Hace poco me volvieron a contar las maravillas de la ley de atracción. Para quien no conozca el concepto, lo resumiré muy breve. Es una teoría sobre el funcionamiento de la realidad cotidiana en la que desear y visualizar lo que quieres, fuerza al universo a que se ordene de tal manera que tú consigas ese algo.

Normalmente, quien tiene este tipo de teorías como dogmas de fe religiosa son personas que, o son ricas y agradecen su éxito al deseo que tenían de serlo, o personas que no han tenido mucho éxito en la vida y se tienen que agarrar a esta manera de afrontar su fracaso, que ya no se da por su incapacidad o falta de talento u oportunidades, sino porque no visualizan bien lo que quieren. En definitiva, gente pobre alabando las bondades de pensar como un rico. Es el resumen real y esta gente lo ve como místico.

La última persona que me quiso captar para esa religión me puso un video de gente hablando sobre esa ley de atracción. Eran famosos americanos hablando de que ellos habían pensado tanto en el éxito que iban a tener que, al final, lo tuvieron. Will Smith, Jim Carrey... millonarios hablando de que la razón de serlo es haber visualizado bien lo que querían conseguir, como si sus pensamientos fueran mágicos. No había ningún pobre hablando sobre las bondades de esa ley natural, porque se habla como si fuera una ley física. Conseguir algo = visualizarlo + convencerte de ello (al cuadrado).

Las personas necesitamos creer, en lo que sea, como un instinto basado también en genes que tenemos para regular nuestra capacidad de religiosidad. Así que podemos creer tanto en palomas procreadoras que ponen los cuernos a carpinteros palestinos, como en energías que se mueven por el universo para que a ti te toque la lotería. Todo parece tener lógica siempre para el que lo cree, pero es una lógica basada en un impulso irracional, no en una reflexión intelectual y científica sobre lo que ocurre.

Es más, muchas de estas personas creyentes niegan la ciencia. Una vez, una amiga que se dejó seducir por estas ideas místicas y que se ha quedado atrapada ahí, en una búsqueda personal eterna, me dijo: «no creo en nada que esté demostrado científicamente». Seguramente me lo dijo como una exageración, pero era para dejar claro que no le importaban los datos y estudios que yo o cualquiera le pudiera mostrar para rebatirle. Ser creyente era su realidad y su decisión fue alejarse de todo lo que pudiera cuestionar eso en lo que creía.

Lo tuvo fácil, ya que la corriente negacionista de la ciencia es muy amplia en la actualidad, aunque no sea algo que se pueda deducir a través de los medios de comunicación. Hay una comunidad de personas creyentes, creciente además, que creen que no son creyentes porque no creen en dios tal y como dictan las iglesias, pero que sí creen en energías místicas que conectan a las personas con hilos invisibles, o en la tierra como en un ser consciente con sentimientos, que se defiende y protege, o creen en la reencarnación, en el reiki... Al fin y al cabo, no son más que religiones puntuales y desestructuradas, compuestas de trozos de otras muchas.

Estas gentes, a las que no puedo llamar comunidad, pueden no estar totalmente de acuerdo unas con otras, ya que cada uno acepta los preceptos que más le gustan. Como elegir religión a la carta, marcando las casillas de lo que uno cree o no. Hay quien no cree en la reencarnación, pero cree en el reiki y la homeopatía, y hay quien sí cree en la reencarnación y en la ley de atracción... y no son excluyentes, ellos se entienden e intentan evitar discutir sobre lo que no están de acuerdo, porque lo que importa es que a ti te funcione. Ambos, por supuesto, tienen en común el negacionismo científico y, por supuesto, eso es algo que une mucho.

Ese negacionismo no sólo viene dado por convicción, sino por necesidad. Te dicen que parte de la validez que tiene lo que creen es que son pensamientos religiosos muy antiguos, de civilizaciones milenarias, así que si pensaban de esa manera hace 3.000 años, es que debía ser «la verdad». ¿Por qué hay esta tendencia a ver las religiones antiguas como guardianas de secretos que nos han negado en la actualidad? Antes de responder la pregunta, se crea un submundo de subverdades y conspiraciones donde la realidad actual es consecuencia de una intención manipuladora ancestral. Es decir, la modernidad, en todas sus facciones, vista como un enemigo de la verdad y la libertad. Por supuesto, aquí entra la ciencia, a la que esta gente ve como un instrumento del capitalismo para destruir la naturaleza y ocultar la salvación. Sí, uso conceptos tan ominosos porque son esos conceptos los que subyacen en la teoría que se pretende alzar.

La salvación, la naturaleza mística, la conexión con el entorno... son prerrogativas personales que se repiten como mantras que pueden saborear renegando de los elementos que no estén inspirados en las ideas de algún asiático muerto milenios atrás. Lo que hacen es lo que han hecho siempre las religiones con la ciencia, perseguirla, manipularla, compartimentarla, pero ellos lo ven como revolucionario, como algo actual. Como no se ven a sí mismos como parte de una corriente religiosa, tampoco pueden ver que son inquisidores vintage.

Realismo mágico sobre el mundo sacado de la literatura y poniéndolo al nivel consciente de la cotidianeidad más simple. La ciencia, y no la fe, impuesta como un instrumento del statu quo, como parte de una maquinaria con la mala intención como modus operandi.

Pero es solo una percepción, necesitan creer en eso para que sus otras creencias tengan más aceptación personal. Se llenan la boca hablando de lo holístico, les encanta eso de holístico, que hace referencia a un todo; así cualquier cosa relacionada con una visión de conjunto del problema tiene una rápida afinidad con este grupo de personas. Por eso hace diez años se empezó a ver a estas gentes con libros sobre la terapia Gestalt de psicología.

Es una escuela que tiene como resumen: el todo es distinto a la suma de sus partes. Que lo que pretendía era lanzar el concepto de que separar un problema en partes más pequeñas hacía que no pudieras tratar el problema en sí. Existía desde hace décadas, pero no había caído en manos de este movimiento hasta hace relativamente poco. Yo intentaba comprender las razones, tenía amigos que me contaban haber estado en la consulta de un psicólogo de la escuela Gestalt y haberse encontrado con un salón lleno de cojines, incienso ardiendo, figuras de Buda, un título enmarcado del segundo nivel en Reiki... ¿Qué pasaba? Habían caído en una contradicción, habían dejado de ver la ciencia como un todo y habían aislado sus partes. Habían entrado en psicología, elegido la escuela que más se adaptaba a sus preceptos religiosos y habían dicho que eso no era parte de la corriente científica, adueñándose de ello. Hoy en día, por ejemplo, a 20 metros de mi casa, hay un establecimiento que ofrece tratamientos homeopáticos, junto a cursos de reiki y... Terapia Gestalt, en letras mayúsculas.

El reiki es una corriente religiosa que tiene como principal dogma el poder sanar y manipular la realidad con el uso de las manos, al poder canalizar con ellas las energías que rodean y componen todos los elementos de la naturaleza, pueden estar en conexión directa con un todo. Ahí entra el concepto holístico de nuevo. ¿Qué tiene esto de novedoso? Absolutamente nada. Para empezar, trata las enfermedades y dolencias como desequilibrios de energías en el cuerpo, que es como ya Galeno explicaba sus teorías de los humores, que eran sustancias que teníamos en el cuerpo y cuyo desequilibrio causaban enfermedades.

La historia del reiki es la historia de un asiático religioso que hace menos de 100 años, nada ancestral, se fue a la montaña, pasó varios dias sin comer ni beber, y al cabo de una semana tuvo la visión de unas auras o energías alrededor de una planta (como la zarza ardiendo de Moisés en el monte) y bajó de la montaña para crear esa religión de las energías que se podían modificar con las manos. Es decir, un indio sube una montaña, se deshidrata, tiene alucinaciones por no comer durante días, y baja de la montaña con una religión nuevecita para europeos místicos.

La curación con las manos es una modificación del rezo cristiano, por eso no resulta descabellado de aceptar, ya que estas corrientes religiosas reiki tienen más éxito en comunidades tradicionalmente cristianas. Durante el acto de rezar se unen las manos y esa postura crea una mejor conexión con Dios, al menos ese es lo que deduce, que se convierten en antenas parabólicas con bluetooth; pregunta a cualquier cristiano por qué junta las manos al rezar, no sabrá decirte, simplemente hay que hacerlo. Es una tendencia innata del ser humano desde que es ser humano; la fantasía de poder modificar el presente y el futuro, la realidad cotidiana, e inferir en el destino como concepto esotérico; eso es el rezo, el reiki y la ley de atracción, engaños para que creamos que tenemos la capacidad de cambiar nuestro entorno solo con la voluntad, con fe, al fin y al cabo.

El uso de las manos es puramente simbólico. Éstas, al igual que los ojos, son receptores de estímulos, pero antiguamente, y muchas veces en la actualidad, se representaba a los ojos con halos u ondas que salen de ellos y rebotan en los objetos que ve la mente, pero es al contrario. Los ojos reciben señales del exterior, igual que las manos. Con las manos no se puede inferir en el mundo sin el tacto, pero místicamente siempre han sido un símbolo de salida del "aura" hacia el exterior, como también los ojos. El ser humano cree que puede curar una enfermedad, un cáncer, una ceguera, solo imponiendo las manos tras un entrenamiento en Reiki, así como otros creen que pueden curar una enfermedad, un cáncer, una ceguera, solo juntando las manos y diciendo unas frases a un dios. Porque en el fondo, esa búsqueda de lo holístico, de un todo, es la búsqueda de Dios, es el mismo concepto: una energía compartida, que rodea todo, y en la cual podemos inferir.

Otra religión más, otro palillo de dientes...

Es un quiero y no puedo. Una contradicción cotidiana que muchos viven. La capacidad intelectual para buscar la verdad contra el impulso biológico de encontrar una religión a toda costa y agarrarte al sinsentido. Adivina quién suele ganar.