El invierno llega a su fin, los días empiezan a ser más largos y las temperaturas, con sus altos y bajos, van empezando a subir. Todo esto es sinónimo de una cosa: que la primavera llega y, con ella, el inicio del florecimiento de los árboles y las plantas.

Esta es también la época en que la gente, poco a poco, va despojándose de los abrigos y las prendas más gruesas, las terrazas empiezan a ganar gente y el humor de las personas mejora. Sin embargo, los alérgicos y asmáticos, con la llegada de este tiempo, empiezan a temblar.

El polen y el ambiente cargado, fruto del florecimiento, son los principales enemigos de las personas con algún problema respiratorio, como el asma, o con alergias, como el polen, y es precisamente en primavera cuando estas personas, al exponerse al ambiente y a los entornos exteriores, ven como su aparato respiratorio sufre más de lo habitual.

Urgencias registra cada año un aumento de las atenciones por problemas respiratorios, al igual que los médicos de cabecera, y las recetas de antihistamínicos e inhaladores van y viene para apaciguar estos problemas y mejorar, en la medida que se puede, el bienestar diario de estas personas.

Toda prevención es poca y, en muchas ocasiones, muy difícil de llevar a cabo. La opción más drástica, la de no salir de casa y mantener todo cerrado, parece misión imposible; cada uno, sea trabajo o estudios, tiene sus obligaciones y el contacto con el ambiente cargado no se puede evitar. Ante esta situación, la única opción es combatir los síntomas con lo que nos prescriba el médico y la paciencia. Habrá días en que uno se va a encontrar mejor e incluso con ánimo para quedar a tomar algo en una terraza o ir de paseo, mientras que otros, ni realizando el tratamiento indicado, se podrá separar del pañuelo y el moquillo siempre estará presente, con los estornudos de acompañante, o le costará tanto respirar que sólo va a querer estar sentado en el sofá de su casa sin hacer nada. Un tira y afloja que sólo la persona y la paciencia sabrán cómo manejarlo.

Los que ya están diagnosticados saben lo que les espera y en muchas ocasiones saben cómo afrontarlo y cortar los síntomas en medida de lo posible, aunque en ocasiones no queda otra que realizar una visita a urgencias si se empeora más de lo habitual o no hay mejoría, con objeto de seguir un tratamiento más preciso o más fuerte. Por otro lado, para quienes sufren estas reacciones por primera vez, sobre todo en el caso de niños, no queda otra que ir al hospital para saber qué es lo que pasa y, en más de una ocasión, quedarse ingresado.

Paciencia y fuerza, la primavera es corta.