Es muy fácil asumir la belleza de las mariposas, posiblemente los más coloridos insectos. Algunos incluso piensan que estas obras de arte volantes visitan flores para el deleite de poetas y románticos. Sin duda, la fascinación por las mariposas es muy común y gracias a ellas muchos tienden a imaginar que la naturaleza en vez de ser un drama, es una constante dicha.

Muchas culturas relacionan a las mariposas con el alma humana. Los antiguos griegos, por ejemplo, llamaban a las mariposas psyché (ψυχή), la misma palabra que usaban para denominar el «alma». Psyché o Psique (forma habitual en español) es también el nombre de la amada de Eros. Mujer de extraordinaria belleza, Psique se ganó la ira de la diosa Afrodita al notar que muchos hombres dejaban de venerarla para dedicarse a admirar a la joven mortal. Afrodita ordenó a Eros que hiciera que la joven se enamorara del hombre más horroroso, pero fue él quien se enamoró, llevándose a la joven a su palacio.

Eros no le dio a conocer su identidad a Psique, pidiéndole que jamás le viera la cara. Las hermanas de ella, celosas, la engañaron haciéndole ver la cara de su amante. Eros, disgustado, la abandonó y Psique comenzó entonces a vagar por el mundo buscándolo, para eventualmente entrar al servicio de Afrodita. La diosa le ordenó entonces realizar varias tareas sumamente difíciles culminando con un viaje al «inframundo». Luego de cumplir los cometidos ordenados, Psique y Eros volverían a reunirse para finalmente casarse y a su boda asistirían todos los dioses. Aunque Eros, reconocido como Cupido en la mitología clásica, es representado poseyendo alas de ángel, Psique es personificada como una bella mujer con alas de mariposa.

Vemos así como la atracción por las mariposas parece ser universal. Aunque siempre he pensado que nunca ha existido alguien con tal fascinación como los siempre bien recordados Francisco “Paco” Romero (1920-2002), su esposa Isabel Montesino (1931-2008) y su hermosa familia. Jamás olvido la impresión que tuve al visitar por vez primera el hogar de los Romero invitado por mi tutor Francisco Fernández Yépez (1923-1986), a mediados de los años 70. Entramos traspasando una reja cubierta de Morphos, bellas mariposas neotropicales cubiertas de azul iridiscente. Una vez adentro, mariposas y polillas de múltiples formas y colores cubrían cada rincón de la casa. No salía de mi asombro cuando Don Paco, a un lado del comedor, nos abre unos enormes cuadros mostrando decenas de lepidópteros en su interior. En otra habitación de la casa, mariposas, polillas y otros insectos estaban meticulosamente disecados y contenidos en cajas entomológicas que iban desde el piso y casi hasta el techo.

Desde esa primera visita me obsequiaron su amistad y con el tiempo los visité numerosas veces, pero jamás dejé de asombrarme. Similar sorpresa deben haber sentido los asistentes a la reunión del 6 de diciembre de 1933 de la Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales, cuando su presidente Alfredo Jahn (1867-1940) anuncia que uno de sus miembros más relevantes, el Dr. Henri François Pittier (1857-1950) les presenta un grupo de manuscritos y láminas que había accedido custodiar tiempo atrás.

«El Dr. Pittier manifiesta …, que … recibió … unos manuscritos y dibujos sobre Lepidópteros de Venezuela, cuyo autor es el malogrado Théophile Raymond, joven martiniqueño muerto en Caracas en la flor de su juventud. … tuvo el tiempo de admirar … las finas reproducciones […], [pudo] examinar las monografías de algunas familias de los Ropalóceros, partes de un proyectado libro abrazando el conjunto de los lepidópteros venezolanos y pudo convencerse del real valor de la obra de Raymond».

Pocos datos tenemos de Théophile Raymond. Sabemos que nació en Martinica, como lo testifican el arqueólogo Luis Ramón Oramas (1884-1967) y el naturalista Eduardo Röhl (1891-1959), quienes lo conocieron personalmente. Siendo un adolescente debe haber llegado al país poco antes de 1890, de acuerdo a algunas notas encontradas junto a sus pocas posesiones y manuscritos inéditos. De seguro tuvo una buena preparación en las Ciencias Naturales, como lo demuestran sus publicaciones tan variadas que incluyen estudios sobre minerales, plantas y animales. Sin embargo es innegable su afición a los insectos.

Ya en Venezuela, realizó viajes de colecta a poblaciones diversas de lo que hoy conocemos como el área metropolitana de Caracas. De igual manera efectuó algunas exploraciones a lugares fuera del área de influencia de la capital del país. Sabemos que hizo una travesía junto a Eduardo Röhl desde el Pico Naiquatá hasta la costa de La Guaira. También viajó para colectar insectos a otras poblaciones del interior del país. Indudablemente, Raymond fue el pionero de los estudios de los lepidópteros en Venezuela. Estos insectos parecen haber sido sus favoritos por lo que se desprende de varios de sus manuscritos publicados. Sin embargo, llegó a editar y difundir en vida varios trabajos de diversa índole

«sobre temas tan diversos como insectos, garrapatas, lirio de agua, eucaliptos y colirita. [...]. Se destacan entre sus actividades … un viaje a Cata, Ocumare de la Costa y San Esteban para estudiar los insectos que atacan al cacaotero».

Se presume que logró colectar una buena cantidad de mariposas de Caracas y sus alrededores entre fines del siglo XIX y principios del XX. De existir aún su colección de mariposas, su valor científico sería incalculable.

«Oriundo de … Martinica ... se radicó en Caracas … era muy aficionado a las ciencias naturales … aunque se especializaba en el estudio de los Lepidópteros, de los cuales llego a formar una maravillosa colección. Buen taxidermista, envió a los museos de Francia y a otros institutos, además de insectos, muchas pieles de aves y mamíferos. … la gran ambición de Raymond fue de publicar una obra sistemática sobre los lepidópteros de Venezuela».

Desde su llegada a Venezuela parece haber comenzado a colectar mariposas y eventualmente desarrolla la idea de escribir una obra sobre estos insectos. Comienza experimentando con láminas llamadas lepidocromías, en las cuales se transfiere el diseño de las alas al papel, al untar este con goma de pegar y presionar las mariposas al mismo hasta que se seque, quedando las escamas de las alas de mariposas o de polillas pegadas al papel. De estas quedaron 33 láminas como evidencia, pero el método no parece haberlo convencido totalmente para la realización de su planificada obra y comienza entonces a pintar las láminas a la acuarela. Aunque ya desde 1890 tomaba notas y había comenzado con estudios preliminares para su creación, la comenzó formalmente alrededor de 1902. Para 1905 ya ha realizado unas cuantas láminas y buena parte de los textos, al menos del primer volumen. Es entonces cuando escribe una sentida dedicatoria:

«A los muy Reverendos Padres Capuchinos de la Orden de San Francisco de Asís. En la Iglesia de la Merced de Caracas [...]. »He aquí que una mano con todo el calor del cariño y las dulzuras de la amistad me da su apoyo generoso y desinteresado;[...] me alienta y me impulza [sic] … ¿De quién aquella mano? … Vosotros: Rvds. P., que llenos de noble generosidad, comprendisteis el valor de esta obra y lo útil que será para el porvenir y pusisteis a mi disposición vuestra biblioteca, colecciones y todo aquello que pudiera serme útil para adelantar en la difícil empresa. … aunque he vertido en él todo el caudal de mis experiencias, … resultaría obra informe, si no tuviera el esmalte de vuestras sábias[sic] y generosas indicaciones … particularmente las del muy Rvd° Fray Cornelio de Tafalla».

Visitas realizadas al convento franciscano capuchino de La Merced en Caracas buscando más información respecto a Raymond, nos permitieron confirmar la gran amistad que lo unió a Fray Cornelio de Tafalla (18??-1946), quien, en 1901, apenas a un mes de haber llegado a Caracas recibió de su Provincial la misión de establecer un Museo de Historia Natural en el convento. Este Museo llamó la atención de los visitantes al convento durante más de veinte años. Un septuagenario Fray Cesáreo de Armellada (1908-1996), misionero franciscano, divulgador de la cultura y tradiciones de varias etnias venezolanas, principalmente la Pemón, llegó a comentarme que Fray Cornelio había acogido a Théophile como discípulo y le apoyó en sus estudios de Ciencias Naturales. Juntos pasaban buena parte de su tiempo dedicados a la taxidermia, montando diversos animales colectados por ellos y por naturalistas amigos tanto en Caracas como en otros lugares de la república. Parte de esa colección de ejemplares organizada por Fray Cornelio y que seguramente contó con la colaboración de Raymond sería expuesta en 1904.

«De la biblioteca se pasa al Museo de Historia Natural, colección maravillosa de ejemplares escogidos de nuestra rica fauna [...]. El resumen general del catálogo arrojaba las siguientes cifras: Mamíferos grandes, 40; mamíferos pequenos, 24; reptiles disecados, 25; reptiles en alcohol, 30; aves grandes, 129; aves pequeñas, 211; mariposas e insectos, 1902. [...]. »Parte de los ejemplares de este Museo presentada en la “Exposición Nacional” de Caracas, en 1904, obtuvo la “Medalla de Honor, como premio al arte taxidérmico”, y en la “Exposición de Arte Cristiano” celebrada en la misma capital en 1907, mereciendo grandes elogios».

Gracias a la excelente biblioteca de la que disponían en el convento, mentor y discípulo se dedicaban a estudiar y discutir obras científicas de la época provenientes principalmente de Europa.

Luego de establecerse en Venezuela, Raymond se hace miembro de la Societé Impériale Zoologique d’Acclimatation. Ya desde su llegada a nuestro país y gracias a sus inquietudes científicas, también se había contactado con algunos de los investigadores más relevantes del momento en la capital. Posteriormente, en 1909, con el apoyo de algunos de ellos, tales como el farmaceuta, etnólogo, arqueólogo y naturalista Luis Ramón Oramas (1884-1967) y el músico y compositor José Ángel Rodríguez López (1880-1966), fundó la Sociedad para las Ciencias Naturales Aplicadas. Junto con esta Sociedad editó también el boletín científico El Naturalista Venezolano. Órgano de las Ciencias Naturales Aplicadas.

Tanto la Sociedad, la segunda de su tipo en Venezuela, como su boletín fueron creados en un intento de revivir los estudios de las Ciencias Naturales que habían sido descuidados y olvidados desde la muerte de Adolf Ernst (1832-1899), quien, entre sus numerosas obras había creado la primera Sociedad Científica Venezolana, la cual, desafortunadamente, dejó de existir incluso antes de su muerte.

«El objeto que me he propuesto con esta publicación es de revivir los principales estudios de Botánica, Arqueología, Cerámica, etc.; al mismo tiempo alentar a los nacientes estudios de Entomología, Geología, Ornitología, en una palabra, todos aquellos a que alcanzan las Ciencias Naturales, tan descuidadas y olvidadas entre nosotros.
»Espero de las personas amantes al estudio el apoyo de nuestro propósito en este periódico».

Desafortunadamente tanto la sociedad como su órgano divulgativo tuvieron muy corta vida. Solo dos números de El Naturalista Venezolano llegaría Raymond a difundir.

De sus exploraciones e investigaciones publicaría varias notas entre 1909 y 1914. Su indiscutible interés por las Ciencias Naturales, más específicamente por los insectos y de estos las mariposas, se nota en varios de sus escritos:

«La abundante y hermosa variedad de raros lepidópteros que produce ésta zona intertropical, sus formas esbeltas y primorosas y sus pintas dotadas de diversos tintes y brillantes deslumbradores; ese conjunto de animados insectos de formas y colores, que en fugaz voloteo en los bosques y praderas venezolanas, despertó en mi, desde la niñez, la afición que más tarde se tornó en pasión decidida por coleccionar tan primorosos insectos y luego en incontrastable anhelo de penetrar los misterios de la Entomología [...]. »En la Historia Natural se camina en un sendero de certidumbre mientras se descubren los objetos reales de la creación, nos enseña a satisfacer nuestras necesidades al mismo tiempo que mantiene vivo en nosotros el espíritu de curiosidad [...].
»La Entomología es una rama de las Ciencias Naturales, que a los ojos de los no iniciados en ella, aparenta una simple distracción propia sólo a entretener los ocios de la vida; pero a poco de penetrar en su maravilloso mundo y de darnos a su estudio concienzudamente, nos veremos halagados y sorprendidos de modo inesperado, persuadiéndonos de que ella no solo proporciona amena delectación a los sentidos, sino que es altamente beneficiosa a quienes se consagran a su ejercicio y de indiscutible utilidad práctica para toda la humanidad [...].
»Llegado es el momento en que debemos apartarnos de todo egoísmo y temor y darle el puesto debido a las ciencias naturales entre nosotros».

Parte de las láminas y textos de su planificada obra para dar a conocer las mariposas por él colectadas, pudieron haberse perdido de no haber sido rescatadas por Francisco Izquierdo y el posterior interés de Henri Pittier de ceder los manuscritos a la Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales (SVCN). Parte de esos trabajos inéditos se llegan a publicar en el Boletín de la SVCN gracias al interés de sus miembros y directiva:

«Nuestra Sociedad debería … publicar en el Boletín las partes completas de la obra, incluyendo si es posible los dibujos».

Una vez aprobada la resolución, el presidente de la Sociedad comisiona al destacado entomólogo René Lichy (1896-1981) para editar, presentar y ordenar algunos de los manuscritos de Raymond. Estos aparecieron en el Boletín de la SVCN en 1933 y 1934.

«La Sociedad … me ha honrado al confiarme la revisión del trabajo de Theophile Raymond, sobre los Lepidópteros de Venezuela [...], me he guardado de modificar en manera alguna el texto, hasta el punto de que éste conserve toda su originalidad. [...]. Me he permitido ciertas correcciones de orden secundario … Es de lamentar que la colección se haya perdido. […]. Este trabajo es una introducción al estudio de los Lepidópteros de Venezuela y podrá contribuir efectivamente al adelanto de la Entomología en este país, uno de los mas ricos e interesantes en el mundo al punto de vista faunística».

Desafortunadamente, buena parte del material rescatado continuó inédito por largo tiempo, llegando a “perderse” de nuevo, esta vez entre los estantes de la biblioteca de la propia Sociedad, hasta ser redescubiertos en 1959, como nos comenta el periodista tachirense Carlos Delgado Dugarte:

«Bajo el polvo de una biblioteca dormían las mariposas de Venezuela [...].
»Con el propósito de poner a disposición de los estudiantes … tan rico caudal de documentos, la actual directiva de la Sociedad adelanta una nueva catalogación de la biblioteca […]. Fue en esta tarea cuando salieron a la luz los seis volúmenes … que escribió, el primero de los cuales tiene fecha de 1902 y el último de 1912».

Si Raymond hubiera publicado su obra completa en vida, muchas especies de mariposas por él colectadas habrían sido mencionadas por vez primera para el país. Tal es el caso de las Agrias, mariposas muy apreciadas por coleccionistas e investigadores de las cuales el naturalista ilustró uno recolectado en algún lugar de Caracas. A este respecto comenta Lichy en su clásico trabajo sobre este género de mariposas de la familia Nymphalidae:

«En meses pasados, fuimos con mi colega Francisco Fernández [Yépez] a la sede de la Sociedad … con el propósito de ver los dibujos y las notas dejadas por T. Raymond . […]. En la lámina 33, … hemos visto dos dibujos al acuarela de un Agrias amydon ♀ […]. Si Raymond hubiera logrado publicar estos dibujos en su tiempo, sería la primera cita de un Agrias de Venezuela. … este bello ejemplar provenía … de la región de Caracas».

El resto del material escrito y láminas recuperadas continuaron a buen resguardo en la bóveda de la Sociedad hasta 1981, cuando su presidente Ramón Aveledo Hostos (1921-2002) contacta al reconocido entomólogo Francisco Fernández Yépez para identificar las especies que aparecían en las múltiples láminas con la intención de publicarlas en un libro. Se decide la publicación de 53 de las láminas ilustrando ejemplares de diversas familias de Papilionoidea, Hesperioidea y cuatro familias de polillas.

Esta edición facsimilar incluía, además, parte de los textos del que hubiera sido el primer volumen, de acuerdo al plan original de Raymond. Comienza la obra con una introducción breve de Ramón Aveledo Hostos, seguida de una presentación de la obra y los pocos datos conocidos de la vida de Raymond escrita por Fernández Yépez.

Luego de una relativamente corta existencia en Caracas, donde desarrolló su amplia vocación naturalista, moriría Théophile Raymond de Tuberculosis en 1922, tal y como lo ratifican los sellos de desinfección de la Oficina Central de Sanidad Nacional, y no en 1915 como algunos autores han supuesto.

El valor artístico y científico de la obra póstuma de Théophile Raymond es indiscutible y aún hoy es trabajo clave para el estudio y reconocimiento de muchos lepidópteros venezolanos.