En mis viajes por Venezuela he tenido la oportunidad de conocer muchos animales que forman parte del folklore y de la identidad nacional, pero que a veces pasan desapercibidos hasta el punto que pueden estar en peligro de extinción sin que nadie lo sepa.

Este es el caso del cardenalito. Un ave pequeña con un color rojo muy vistoso, del cual se han escrito canciones, aguinaldos y poemas, pero que ese mismo color rojo lo ha llevado al borde de la extinción.

El cardenalito solía habitar gran parte del norte del territorio venezolano en bosques premontanos, siendo casi endémico de este país y con poblaciones muy restringidas en Colombia, Guyana y Trinidad y Tobago (extinta). En los años ochenta y noventa se estimaba que existían alrededor de 6.000 individuos pero en la actualidad existen apenas algunos cientos.

Este animal tan importante dentro de la cultura venezolana, que incluso aparece en los billetes de más alta denominación, se encuentra en peligro crítico y podría convertirse en la primera ave venezolana extinta en vida silvestre por causa del hombre. Pero ¿por qué sus números han descendido de esa forma tan drástica en tan poco tiempo y cuáles son las amenazas que enfrenta?

El tráfico ilegal de animales, la gran amenaza

El cardenalito habita en las tierras fértiles y de clima agradable del bosque seco y húmedo tropical, en los cuales se encuentran 6 de las 10 ciudades más grandes del país y que se traduce en una pérdida de hábitat importante para este animal.

A principios del siglo veinte estaba de moda usar plumas rojas de cardenalitos para decorar los sombreros y algunas prendas de vestir, lo cual inició una cacería contra estos animales por su rojo plumaje.

Pero la pérdida del hábitat o la cacería para hacer prendas ornamentales no son su mayor amenaza.

Lamentablemente lo que tiene a los cardenalitos en la lista de animales que se encuentran en peligro crítico es el tráfico ilegal de animales.

Pero los cardenalitos no se venden como mascotas, sino que son usados para aparearlos con canarios hembras y así producir los «canarios rojos» que son muy buscados para competencias de avicultura a nivel internacional.

Primero los traficantes de animales capturan a las aves en el lugar donde habitan, luego pasan a las manos de los pajareros que habitan en la ciudad, quienes se ponen en contacto con los intermediarios que se encargan de crear conexiones, claves para no ser descubiertos, y esconden en maletas a los cardenalitos secuestrados para ser enviados al exterior, donde caen en manos finalmente de los coleccionistas que son los que los usan para obtener canarios rojos que participan en competencias prestigiosas.

El problema es que existe la creencia que siempre se necesitan cardenalitos recién capturados de la vida silvestre para poder obtener un buen color en los canarios de competencia. Pero no es así, porque los cardenalitos que ya se tienen domesticados pueden seguir generando híbridos rojos y ya hay líneas de canarios rojos que no necesitan de cardenalitos para seguir produciendo más ejemplares con este color tan llamativo.

Así que muchas aves son capturadas, mermando sus poblaciones sin necesidad y trayendo como consecuencia eventos negativos dentro del ecosistema mas allá de lo que las personas pueden comprender.

Porque los animales no son elementos aislados. Todos y cada uno forman parte de un equilibrio ambiental y si alguna de estas piezas desaparece, toda la estructura se viene abajo, lo que trae como consecuencia un desequilibrio en el ambiente que se traduce de forma negativa para nosotros los humanos y que la mayoría de las veces no comprendemos.

La necesidad de crear una conciencia ecológica

Entender que los humanos somos la causa de la disminución de los números en estado silvestre de esta especie debe llamar nuestra atención y despertar en nosotros esa necesidad de recuperar sus poblaciones y la buena noticia es que esta especie podría salvarse de su extinción y servir como ejemplo a nivel mundial para la conservación de las especies.

Si se extingue el cardenalito con él se extingue una parte de la venezolanidad.

Esta ave está vinculada emocionalmente con la cultura, el folklore, las tradiciones y si llega a desaparecer todas estas expresiones artísticas que se han desarrollado alrededor de este animal se van a quedar con un referente mitológico y no con algo real.

Es importante resaltar los esfuerzos que se hacen tanto a nivel nacional como internacional para poder estudiar a esta especie y entenderla, y así poder desarrollar planes para educar a las poblaciones que viven cerca del ave. Porque un elemento muy importante dentro de los proyectos de conservación que he comprendido a lo largo del tiempo es que los que más pueden ayudar a proteger a las especies en peligro son las mismas personas que en algún momento las tenían amenazadas.

Crear conciencia e involucrar a las comunidades son la clave para poder rescatar muchas especies, y más aun animales que tienen un peso folklórico tan importante como esta hermosa ave.

Por ello quiero agradecer el esfuerzo que realizan con este proyecto a las diferentes organizaciones, iniciativas y especialistas como Mike Braun, Kate, Bryan Cole, Provita, Iniciativa Cardenalito, IVIC, Jhonathan Miranda y a Miguel Arvelo por su paciencia, por enseñarme tanto. Y por involucrarme para crear dentro de mí esa conciencia y, por lo tanto, la necesidad de compartir esa información. Porque todos y cada uno de nosotros podemos poner nuestro granito de arena para proteger las especies con las que compartimos nuestros espacios.