Este mes he podido conversar con Jhoan Tello y Sonia Cabanillas. Los dos son psicólogos y fundadores del Detection Institute, en Perú, y utilizan e investigan sobre comunicación no verbal como yo en España.

Juntos hemos estado charlando en varios foros sobre cómo, con la llegada del coronavirus, la expresión facial, la distancia y el tacto, que eran variables muy potentes a la hora de analizar la conducta humana, han disminuido su importancia. Por eso la variable mas potente a la hora de entendernos va a ser junto a los gestos, la postura.

Gracias a ella podemos entender básicamente el grado de interés y apertura hacia los demás, reflejados en la exposición y orientación del torso. Una persona que tiene su eje corporal opuesto al nuestro significa que no quiere conversar con nosotros o no está de acuerdo con lo que estamos contando. Al revés, una persona con nuestra misma postura, que gesticula, que nos mira, esta interesada a nuestro dialogo.

También es un potente indicador del estado emocional y predisposición a la acción: posturas expansivas indican satisfacción y actividad; mientras las posturas de contracción se vinculan a la negatividad y la pasividad. Y a partir de ahí, si son repetitivas, pueden denotar incluso nuestra personalidad.

La postura tiene también una gran incidencia en nuestra imagen personal, sobre todo para transmitir confianza, estabilidad y seguridad.

Pero hay un descubrimiento muy importante que revela como nuestras posturas influyen en nuestro estado de ánimo y en la segregación hormonal.

Según investigaciones de Amy Cuddy, psicóloga graduada de Harvard, explica ella en una conferencia vía TED que las personas podemos generar cambios actitudinales, influir sobre nuestra mente, nuestros pensamientos.

El estudio de Cuddy demostraba que pararse o sentarse de cierta manera (aunque sea por dos minutos) hacia sentir a la persona como mas segura y confiada y a nivel fisiológico incrementaba los niveles de testosterona y reduce la hormona cortisol, considerada como la hormona del estrés. Incluso se demostró que la tolerancia al riesgo aumentaba.

Estos cambios inmediatos gracias a esta postura corporal nos permitirán estar mas seguro de nosotros mismos. Es algo muy fácil que podemos hacer en casa, en el baño o donde sea para afrontar una entrevista de trabajo, hablar en publico o durante una primera cita.

Jhon y Sonia nos dan un ejemplo que también uso en mis clases en la universidad y que os animamos a utilizar todas las veces que necesitáis un empujón extra, cuando necesitáis sentiros seguros y enérgicos si estáis pasando por un momento difícil:

1) Pararse delante de un espejo.

2) Con la mirada, localizar las posturas de abatimiento (hombros caídos, espalda y tronco encorvado, piernas juntas y semidobladas a la altura de las rodillas, puntas de los pies dirigidas hacia el centro, cejas caídas y labios apretados).

3) Hacer un «reajuste postural», es decir, los gestos y posturas que indicaban abatimiento las debemos retornar a su posición natural, por ejemplo: los hombros caídos los levantamos al mismo nivel uno del otro, la espalda y el tronco encorvado los enderezamos apoyándonos de un par de inspiraciones y expiraciones de aire hasta que el tronco se encuentre firme, recto y a la vez relajado sin soportar exceso de tensión, las cejas caídas las levantaremos continuamente hasta que se ubiquen en una posición que proyecte una mirada neutral dejando atrás la mirada temerosa y finalmente los labios apretados los reajustamos abriendo la boca hasta su limite en varias repeticiones para que los músculos que la rodean se relajen y faciliten la sonrisa y el habla.

4) En este momento, hay que utilizar las posturas de poder. Que pueden ser:

  • Las piernas abiertas, pisando firmemente con tus pies, sube tus brazos con forma de V.
  • Sentado en una silla, pon tus pies sobre la mesa y pon tus manos tras tu cabeza.
  • Al borde de una mesa con las piernas abiertas, apoya tus dedos sobre ella con los brazos abiertos e inclínate ligeramente hacia adelante.
  • Las manos sobre tu cadera, saca el pecho y sube tu barbilla.

Recuerda. No solo tu cuerpo revela cómo eres y cómo te sientes, sino que tú puedes hacer que tu cuerpo te haga sentir como tú deseas.