Recuerdo a mis padres, hermosas personas, tuvieron la paciencia y el amor para criar a 12 hijos.

Hoy día las personas han cambiado, ya no tienen 12 hijos; tienen, a lo más, 3 o 4 hijos. ¿En la vida social qué significado tiene esto? Que no habrá quien financie las pensiones de la anterior generación.

En el largo plazo ya se está empezando a materializar, el ser humano ya no va a tener 3 sino un hijo o ninguno.

¿Favorece esto al ser humano? Definitivamente no. ¿Por qué?

¿Un planeta para quién? ¿Para quién o quiénes estamos construyendo parques, jardines, edificios, para qué queremos cuidar el planeta si no habrá gente que lo disfrute? Es más, para como va la cosa nos estamos condenando a la extinción de la especie.

Cualquiera que haga una proyección matemática lo puede comprobar. Difícil es que una generación sobreviva más de 100 años; las generaciones de humanos que hoy día pisamos la Tierra en 100 años ya no estaremos. Y si los pocos que quedan se reproducen al orden de una persona por individuo fértil, casi que en 300 años los humanos estaremos extintos. Y es que a nivel mundial desde los años 60 se viene desarrollando todo un esquema de control poblacional, dirigido a disminuir el número de seres humanos sobre la Tierra.

Si se sigue en ese rumbo poblacional, en 200 años o antes calculo que el ser humano estará desapareciendo del planeta. Ya algunas figuras públicas internacionales han hablado de disminuir la población con el pretexto del cambio climático y el excesivo consumo de los recursos del planeta.

No señores, el mundo no es usted o yo, usted y yo pasamos, como pasamos todos. Pero si ya nadie tendrá hijos, ¿cuál es el objeto?

No se trata de volver a tener 12 hijos, no; mamás como mi mamá ya no hay, pero esa desesperación por frenar aún más la natalidad nos llevará posiblemente al fin de nuestra especie.

También el uso de sustancias dañinas como el glifosato y otros, dirigidos a la producción agrícola, con ello lo que hacemos es ponernos una soga al cuello como especie. Debemos cuidar el planeta, no ensuciemos lo que es nuestra mayor riqueza: la diversidad biológica y humana.

Me dirán, la vida es muy dura, no debemos traer hijos a sufrir al mundo. ¡Qué respuesta más pobre y cobarde! Biológicamente, todas las especies, el ser humano también, planifica su historia biológica naturalmente, sin que la forcemos.

Pero veamos, en el fondo es que queremos seguir consumiendo plástico y tirándolo al mar, es que queremos seguir quemando el bosque y no cuidarlo, es que queremos seguir contaminando lo más valioso que nos da vida: el aire y el agua. Y consumir, consumir, consumir.

Los niños no son el mal, nosotros estamos llevando el planeta al mal, es decir, a su muerte biológica. Planificación familiar sí es necesaria, pero no se debe imponer ni invertir cifras multimillonarias con el fin de despoblar forzosamente, porque la pobreza no se da por falta de recursos en el planeta, se da por mala distribución de estos, cosa que debemos solucionar de alguna manera.

Además, no hay que ser rico para ser feliz, la felicidad responde más bien a aspectos psicológicos que dependen de la satisfacción profunda consigo mismo en cada individuo. Si me acepto como soy y acepto a quienes me rodean con sus defectos y virtudes es muy posible que tenga una vida feliz.

Así es que, a tener hijos, que sin duda son divinos los bebés. Háganlo ahora porque quizás luego será tarde, gente del siglo XXI.

¿Extinción de la humanidad?

Todavía para nosotros las cartas no están echadas, estamos a tiempo, si es que ciertas organizaciones y personalidades se dan cuenta que ni ellos ni sus hijos son eternos y dejan de promocionar estas políticas anti poblacionales.

¿Es que quieren convertir el planeta Tierra en un mundo solo de robots? ¿A quién o a quienes responden estos señores que buscan diezmar la población? Porque a la humanidad, no.