dolores y malestares persistentes, dolores de cabeza, cólicos, o problemas digestivos que no se alivian incluso con tratamiento.

La depresión es una enfermedad que puede ser muy limitante, ya que puede afectar a la actividad de una persona, alterando su día a día e impidiendo que pueda realizar sus tareas normales. Existen distintos tipos de depresión y dependiendo de su gravedad se pueden clasificar en leves, moderadas y graves; trastorno depresivo grave, el trastorno distímico, depresión psicótica, depresión posparto, trastorno afectivo estacional y el trastorno bipolar.

Uno de los mayores problemas de esta enfermedad es la falta de diagnóstico: a veces las personas que están deprimidas no saben que lo están y la actitud de las personas que las rodean tampoco ayuda, porque, aunque les animan a salir a la calle a hacer cosas, el enfermo se siente incapaz de hacerlo y eso en muchos casos aún hace que se sienta todavía peor.

Cuando tratamos con una persona deprimida siempre surgen dudas sobre cómo actuar o qué decir, que aunque las cosas se hagan con la mejor voluntad, no siempre es lo más recomendable. Estos son algunos consejos para ayudar a una persona deprimida:

  • Saber escuchar, que la persona sienta que le escuchas de verdad, aunque en ocasiones te repita lo mismo más de una vez
  • Normalmente es mejor no darle consejos a menos que te lo pida, incluso cuando la solución te parezca perfectamente clara
  • Animar al enfermo a hablar, a contar lo que le pasa. Anímale a que siga haciendo las cosas que hacía antes
  • Hay que asegurarse de que lleva una vida sana, que come bien y suficiente
  • Hay que evitar que el enfermo caiga en el alcohol u en otras prácticas poco saludables
  • Si empeora y comienza a hablar de hacerse daño o incluso de suicidio, lo mejor es comentárselo a su médico.
  • Si te preocupa el tratamiento, intenta discutirlo primero con el médico.

La depresión es una enfermedad que suele ser crónica, pero tiene cura. Muchas personas suelen recaer, tienes épocas mejores y peores. Para evitar estas situaciones es muy importante tomarse la medicación de forma correcta, como lo indica el médico y cuando uno se encuentra mejor no dejarla, porque es en ese momento cuando se recae. Sin duda alguna es fundamental acudir al médico cuando uno no está bien para ser diagnosticado por un profesional y decida cuál es la mejor terapia para nosotros. Puede que en algunos casos se remita al paciente a un psicólogo o un psiquiatra para que nos trate y decida cuál es el tratamiento adecuado.