Nada es como parece desde fuera y todo puede ser más si se contempla en profundidad.

Hacer las cosas bien, o hacerlas mal, es algo que solo depende de nosotros. Cada día se aprende algo nuevo, incluso de nuestros actos.

Quien no espera nada de la vida siempre tiende a sorprenderse. Quién lo espera todo termina, irremediablemente, envuelto en frustraciones.

Son tiempos estos en los que te parece que todo aquel que te rodea se encuentra mejor que tú, pero no es verdad. Simplemente ves aquello que no quieres ver o te ciegas ante lo verdadero.

Siente uno, en estas fechas, frío interno y no sabe bien por qué. Son, posiblemente, estos días pesimistas que nos enganchan sin saber por qué. Esos días en los que repasas y te quedas más en los errores que en los aciertos. Tal vez es que los aciertos siempre van acompañados de alegrías y compañías, en cambio los errores te dejan solo entre mil y un pensamientos.

Son días de ansiedades. De agobios provocados, fundamentalmente, por nosotros mismos.

Días en los que te agotas en el lado oscuro de las cosas.

No podemos pretender que los demás sean como nosotros queremos que sean. Debemos valorar aquello que es cada uno, independientemente de que nos guste más o menos. Intentar ir al más allá interior, hasta dar con lo más importante que puede ofrecer una persona y que, normalmente, casi siempre, es el corazón.

Trata uno de llevarse consigo los corazones de las personas, como si fueran pequeños balones, para guardarlos en un cajón que abrir en momentos en los que necesita sentir que es mucho más que un calcetín anudado al pie que camina.

Estos días aprendo que no siempre las palabras son poesía, a veces uno habla y golpea sin pretenderlo a quien menos lo merece.

Es en esos momentos cuando piensas, o tu mente te hace creer que todo se viene abajo, en los que debes probarte como lo que verdaderamente eres: un líder de ti mismo.

Todos, absolutamente todos, no conozco a nadie que no, ni creo a nadie que diga lo contrario, hemos tenido o tenemos momentos de bajón. Momentos de esos en los que creemos que nos hemos equivocado en todo, en los que parece que todo sale mal, que se nos cae de las manos, en los que te vienen inseguridades sobre la dirección que llevas; momentos en los que echaríamos a correr no sabemos muy bien dónde, en los que nos subiríamos a una montaña y gritaríamos o que, simplemente, nos perderíamos en ese silencio con nosotros mismos porque no nos apetece saber nada, de nada ni de nadie.

Es ahí, en ese preciso momento, en el que debemos parar y agarrarnos a nuestra alma lo más fuerte posible, de tal manera que la fuerza nos obligue a reencontrar eso que todos escondemos y no sabemos utilizar porque no entrenamos lo suficiente, nuestra mayor arma: nuestra mente y la capacidad para liderarnos.

Liderarse uno mismo no es fácil, tampoco difícil.

Cada uno de nosotros tiene una fuerza interior capaz de superar una y otra adversidad, para ser quien queremos ser o ir a donde queremos ir. Solo tenemos que querer porque esa fuerza que está ahí estará siempre.

El maestro Epicteto decía:

«El principal quehacer en la vida es éste: distingue entre las cosas, sepáralas y di: "Las externas no dependen de mí, el albedrío depende de mí. ¿Dónde buscaré el bien y el mal? En lo interior, en lo mío". Que en las cosas ajenas jamás hallarás ni bien ni mal, ni provecho ni daño, ni nada semejante».

Nos cuesta cambiar la forma de ver las cosas y eso nos perjudica enormemente.

Si cambias la posición, el ángulo, podrás entender, aceptar y estar en paz. Si quieres cambiar algo en tu vida debes ser capaz, también, de cambiar la manera de ver las cosas.

Interpretas el mundo con tu manera de verlo. Nada es siempre lo que parece.

Recuerda lo que dijo Buda:

«Somos lo que pensamos. Todo lo que pensamos surge en nuestros pensamientos. Con ellos hacemos nuestro mundo».

Si cambias el modo de pensar sobre algo, ese algo cambia.

Realmente deberíamos mirar siempre lo que podemos hacer y no mirar el problema.

Es básico aprender a liderarte porque no es posible ser un buen líder, en cualquier ámbito de la vida, si a nivel personal no lo eres.

Si te lideras a ti mismo, si diriges tu vida, serás capaz de liderar todo.

Un auténtico líder tiene como base fundamental el liderazgo personal.

Es en momentos así, de incertidumbre, de cansancio, de errores, en los que debe salir de dentro ese tú líder. Debes elegir ser tu líder: cómo te gestionas o decides, cómo te relacionas.

Debes limpiar la paja, establecer objetivos y enfocarte en ellos. Centrarte y no mal utilizar tu tiempo.

Nuestro pasado no es determinante en nuestro futuro. Ninguno de nosotros tenemos escrita, todavía, nuestra biografía.

Somos humanos, todos lo somos aunque a veces algunos desgraciados que habitan por ahí, se empeñen en demostrar que no lo son con sus actos repelentes. En general todos tenemos imperfecciones, limitaciones, traumas, inseguridades, carencias, miedos, defectos y complejos. Absolutamente todos, yo más que ninguno de vosotros.

Por ello, siempre el mayor enfrentamiento debe ser contra nosotros mismos y, sobre todo, buscarte, encontrarte y liderarte.

Vive liderandoT.

¿Y si hiciéramos las cosas cuando nos apetece, no cuando la tradición nos obliga? Esa es mi teoría.

Sin duda somos nosotros los que unas veces sin querer, otras queriendo, vamos haciendo nuestra vida.

Vamos tomando decisiones, unas conscientes otras desde la inconsciencia, y así, ese camino largo se va configurando en amaneceres soleados o grises que rezuman siempre esperanza y vida.

Todos crecemos, interna y externamente, a base de decisiones. Las decisiones son tan importantes como que el tomarlas puede cambiar nuestra vida y el no tomarlas también.

No todos pensamos igual y por eso no todos decidimos por igual. Tal vez nos falte ese pequeño empujón que siempre nos haga dar el primer paso.

De tanto que pensamos en el futuro dejamos de vivir el presente.

Y de no tomar decisiones dejamos que otros lo hagan por nosotros y nos vemos, por ejemplo, llevados por la masa de un lado a otro, viviendo en ese eterno despropósito de consumo y deseo de lo que no tenemos, sin valorar lo poco que nos va dejando la vida en el camino.

Lidérate liderándoTe.