Siempre me he preguntado cómo podemos entrenar nuestra fuerza de voluntad, ya que ser débiles en este sentido afecta negativamente nuestra vida. Si observamos a las personas que tienen fuerza de voluntad, podremos notar obviamente que son disciplinados y además que poseen un fuerte sentido de identidad y autoestima. Aspectos más que imprescindibles en la vida de todos los días. Con fuerza de voluntad podemos superar nuestros vicios, llevar a cabo nuestros planes, realizar nuestros sueños, superar los problemas y vivir plenamente.

Sin fuerza de voluntad somos una hoja que arrastra el viento, victimas eternas de las situaciones y vicisitudes, que inexorablemente encontramos en nuestra vida cotidiana. Muchos deportistas desarrollan su voluntad siguiendo arduos programas de preparación física. También lo he notado entre muchos músicos, que se esfuerzan en mejorar sus habilidades y esto es característico de los artistas, que se exponen a evaluaciones continuas e identifican áreas donde pueden mejorar y lo hacen sin tirarse atrás ni procrastinar. La fuerza de voluntad la encontramos en muchos otros ámbitos y actividades y es un ingrediente fundamental de la madurez.

En general, podemos afirmar que no existen «vencedores» sin este atributo y, sin embargo, hacemos poco o nada para fortalecerlo y tenerlo presente, no solo en nuestra vida y quehacer, sino además para pasarlo a los niños. Por estas razones, es importante comenzar a temprana edad con actividades e intereses que puedan ser cultivados todos los días. Cada vez que me encuentro delante de una persona, me pregunto que ha hecho para mejorarse a sí mismo, en qué ha invertido su tiempo y con cuáles han sido sus esfuerzos.

Estudiar, leer y aprender cosas nuevas, representan en la práctica un terreno, donde podemos entrenar y hacer más robusta nuestra fuerza de voluntad, que entre todos los aspectos ya mencionados, incluye también el autocontrol, la capacidad de soportar el dolor, dominar el miedo y desarrollarse como individuo. Los viejos estoicos afirmaban que sin voluntad no existe la libertad personal y esta es una de las tragedias que estamos viviendo. Fijemos pequeños objetivos como leer un libro cada semana, estudiar un nuevo idioma, hacer ejercicios, consumir menos, levantarnos temprano, comer mejor, evitar vicios y hagámoslo sistemáticamente hasta que se convierta en una hábito y que este pase a ser virtud.

En los niños tenemos que pensar en sus motivaciones para que trabajen con ellas y las transformen en intereses duraderos que les dé una dirección y sentido en la vida. Hay que partir de sus curiosidades, de sus preguntas y canalizarlas en actividades, habilidades y estudio, seduciéndolos a la vida, cada vez más motivados y con fe en sí mismos, capaces de concentrarse, de poner atención y profundizar los temas y tareas con disciplina y pasión.

Algunos insisten en la competencia y la rivalidad como una manera de estimular la fuerza de voluntad. Personalmente prefiero que todo lo que se haga sea fundado en la motivación e intereses personales, reduciendo al mínimo las gratificaciones externas y la necesidad de reconocimiento, ya que esto nos hace vulnerables. Esto es lo que hago conmigo mismo cada día y en varios sentidos. El esfuerzo que lentamente es superado como tal, me permite ir siempre más lejos, dejándome una sensación de satisfacción personal con todos los objetivos realizados.