Quizá sea un poco exagerado afirmar que a día de hoy casi todos somos profesionales de Internet. Evidentemente, queda una generación en el limbo digital que trata por todos los medios de adaptarse a las nuevas tecnologías, aunque estas no acaben de penetrar en sus poros (véase esa madre que se pierde un poco abriendo el Skype o con los comentarios del WhatsApp). Pero lo cierto es que cada día es más común que cualquier hijo de vecino te sorprenda contándote que tiene un blog sobre manualidades o sobre petipuá, cuando te lo imaginabas todavía leyendo los anuncios por palabras del periódico o buscando la programación con el teletexto.

Internet ha democratizado el uso del audiovisual y el poder de la comunicación. Según el último estudio publicado por el Instituto Nacional de Estadística sobre equipamiento y uso de TIC en los hogares españoles, cerca del 80% de los ciudadanos tenemos acceso a Internet y el 64,3% de la población de 16 a 74 años lo utiliza a diario. Donde antes solo invertían en promoción y comunicación las empresas con cierto presupuesto, hoy por hoy hasta el más humilde de los profesionales o aficionados cuenta con su propia página web o su canal de Youtube. Los hay a miles y, a pesar de la abundancia, por la red es fácil tropezarse con blogueros, videoblogueros, intagrameros o youtuberos que, o por su destreza o por su originalidad, te dejan con la boca abierta. Incluso aquellos que lo hacen de la manera más rudimentaria pueden llegar a tener miles de visitas, aunque solo sea por su falta de sentido del ridículo o por su naturalidad. Es el caso de la desternillante encarni19691. Esta ama de casa ejemplifica el gran poder que las nuevas tecnologías han otorgado al ciudadano de a pie. A través de su canal de Youtube, se ha especializado en compartir las recetas más de andar por casa que os podáis imaginar al tiempo que enseña orgullosa la compra que acaba de pagar en el Mercadona.

Los hay que derrochan profesionalidad como fieltropiezos, por ejemplo, cuyo canal del Youtube registra miles de visitas, o expertos en determinados sectores que comparten con los internautas sus conocimientos y experiencias, como los viajeros de Marcando el Polo, que ya son famosos por sus posts sobre sus vivencias recorriendo Asia.

No hace demasiado tiempo, una parte del presupuesto de una empresa tenía que estar destinado a contratar a un desarrollador y diseñador web que nos hiciera nuestra página, previo pago de, mínimo, 1.500 euros. Ahora, por poco “en la onda” que estés, sabes que puedes hacer tú mismo tu propia web por una modesta cantidad con plataformas como Wix, Squarespace o, ya con algo más de conocimiento, Wordpress.org.

Esta proactividad por parte de los que hasta hace poco eran simples usuarios ha transformado la manera en la que interactuamos en el mundo, más allá de los límites del ciberespacio. La búsqueda de empleo, que antes se reducía al envío de un CV y entrevistas personales, se ha convertido en muchos sectores profesionales en una carrera por ver quién demuestra ser más original en la red o quién tiene una imagen personal más profesional. Lo que has logrado en tus anteriores puestos de trabajo puede verse enturbiado por un par de comentarios desafortunados en tus redes sociales o por una imagen equivocada en tu blog. Los internautas muchas veces son inconscientes a la hora de compartir sus pensamientos y datos personales en la red. Con un simple clic, los responsables de recursos humanos pueden conocer aquello de ti que no tenías pensado contar en una entrevista de trabajo. Por eso, cada día es más común que los usuarios cuiden su “personal branding” y traten de venderse a sí mismos en las redes sociales a través de estudiadas páginas web o videocurrículos donde ellos son los que controlan el mensaje.

Pero no todos los internautas toman estas precauciones y lo que vierten en la red puede ser peligroso. Por eso, cada vez se hace más importante que se incluyan materias relacionadas con Internet e informática en los currículos educativos. Puede que en los tiempos que corren estemos dotando a los jóvenes con más herramientas si les enseñamos a moverse responsablemente en la red y a gestionar su imagen en redes sociales que si insistimos en que aprendan contenidos teóricos que poca aplicación tienen en su vida diaria. Es un hecho que los menores cada vez empiezan antes a utilizar Internet y, a pesar de sus consecuencias negativas, tantas veces señaladas por profesionales de la salud y psicólogos infantiles, también podría tener un uso práctico si se les orienta en el uso profesional y artístico de las nuevas tecnologías.

Un estudio llevado a cabo por investigadores de la UAB, del Institut Català de la Salut y la FPCEE Blanquerna (Universidad Ramon Llull), determinó que el acceso a las TIC entre los jóvenes se produce cada vez a una edad más temprana. En el momento de la encuesta, el 98% de los jóvenes tenía acceso a Internet desde sus casas y el 89% se hacía con un móvil antes de cumplir los 13. Por supuesto, la mayoría de estos jóvenes centraban su relación con Internet en las redes sociales y en el 54,2% de los casos, en los videojuegos. Evidentemente, el uso de Internet para resolver tareas de clase y otros menesteres también está creciendo, pero todavía hay muchos maestros, anclados en las viejas prácticas docentes, reacios a incluir las nuevas tecnologías en las aulas para poder educar a los jóvenes un uso correcto y útil del mundo 2.0.

Tal vez algunos de estos profesores deberían llamar a Encarna para que contara a los chavales como sacar el máximo partido a sus habilidades a través de las redes sociales o, casi mejor, cómo no deben usarse.