De los creadores del Hygge, llega el nuevo estilo de vida, Lagom. Esta vez viene de la mano de sus vecinos suecos, que también han querido reivindicar un término que define el modo de vivir de un país tan ejemplar como es Suecia. Y quizás deberíamos prestar atención a sus pequeños secretos porque el Foro Económico Mundial y otros organismos internacionales sitúan a Suecia por delante de otros países en casi todo lo comparable: competitividad, igualdad, niveles bajos de corrupción, innovación, calidad de vida, educación...

Y es exactamente en este punto donde debemos reivindicar la importancia y puesta en práctica del término. Lagom es una palabra sueca que viene a potenciar la virtud del punto medio. Casi la perfección. *Lagom significa «la cantidad justa», evitar el exceso y la limitación extrema, lo que permite comprender mejor lo que nos hace felices y lo que funciona para nuestro bienestar mental.

Pero para comprender la idea que se esconde detrás de estas letras es importante acudir a su origen. Una idea muy extendida es que la palabra Lagom proviene de las comidas de la antigua sociedad agrícola donde acostumbraban a comer de la misma olla y beber del mismo vaso, pero de modo que alcanzara para todos.

Sin embargo, el diccionario de la Real Academia Sueca categoriza la etimología como una vieja declinación de la palabra lag (ley) donde el sufijo -um en el sueco antiguo determinaba el dativo de la forma plural. El significado original de la palabra laghum, que era su deletreo normal, era 'de acuerdo a la ley' aunque, no estaba necesariamente ligado a una ley jurídica. Tenía un significado similar a la expresión 'en común'. De este modo, Lagom sería en definitiva ‘cumplir con la ley’. Como debe ser.

Un término algo abstracto (incongruentemente) que derivó con el tiempo a la idea de ‘aproximado’ o 'apropiado', o más campechanamente a la expresión 'ni mucho ni poco'.

Aplicación actual del término

De este modo, Lagom se ha convertido en la receta de la felicidad e incluso, perfección sueca. Lagom ya no es sólo una palabra, sino la esencia de lo que significa ser sueco y vivir como tal. Suecia quiere abanderar la idea y trasladarla al resto del mundo como la fórmula de su éxito.

Según explican los expertos, un tipo de felicidad Lagom no es ni exaltado ni eufórico, y claramente nada jactancioso, sino comedido. Y es precisamente esta cualidad de equilibrio la que parece ser el secreto de la felicidad verdadera y sostenible. Lo que reivindica el término es ser más consciente de las emociones, del cuerpo y del bienestar de uno mismo.

Y es extensible a números campos como el profesional, la gastronomía, el deporte, la relación con la naturaleza o con los sentimientos…

Ser Lagom es conciliar vida social, ocio y trabajo. Es descansar, es relacionarse con la naturaleza, es no tener pretensiones, es aburrirse para valorar la diversión, es orden, es consenso, es ahorrar, es ser políticamente correctos... en definitiva es un guion.

Sin embargo, ¿cómo encajaría esto en el modelo de vida española?

¿Seríamos capaces, o más bien, querríamos en España adaptar este estilo de vida?

Lo cierto es que la moderación y lo comedido no va mucho con nuestro estilo de vida, un modo de vida que al final acaba siendo un atractivo para miles de turistas que provienen de países nórdicos en busca de experiencias, riesgo, diversión e imperfección. ¿Reside la felicidad en lo exacto, en lo perfecto? Permítanme que lo dude, aunque no deje de abrazar algunas de las filosofías de esta palabra que últimamente se ha colado en mis conversaciones.

Está bien eso de ser conscientes de lo que nos pide nuestro cuerpo y mesurar en justa medida nuestros sentimientos, pero al final la pasión está en nuestro ADN y… ¿Cómo puede ser malo algo que nos hace sentir tan bien? Menudo dilema.

Aplicaciones

La moderación, la sostenibilidad, el punto medio entre los extremos de Aristóteles llevado a la práctica no es una utopía. Si ya lo decía Horacio... (recuerda su definición de virtud: «el término medio entre dos extremos igualmente viciosos»). Y esta fórmula ha proporcionado al conocido como país de la leche semidesnatada, magnos y asombrosos beneficios. También en la alimentación.

Una cocina nada pretenciosa, pero tampoco sencilla, que tiende al consumo sostenible y ético con predominancia de productos frescos y de temporada. Esa es la forma de elaborar platos Lagom, que reutiliza las sobras, y de hecho, posee incluso un plato nacional basado en ellas: pyttipanna. ¡Qué decepción pensar que no somos los únicos que utilizamos las sobras, por ejemplo, del cocido para hacer croquetas!

Pero la tendencia al equilibrio en la gastronomía no acaba aquí. Suecia ha desatado una fiebre global por la nueva cocina nórdica... y ha conseguido que proliferen en su tierra los backfickar (cuya traducción es «bolsillos traseros»), restaurantes asequibles dirigidos por los mismos cocineros con estrella Michelin que han revolucionado el panorama gastronómico mundial. Esta parte, que busca la excelencia a precios asequibles nos podría encajar más en la península.

Otra derivación del término es la de valorar el silencio en las reuniones sociales. ¡Con lo que nos gusta chillar a los españoles alrededor de una mesa!

El problema, no obstante, es que cambia de acepción según el contexto. Podría significar apropiado en los entornos sociales, moderación en los alimentos, menos es más en la decoración de la casa, mindfulness en el bienestar, sostenibilidad en los estilos de vida y lógica en los negocios.

Sin embargo, la atención que ha acaparado esta oda a la moderación también tiene sus detractores. ¡Y no nos extraña! Para algunos colectivos el término ha evolucionado hasta significar «aburrido», y son muchos los suecos que no quieren que se les asocie con él. De hecho, el columnista de The Guardian Richard Orange describe el concepto como una «doctrina asfixiante de abnegación luterana».

Y es que el hygge danés tiene su rollo, valorar las pequeñas cosas tiene su parte disfrutona y funciona como un estilo de vida al que poder aspirar, mientras que su impostor sueco, no. En resumen y para neutralizar un poco más mi opinión, en Suecia se toman muy en serio el compromiso más global mientras que el modo vital made in Dinamarca piensa un poco más en el 'aquí y ahora'. Algo que encaja más con la mentalidad española y que en caso de tener que seguir un ejemplo lo haríamos de mejor grado.

Aunque igual que lagom, el hygge tampoco es la panacea, es simplemente una filosofía que al ritmo del siglo XXI quedará en una moda más. En definitiva, hay pequeñas diferencias entre los dos términos, aunque, siendo sinceros, el éxito de ambas de basa en la misma idea: la necesidad que tenemos por encontrar una solución a nuestra vida hiperactiva. Que ya dudamos en calificar de vicio o afición. Es ese "no me da la vida", las prisas y el no pararse a disfrutar de las cosas que marcan nuestro ritmo de vida los que han hecho que el influjo escandinavo nos haya encandilado como un refugio. Pero ¿qué tal si de ahora en adelante somos nosotros mismos, poniéndonos los límites y reglas que necesitemos para vivir más plenamente y disfrutando de aquello que nos hace sentir más vivos? Busquemos nuestro propio lagom y hagamos las paces entre nuestros deseos, necesidades y responsabilidades.