¿Qué es lo primero que haces cuando te levantas por la mañana? Incluso sin estar esperando ningún mensaje ni llamada, antes que lavarte la cara, desayunar o lavarte los dientes, es muy posible que tu respuesta sea “consultar mi smartphone”. Entonces quizás padezcas una de las patologías más comunes de la nueva era digital en que vivimos.

Cuando el Premio Príncipe de Asturias en 2009, Martin Cooper, ideó el primer concepto de teléfono móvil no imaginaría la importancia que llegarían a tener para la sociedad mundial estos pequeños dispositivos. La idea de estar sin esa pequeña llave de acceso a todo un mundo de información nos hace ser tan dependientes y presos como lo es un drogadicto a su dosis diaria. La nomofobia (nomophobia) es una abreviatura inglesa de “no-mobile-phone/phobia”. Se caracteriza por un miedo irracional a situaciones como quedarnos sin teléfono móvil, olvidárnoslo en casa, quedarnos sin cobertura o sin señal, así como a que nos roben el propio terminal. Esto provoca en los que lo padecen mucha irritabilidad, agresividad y dificultad de concentración en el trabajo o los estudios.

Se estima que afecta a un 53% de los usuarios de teléfonos móviles. Alrededor de un 40% lo usa mientras come y en torno a un 50% también mientras sale de fiesta. Estas cifras están siendo cada vez más el motivo de las visitas a los psicólogos y psiquiatras, y lo peor es que cada año aumentan preocupantemente estas estadísticas.

Cuando vayas en el autobús o en el metro, haz algún día la prueba a levantar por un momento la cabeza de la pantalla de tu dispositivo y fíjate qué están haciendo la inmensa mayoría de los viajeros que están a tu alrededor. Sí amigo, lo mismo que tú hace unos instantes: tenían la mirada fija y absorta en sus pantallas. Nadie conversa, nadie disfruta del paisaje al otro lado del cristal, ya no nos miramos a los ojos. Toda nuestra atención (y en algunos casos, apego y cariño) la tienen esos inteligentísimos aparatos electrónicos.

Estudios recientes de científicos de la Universidad de Massachusetts revelan que Twitter y Facebook son más adictivas hoy en día incluso más que el alcohol o el tabaco. La calidad de vida de estas personas se ve afectada sobre todo en el aislamiento que producen estas adicciones contemporáneas, a nivel social, familiar y laboral, debido a que, como viven conectados todo el día, se enteran de las cosas a través de las redes sociales en vez de a través del boca a boca o hablando e interactuando offline con los demás. De esta manera es como comienza el aislamiento al que se ven afectadas estas personas.

Si tú eres uno de los pocos afortunados que no padece nomofobia pero convives con alguien del que sospechas que sí pueda verse afectado, deberás observar que estas personas comienzan pasando por alto u olvidándose de ciertas rutinas normales del día o fechas importantes a nivel familiar, de pareja o de sueño. Son los primeros indicadores que podemos observar en la gente adicta a los teléfonos móviles.

La adolescencia es la edad a la que suele aparecer, ya que es una época en la que los jóvenes comienzan a hacerse preguntas sobre todo lo que les rodea, relacionarse con amigos y salir. Comienzan a tener episodios de pánico y angustia, sobre ‘qué pasaría si me quedara sin mi teléfono móvil’ en momentos en los que por ejemplo no encuentran el móvil o el propio cargador y se les está quedando sin batería.

Los estudios realizados y encuestas revelan que el placer producido en el cerebro de los que padecen nomofobia teniendo en sus manos y utilizando su teléfono móvil es similar al de recibir dinero y que prefieren dejar de tomar café, alcohol o refrescos a tener que dejar su móvil durante un solo día.

¿Es posible tratar esta adicción? Sí, claro, pero como con todas las adicciones es necesario pasar por un tratamiento de psicoterapia, analizando cuáles fueron los desencadenantes que les llevaron a entrar en esa adicción.

El perfil del comprador de móvil es cada vez más variado. Antes era solo el joven que quiere interactuar con amigos y ahora también todo tipo de adultos, para consultar emails, gestión de clientes y empleados que necesitan estar conectados y disponibles las 24 horas. Más que apagarlo, para evitar la nomofobia, los coaches y psicólogos recomiendan desaprender ciertas formas de vida y uso en torno al móvil y tomar conciencia sobre cuánto tiempo lo usamos actualmente, qué pasa en mi cabeza cuando no contesto inmediatamente a un mensaje de Whatsapp, etc.

Pero no todo son desventajas y peligros, ya que esta adicción puede aportar beneficios a personas que padecen ‘agorafobia’, el miedo y pánico que ciertas personas tienen a estar en lugares abiertos y llenos de gente, como por ejemplo supermercados o grandes superficies. Estas personas pueden encontrar una vía de escape en los smartphones, donde, aunque no se soluciona su problema, pueden calmarlo después de episodios de exposición a sus miedos sociales, ya que desde el otro lado de la pantalla se sentirán seguros.

Si aún no sabes si padeces nomofobia, haz la prueba: sal mañana mismo de casa a trabajar o a estudiar sin tu teléfono móvil. No es tan aterrador como parece, no se acabará el mundo y seguro que no te sentirás tan solo. Incluso quizás te sorprendas al saber que más allá de tu pantalla hay personas. Gente como tú y yo, caminando por la calle y a los que seguramente te apetezca conocer y por ejemplo ir a tomar una cerveza mientras charláis amigablemente.