Mucho se han hablado en los últimos meses sobre la realidad de ciertas terapias que actualmente se estaban empleando sin ningún tipo de impedimento ni control y que desde la Unión Europea se ha advertido y comunicado sobre la necesidad de regular.

El motivo por el que estas pseudoterapias han sido rechazadas por los colegios profesionales, las universidades e incluso por el Gobierno, es porque no están avaladas suficientemente por la evidencia científica que ratifique su eficacia y efectividad.

En el listado de pseudoterapias afectadas han quedado algunas de corte psicológico, aspecto que ha sorprendido a aquellos profesionales y pacientes que la han usado durante años.

Si bien las causas por las que cada una de las pseudoterapias están incluida en dicho listado no se especifica, ni se determina en cada caso que tengan efectos contraindicados o nocivos, sí se advierte que emplear estas pseudoterapias retrasa al paciente para que acuda a su centro de salud y le orienten sobre las terapias más eficaces sobre su enfermedad.

A pesar de lo anterior hay que tener en cuenta que en muchas enfermedades existe un componente psicológico, ya sea de sobreatención en la propia afectación, así como aspectos anímicos que conlleva padecer, por ejemplo, una enfermedad crónica.

Es precisamente en estos casos donde se observa cierta mejoría entre los pacientes que acudían a estas pseudoterapias, no tanto por el método empleado, sino por el apoyo psicológico que se recibe en esos casos.

Sobre la relación entre el estado de ánimo y las enfermedades crónicas, en el 2014 se llevó a cabo una investigación por parte el Departamento de Enfermería de Salud Comunitaria, Colegio Universitario Al Farabi; la Facultad de Enfermería, la Universidad de Jordania; la Faculta de Enfermería, Universidad del Rey Saud y el Centro de Cáncer del Rey Hussein (Jordania) cuyos resultados fueron publicados en la revista científica Psychology.

En el estudio participaron 806 pacientes, el 45% mujeres. Todos ellos venían padeciendo una enfermedad crónica como mínimo desde los seis últimos meses, ya fuesen estas una diabetes tipo II, artritis reumatoide, enfermedades cardiovasculares, cáncer o enfermedades pulmonares.

Se emplearon seis cuestionarios previamente traducidos al árabe, el Multidimensional Scale of Perceived Social Support para analizar la percepción de apoyo social de los pacientes, el Beck Depression Inventory-II (BDI-II) para evaluar la presencia de síntomas depresivos, el Psychological Stress Measure (PSM) para evaluar los niveles de ansiedad, el COPE Inventory para evaluar el manejo del estrés, el Life Orientation Test (LOT-R) para los niveles de optimismo y el Satisfaction with Life Scale para los niveles de satisfacción con su vida.

Los resultados indican que más de la mitad de los pacientes con enfermedades crónicas muestran síntomas depresivos, de ellos el 27% son leves y el 31% moderados.

Igualmente, estos pacientes muestran bajos niveles de optimismo en la mitad de los casos, con una habilidad moderada para el manejo del estrés, a pesar de lo cual cuentan con niveles elevados de satisfacción con su vida, niveles moderados de estrés, y bajos niveles de percepción de apoyo social.

Es decir, y basado en esta investigación, las personas con enfermedades crónicas no sólo deben de ser atendidos por su problema, sino que a más del cincuenta por ciento de los mismos se le debería de dar atención psicológica para que la sintomatología depresiva no derivase en una depresión mayor y con ello perjudicase su recuperación.