Las redes sociales se han convertido en un hervidero de informaciones, curiosidades, debates o bulos en el que es complicado filtrar y priorizar aquellas publicaciones que tienen un interés real para el usuario.

En los últimos tiempos es bastante habitual encontrarnos con noticias que hablan de los cambios en los algoritmos de una determinada red social, para «ayudar» a que la experiencia de usuario sea lo más satisfactoria posible. ¿Pero que implica realmente todo esto?

Para entenderlo de forma sencilla, normalmente en una red social tenemos un muro o feed de actualizaciones en el que «por lógica» deberían aparecer las últimas publicaciones de todos aquellos perfiles a los que seguimos, ya sean familiares cercanos, compañeros de trabajo, influencers o incluso marcas y empresas. Sin embargo, en la actualidad en prácticamente ninguna red social funciona ya de esta forma. Es un «algoritmo» el que determina lo que va a aparecer en nuestro muro, en función de «criterios inteligentes» que para más inri no son públicos.

En principio, lo único que podemos llegar a saber, es que ese «ente» tiene en cuenta parámetros como nuestras interacciones con publicaciones anteriores, visitas a perfiles similares, actividad reciente, etc. Es decir, analiza nuestro comportamiento para intentar deducir de forma precisa lo que nos va a interesar y lo que no.

Todo este sistema, ya de por si complicado y en cierta medida arbitrario, todavía se complica más cuando aparece una nueva variable: las informaciones falsas o fake news. En este caso se puede dar la paradoja de que una publicación es muy relevante para los algoritmos, y por tanto se muestra de forma masiva a muchísimos usuarios, pero a la vez se trata de mera desinformación, en muchos casos además con intenciones poco éticas.

De ahí los últimos escándalos, especialmente relacionados con Facebook, en los que se acusa a la red social de servir de plataforma para supuestos complots destinados por ejemplo a cambiar el resultado de unas determinadas elecciones.

Lo que podía parecer casi una anécdota se trata de un tema muy serio, que preocupa especialmente en los países más avanzados, como por ejemplo Estados Unidos, donde ya se empieza a dar por hecho que los verdaderos enemigos del país no van a lanzar cabezas nucleares sino que sus ataques serán mucho más sutiles e inteligentes, utilizando como principal plataforma las nuevas tecnologías.

Al final, lo que queda de manifiesto es que los algoritmos que gobiernan las redes sociales no son un tema frívolo y superficial. La transparencia y el control de las prácticas malintencionadas son fundamentales para que realmente podamos confiar en la objetividad y neutralidad de lo que nos llega a través de la red.