Somos dueños y responsables de las decisiones que tomamos. Nadie más lo es. Cada decisión es nuestra y de nadie más.

Podemos elegir hacernos daño o podemos vivir en el amor. Vivir en el amor es vivir en la consciencia del presente, en la realidad y no atrapados y dirigidos por el ego, por esos pensamientos y creencias que nos dominan.

El ego siempre será su peor enemigo. La autocrítica su aliado. Podemos dedicarnos a caminar sumidos en la oscuridad o, por el contrario, y en la circunstancia que sea, ver la luz del día más allá de la noche.

Somos nosotros quienes elegimos.

Nuestro cuerpo es nuestro vehículo, pero el volante de ese vehículo es la mente.

¿Y quién está al mando del volante?

Nosotros.

UCDM, en el libro Manual del Maestro, capítulo 12, nos dice que…

El cuerpo se convertirá para ti en aquello para lo que lo uses. Úsalo para pecar o para atacar, que es lo mismo, y lo verás como algo pecaminoso. Al ser algo pecaminoso es débil, y al ser débil, sufre y muere. Úsalo para llevar la palabra De Dios a aquellos que no la han oído, y el cuerpo se vuelve santo. Al ser santo no puede enfermar ni morir. Cuando deja de ser útil, se deja un lado. Eso es todo. La mente toma esta decisión, así como todas las que son responsables de la condición del cuerpo.

Está en sus manos cambiar.

Para cambiar tendrán que despojarse de ciertos pensamientos que los frenan y los llevan por el camino equivocado, convirtiendo su cuerpo en algo débil que va marchitándose con el tiempo si no le ponen remedio.

La gran mayoría de las creencias que nos acompañan no son en verdad nuestras.

Nos sentimos culpables de todo y por todo.

La culpa nos señala, determina quién ha fallado en algo.

Culpables de lo que nos ocurre.

Culpables de nuestros sentimientos.

Culpables de esas decisiones que tomamos.

Culpables de nuestras acciones.

Hacemos nuestra toda la culpa y eso nos va marchitando por dentro.

Para cambiar, para dejar de marchitarse, solo tienen que desear paz. No necesitan nada más para vivir que esa paz.

Este año está resultando ser un desafío para la gran mayoría de nosotros. Nos hemos enfrentado a obstáculos que jamás hubiésemos pensado. Una pandemia que no solo nos ha traído el temor al contagio, sino que nos ha llenado la vida de dudas, incertidumbres, miedos, inseguridad… la muerte ha aparecido en nuestras vidas recordándonos que somos seres impermanentes, que estamos de paso y que hoy es hoy pero mañana no sabemos si será.

La vida, por más difícil que sea, vida es. Depende de nosotros vivirla y nada justifica dejarla ir, pasar. Hablar de presente siempre es ilusionarse con el futuro. Es vivir más.

Todos hemos sentido, ahora más que nunca, ese miedo a los finales, a los trabajos perdidos, a esas mudanzas a lugares o casas que no han sido nunca nuestros, a la pérdida de las relaciones… a la vida.

El miedo nos zarandea porque parece que del cielo tan solo amenazan las tormentas.

Pero hay que seguir. Hay que vivir.

Hay que seguir soñando con el futuro desde el aquí, desde el ahora.

Cuántos de nosotros despertamos cada día sintiendo que la vida sigue igual, que está hecha una mierda, que no cambia.

Cambiar depende de nosotros.

Queremos mejorar. Todos queremos mejorar. Todos deseamos mejorar. Pero ¿cuántos estamos dispuestos a comprometernos, a sacrificarnos, por mejorar?

Crecer y mejorar es un trabajo continuo.

La responsabilidad es el compromiso para mejorar las cosas.

Somos los responsables de mejorar nuestra vida, de hacer que las circunstancias sean como nosotros queremos que sean.

No dejemos que la vida se vaya como si nada.

La vida cada día es un desafío. Es cierto que para unos más y para otros menos. Nada es fácil y estamos viviendo momentos que lo hacen todavía más difícil.

Hoy, este presente, es una oportunidad que se nos ofrece para aprender, para crecer, para convertirnos en mejores personas.

Tienen la capacidad de cambiar, de crear, lo que quieren en sus vidas.

Su mundo exterior siempre será un reflejo de su mundo interior.

Dediquen un tiempo cada día a convertirse en las personas que tienen que ser para conseguir la vida que quieren.

Eso es caminar y caminar es vivir.

Perdonemos y vivamos con paz interior.

Abandonemos la queja y el victimismo.

Hagamos frente al miedo.

Existen tres factores que alimentan nuestros miedos:

  • El pasado: no permitan que esos recuerdos dolorosos del pasado eviten tu deseo de realizar aquello que quieres.

  • El presente: no permitan que esos sufrimientos de ahora los detengan en su progresión hacia la consecución de su plan de vida.

  • El futuro: no dejen que las preocupaciones que ven representadas en el porvenir les impidan completar su misión.

Dejemos de sentirnos culpables de todo y por todo.

Dejemos de arrastrar el caos a todo en nuestras vidas.

Dejemos de sufrir, sufrir y sufrir por todo.

El mayor éxito en nuestras vidas, es ser capaces de encontrar esa paz interior que está dentro de nosotros.

Todos deseamos encontrar algo que de sentido a nuestra vida. Ese algo está más cerca de lo que creen.