Su magna obra la realizó en varios países, pero principalmente en Alemania, su patria, luego en Austria y posteriormente en la actual Italia. Con su monumental trabajo en seis volúmenes Un sistema completo de policía medica, publicados entre 1779 y 1817 (con otras publicaciones su total llega a 18 volúmenes), dejó muy bien establecidos los principios fundamentales de lo que constituye ahora la salud pública. Tuvo suficientes años de vida para dejar por escrito tanta experiencia fruto de trabajos realizados en muchos campos de la salud, ya que alcanzó a vivir hasta los 76 años, edad muy avanzada para la época. Se le considera también uno de los padres de la medicina social, ya que siempre consideró a la enfermedad, como una consecuencia de la pobreza. Como si fuera poco, fue un gran clínico y educador médico y además contribuyó a sentar las bases de la administración de hospitales y de la salud en general.

Sus logros iniciales

Nuestro personaje nació en Rodalben, en la región de Baden, muy cercana a la frontera francesa, lo que le permitió beber de ambas culturas. De hecho su abuelo era francés y su padre se dedicó con éxito al comercio. Por esta última razón deseaba que su hijo siguiera sus pasos, no así su madre, la cual prefería que Johann abrazara la carrera eclesiástica. En un principio parecía que ella podía tener éxito en sus aspiraciones dado que Frank se formó con los jesuitas y luego estudio filosofía y ciencias, obteniendo un doctorado en estas últimas, pero luego sorprendió a sus padres comunicándoles que iba a estudiar medicina, escogiendo para su propósito hacerlo en Heidelberg y Estrasburgo. Se graduó con honores y escogió como tema de su tesis la «alimentación infantil».

En un trabajo que escribió sobre Frank, que prácticamente lo rescató del olvido, el gran filólogo franco-suizo Henry Sigerist, nos dice sobre él que ya a la temprana edad de 21 años, tenía muy claros sus objetivos para el futuro. Trabajar en defensa de la salud colectiva para el disfrute feliz del ser humano, escribiendo normas para ser aplicadas en todas las etapas de la vida. En ese momento, a tan corta edad, escribió el primer libro sobre esas materias y de allí en adelante no tuvo descanso hasta culminar con su obra magna, que más adelante citaremos. Sin embargo, esa opera prima tuvo un final inesperado. Cuenta Sigerist que una vez finalizada, Frank lo envió a un editor, quien sin su autorización le agregó algunas modificaciones. Indignado, no le quedó más solución que mandar a quemar todos los ejemplares.

Inicia su actividad como médico jefe de un distrito de Baden, abordando los problemas sanitarios de una población. Al poco tiempo se enfrenta a una epidemia de tifus, permitiéndole realizar un estudio epidemiológico de acuerdo a los conocimientos de la época. Tiene, a seguidas, un ascenso ya que es nombrado médico de cabecera del encargado oficial de la defensa de la frontera (Magrave) de Baden-Baden, teniendo así, acceso a la corte de Rastatt. En ese cargo, pudo poner en práctica algunas de sus ideas sanitarias. Su camino al ascenso profesional estaba bien pavimentado y pronto fue llamado para servir de médico particular del obispo de Spires.

Su interés particular en esta época se orientó a los niños y a la preparación de las parteras, con tanto éxito que logró hacer descender la mortalidad infantil y materna de una manera apreciable. Es en este momento en donde se desarrolla su labor docente al fundar una escuela para cirujanos y más importante, con tanta experiencia acumulada, publica el volumen de su libro (1779), que está dedicado especialmente a la salud reproductiva (matrimonio, embarazo, parto, maternidad, crecimiento) y al tema de la población (demografía). Con ella da inicio a la obra que le deparará fama imperecedera: Un sistema completo para una policía médica, para muchos, considerado como «el primer tratado sistemático en cuestiones de salud pública e higiene» (Medina-De la Garza, Koschwitz C).

Poco tiempo después, edita el segundo volumen (1780), esta vez dedicado a las enfermedades venéreas, la prostitución, el aborto y en general, a las relaciones sexuales. Antes de continuar precisa una aclaratoria. A primera vista, el término policía confunde por dar la idea de represión, pero en esa época, tenía otro significado. Se entendía más bien por administración civil, política del estado. Frank era un fuerte defensor del «despotismo ilustrado». Creía firmemente en que el Estado estaba en la obligación de enseñar al pueblo lo que es la vida saludable. Para eso se requería de una política sanitaria. Tres años después, en 1783, sale publicado el tercer volumen de su libro, esta vez dedicado a la nutrición, el control alimentario, la vivienda y la vestimenta.

Se amplían los horizontes

Ya la fama de Peter Johann Frank estaba en proceso de consolidación. En ese momento recibe ofrecimientos para ocupar cátedras en las universidades de Gotinga, Pavía y Maguncia. En un principio optó por Gotinga pero un año después, por razones del clima, se decidió por la Universidad de Pavía. En esta institución realiza una labor extraordinaria, al frente de las cátedras de farmacología práctica y la de clínica. Reforma totalmente el curriculum médico, le concede mayor importancia a la patología y eleva el prestigio de la universidad.

Aparte de su trabajo académico, Frank es nombrado director general de salud pública de Milán, la Lombardía Austríaca y el ducado de Mantua. Tiene la responsabilidad de supervisar todos sus hospitales y conocer de cerca, los graves problemas de salud, la pobreza regional, el pésimo saneamiento, todo lo cual incrementa su caudal de conocimientos y le incita a continuar escribiendo. Así, en 1788 publica el cuarto volumen de su libro. Habían pasado cinco años de la publicación del tercer volumen. El exceso y variedad de su trabajo, junto las altas responsabilidades asumidas le habían impedido dedicarse con el ímpetu anterior, a la redacción de su obra. En esta ocasión lo dedicaba al estudio de los delitos, de los accidentes, las instituciones de seguridad y sus relaciones con la salud pública. Abordaba algunos temas de lo que hoy conocemos como medicina forense.

Su gran legado en Italia había sido controversial, tanto por su impacto sobre la salud, como también en el ámbito social, económico e incluso en la esfera eclesiástica , y Frank se había ganado numerosos enemigos entre todos estos grupos. La consecuencia resultó en que fue acusado ante la corte de Viena, a la que acudió a defenderse, con mucho éxito por cierto, ya que resultó absuelto, pero tanto jaleo le ocasionó fastidio y cansancio, por lo que al recibir la oferta de dirigir el hospital de Viena, aceptó de inmediato. Dicha institución, después de ser uno de los mejores centros clínicos de Europa, había entrado en decadencia poco después de la muerte de Francisco II. Con la gran capacidad organizativa y criterios modernos de enseñanza de la clínica, tanto que el mismo se hizo cargo de una de las cátedras, Johann Peter Frank en poco tiempo logró un viraje espectacular y el hospital volvió a tener su fama reconocida.

Pero de nuevo, en Viena, encontró oposición y envidia por sus reformas no tradicionales e ideas novedosas entre sus colegas, especialmente aquellos que tenían influencia en la corte, e incluso entre la iglesia que no olvidaba su posición en contra del celibato de los sacerdotes. Quizás también cierto aldeanismo regionalista ya que era alemán. Nuevamente se sintió incomprendido y maltratado, pese al beneficio que había traído para los gobernantes y el pueblo en general. Para ese entonces, le seguían llegando solicitudes para que trabajase en otras instituciones académicas y entre ellas aceptó la jefatura de la cátedra de clínica médica de la universidad de Vilna. Allí permaneció un año, hasta que le llegó otra oferta que no podía rechazar. Ser el médico personal del zar Alejandro I y dirigir la academia médico quirúrgica de Rusia. Allí permaneció por cinco años hasta que una disentería minó su cuerpo y decidió volver a su natal Alemania. Pero antes pasó por Viena, en plena guerra napoleónica y se dice que Bonaparte, conocedor de su fama, lo invitó a trabajar con él en París, oferta que no aceptó.

La última etapa de un peregrinar sin descanso

Agotado de recorrer y vivir laborando en medio Europa, recibiendo muchísimas satisfacciones personales, así como generosas gratificaciones, pero también desaires, injurias, ofensas y acusaciones infundadas, decidió retirarse a Friburgo de Bisgrovia, en su tierra natal, acompañado por su hija. La tranquilidad excesiva del ambiente y el buen cuido familiar, le hizo recuperar energías, pero un año después, su inquieto espíritu sintió aburrimiento y necesitado de estímulos más fuertes. Regresó a Viena en 1811 y allí se quedó hasta terminar sus días el 24 de abril de 1821.Pudo entonces a dedicarse con entusiasmo a dar término a su magnífico libro.

En 1814 publicó el quinto volumen y esta vez, aparte de reforzar los temas tratados en su anterior, cubrió suficiente espacio para dedicarlo a asuntos relacionados con la muerte. Pronto le siguió la publicación del sexto volumen y como un compendio de su enorme conocimiento lo enfocó al «arte de curar en general y su influencia en el bienestar de la sociedad». Como dice Sigerist, el verdadero rescatador de la memoria de nuestro gran héroe, también no podía dejar de abordar el tema de la educación médica, otra de las inmensas tareas que a lo largo de toda su vida, Frank siempre realizó.

En Viena ejerció la medicina privada con gran éxito y tuvo suficiente tiempo para seguir escribiendo, una actividad que siempre lo apasionó. Los últimos años los vivió rodeado de afecto y reconocimiento general. Basta decir que Alexander Von Humboldt, el gran naturalista, después de visitarlo dijo de él que

«pocas veces había conocido había conocido a alquien que le hubiese impresionado tanto y quién mostrase una claridad de ideas, sobriedad y escrupulosidad en la evidente brillantez del genio».

Otro gran médico de la época lo describe como

«un individuo culto y erudito, tanto médico como literariamente, desprovisto de pedantería, versado en idiomas (...). Afable y atento por igual con ricos y pobres, conjuntaba las cualidades que se aprecian en un médico y en un hombre de estado [Sigerist]».

Por todo ello, merecedor por mucho de este modesto homenaje que le hacemos con este artículo.