Lástima. Lo que era un espacio de diálogo se ha convertido en un campo de de batalla. Las redes sociales son hoy el principal escenario de odio y ataque entre los seres humanos en la mayoría de los países (incluida Costa Rica, desde donde escribo estas líneas). Y también el principal espacio de la llamada posverdad, que es la falsificación deliberada de la realidad. La posverdad es la mentira orquestada o fabricada, o también la mentira por ocultación. O ambas cosas combinadas.

¿Cómo actuar en las redes sociales? ? ¿Cómo no caer en la espiral de violencia verbal del Facebook, del Twitter y otras vías? ¿Cuáles deberían ser los principios para actuar y escribir en las redes (independientemente de nuestras creencias, ideologías o puntos de vista) para que el mundo sea un poco mejor y nosotros mejores seres humanos?

El consejo de Bertrand Russell en su famosa entrevista de la BBC de Londres en 1958 Un mensaje para el futuro parece la solución. El internet no existía y menos las redes sociales. Sin embargo, tuvo la clarividencia de afirmar que viviríamos en un mundo muy interconectado. Se adelantó 40 años a su época. Los consejos de Russell fueron claros y simples:

  • El principio de verdad

Significa que siempre deberíamos apegarnos a los hechos, aunque los hechos no coincidan con nuestros puntos de vista, ideologías, prejuicios o visiones del mundo. La clave es siempre apegarse a los hechos. Aceptar la verdad de los hechos, la fuerza de lo fáctico.

  • El principio de bondad

Lo resume Russell en una frase memorable hacia el final de la entrevista: «Love is wise and hatred is foolish» (el amor es sabio, y el odio es tonto). Significa que hay que tratar siempre de hacer el bien, no importa la circunstancia. Nunca escribir para odiar ni para atacar a nadie.

Como Russell murió en el lejano año de 1970, me he tomado la libertad de hacer un pequeño inventario de cinco normas que deberíamos seguir para poder cumplir los principios de Russell. Vienen de la lógica aristotélica. Hay varias más (quizá 15 o 20 falacias y trampas de la argumentación), pero estas cinco son las más importantes.

1. La falacia «ad hominem»

Es decir, siempre combatir los argumentos, pero nunca atacar a las otras personas. Debatir lo que otros dicen, pero nunca atacarlos en su condición humana. Es la más común de las trampas de la argumentación. La gente que sabe debatir (que es inteligente, sensata, humana) no insulta nunca a las otras personas. Discute únicamente los argumentos.

2. La falacia «ex populo»

Lo que diga la mayoría puede no ser la verdad. «Aunque 50 millones de personas digan una estupidez, sigue siendo una estupidez» escribió también Russell a un colega en medio del ascenso nazi en la II Guerra Mundial, cuando entre 1931 y 1936 millones de personas opinaban bien de Hitler, incluidos muchos en Inglaterra y los EE UU. Las encuestas pueden no significar la verdad. A veces la verdad la tienen pequeñas minorías que luego logran convencer al resto y la sociedad avanza. De nuevo, la clave está en lo hechos.

3. La falacia de autoridad

El que tiene más fuerza ( o supuestamente mayor conocimiento) no necesariamente tiene la verdad. Hay que convencer con argumentos, y nunca «porque lo digo yo, que soy el experto, soy su papá, soy su profesor, o soy el ministro, etc., etc.». De nuevo, hay que apegarse a los hechos, a la fuerza de los argumentos.

4. La falacia de la generalización apresurada

La actuación de un grupo pequeño o mediano, no implica que todo el universo de personas similares sean iguales. Costa Rica acaba de vivir una muestra de esa falacia: si un pequeño grupo de sindicalistas o funcionarios públicos hicieron cosas que consideramos incorrectas, jamás podemos aceptar que todos los funcionaros públicos sean así. Quizá el 90 o 95% de los funcionarios públicos sean lo contrario: grandes trabajadores e importantes para el país. Igualmente, si un grupo de empresarios están en una lista de evasores de impuestos, tampoco podemos considerar que todos los empresarios son evasores. La mayoría de empresas, incluidas las pymes, sí pagan los impuestos, y también la mayoría de empresas medianas y grandes.

5. La falacia del falso dilema o dicotomía

Si no estás de acuerdo con A (como yo pienso), entonces estás de acuerdo con B, y eres mi enemigo. Es muy típico de la gente que ve el mundo blanco y negro, como opuestos. Generalmente son personas muy primitivas para razonar: «Si usted hace cualquier crítica a la libre empresa, entonces es un marxista comunista y hay que defenestrarlo». O la contraria: «Si usted hace cualquier crítica al Estado, a los trabajadores, entonces es un burgués explotador, servil del Imperio, etc.» y estupideces similares.

Desgraciadamente, mucha gente piensa así, en blanco y negro. El mundo real es más complejo, siempre tiene grises, puntos intermedios, acuerdos. La gente más inteligente ve los claroscuros, los sincretismos, los acuerdos.

Y finalmente, siempre respetar a las otras personas, tratar de que todo diálogo sea una forma para mejorar el mundo. Love is wise and hatred is foolish, dijo Russell. Parecería ser una norma no sólo para nuestras redes sociales, sino para vivir la vida.