El Segundo Congreso Científico de la Alianza Internacional de Esclerosis Múltiple (EM) Progresiva, que tuvo lugar el pasado mes de mayo en San Francisco (Estados Unidos) confirmó lo que ya era un secreto a voces: la investigación discrimina las fases más leves de la enfermedad (recurrente recidivante) de las fases progresivas (Primaria y Secundaria).

Cierto es que los trabajos de investigación de años atrás se centraron en las primeras fases de la enfermedad (RR) y en los tratamientos que pudieran derivar en un retraso en la aparición de nuevos síntomas que agravaran la enfermedad y la colocaran en un nuevo estadio (fases progresivas). De hecho, los especialistas en el tratamiento clínico de la enfermedad y las asociaciones de usuarios hicieron hincapié en la necesidad de dar respuesta a los enfermos más afectados por la Esclerosis Múltiple.

¡Dicho y hecho! Desde 2014 se han ido generalizando las investigaciones sobre las fases progresivas de la enfermedad, dejando un poco aparcada los trabajos en la fase primigenia, la menos dañina y la de menor impacto lesivo, pero que es el principio por donde pasan toda la sintomatología de los afectados.

Más RR que progresiva

Aunque los datos que existen no tienen una base científica y son recogidos por los distintos centros donde se trata esta enfermedad, lo cierto es que todos ellos apuntan una realidad común: existe un núcleo de población bastante más voluminoso de personas afectadas por fases más leves de la enfermedad que por las fases más progresivas.

Evidentemente, la investigación y el posterior tratamiento de las personas afectadas de Esclerosis Múltiple en fases más progresivas era una necesidad imperiosa y el colectivo de afectados aplaude esta iniciativa, pero no deberíamos de abandonar la investigación de otros estadios primarios de la enfermedad, que pueden servir de campo de investigación sobre el origen de este mal de las Mil Caras, que todavía está por encontrarse.

Gran parte de la responsabilidad de este viraje de la investigación sobre la Esclerosis Múltiple hacia fases de mayor afectación es de la Alianza Internacional de Esclerosis Múltiple Progresiva, creada por las distintas organizaciones de afectados y expertos en la lucha contra esta enfermedad de todo el mundo (España está representada en esta organización por Esclerosis Múltiple España). La Alianza nació hace ahora cuatro años con el objetivo de fomentar la investigación sobre estos temas, para lo cual organiza campañas de captación económica.

Los expertos que forman parte de esta organización verificaron el gran vacío existente en el tratamiento de las fases más evolutivas de la EM, por lo cual destinaron gran parte de los fondos recaudados para fomentar la investigación en estos estadios.

Atacar el foco de la discapacidad

El Congreso de San Francisco sirvió para mostrar las primeras conclusiones de estos trabajos. La principal conclusión de este Congreso Científico es que, aunque no está claro qué causa la EM, se está avanzando en la comprensión de cómo el daño hecho al Sistema Nervioso conduce a la pérdida de neuronas y al progreso en la discapacidad. Así, el doctor neerlandés Jeroen Geurts (VU University Medical Center, Países Bajos) mostró evidencias de que el daño en EM empieza pronto, y que hay diferencias en la localización de las lesiones EM (áreas dañadas) según la persona afectada. De esta forma, los individuos con EM Progresiva son más propensos a tener lesiones en la médula espinal que las personas con EM Recurrente.

La observación de estas lesiones, unidos a los avances técnicos en materia de imagen permiten obtener una visión más detallada de las lesiones en la materia blanca (allí donde se concentran las fibras nerviosas) y la materia gris (donde se concentran los cuerpos de las neuronas). Las redes que interconectan estas dos áreas cerebrales (las materias blanca y gris) resultan fundamentales para determinar el desarrollo de la discapacidad, por lo que un tratamiento sobre ellas reduciría su impacto y posibilitaría un tratamiento encaminado hacia la recuperación de estas áreas y, por consiguiente, de la discapacidad que genera su deterioro.