Estamos a punto de ver una revolución que va a alterar la condición humana. Diferentes expertos en neurobiología estiman que en unas dos décadas se puede haber descifrado «el código cerebral», algo parecido al genoma humano, y que revelará, por primera vez, cómo 85.000 millones de neuronas se disparan y conectan entre sí para generar ideas, recuerdos, emociones, imaginación y comportamiento, es decir, la esencia de lo que somos.

Para Rafael Yuste, científico perteneciente a la Universidad de Columbia, en Nueva York, «en el año 2050 se podría analizar la actividad cerebral de una persona para saber qué está pensando e incluso manipularla para controlar sus actos; de hecho, probablemente esas tecnologías se unan al desarrollo de la informática y la inteligencia artificial».

Sin embargo, el periodista Nuño Domínguez sostiene que «el lado positivo de esta iniciativa es que los humanos podríamos aumentar nuestras capacidades mentales y ayudar a pacientes con enfermedades cerebrales, neurológicas o mentales. Aunque estas tecnologías también podrán alterar el cerebro, violar la privacidad de los individuos y poner en duda quién es el responsable de un acto: el humano o la máquina a la que está conectado. ¿Pero y si, además, hay un grupo de privilegiados con cerebros conectados a ordenadores y acceso a información que el resto de la gente no tiene?»

Debido a estas razones, el especialista asegura que «antes de que empiece todo esto tenemos la obligación de pensar con cuidado sobre el futuro y diseñar reglas éticas con el objeto de que estas tecnologías se usen para el bien de la humanidad. Necesitaríamos proteger nuestros derechos cerebrales como si fuesen un derecho humano».

Por otro lado, y de cara a ese futuro año 2050, que tampoco está tan lejos, se debe destacar que en Berkeley, California, se trabaja con la herramienta de edición genética CRISPR. Desarrollada en 2012, permite editar el genoma de muchos seres vivos, incluidos los humanos, con tanta facilidad que se la compara con un editor de textos. «La edición genética también permitirá concebir niños con cualidades seleccionadas, como altura o capacidad visual», explica Kevin Doxzen, del Instituto de Genómica Innovadora.

En el ámbito del cáncer, la tendencia es hacia un tratamiento personalizado en función del genoma y la detección precoz de tumores a través de los marcadores de los análisis de sangre, explica Ruth Vera, presidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica. «En el año 1996 lo único que había era quimioterapia. Ahora, gracias a la inmunoterapia y otros tratamientos hemos pasado de ir solo contra las células del tumor a usar el sistema inmune contra él, atacar su sistema vascular y hasta el estroma, que es el espacio que hay entre las células tumorales», señala.

Otro de los avances más notables es el de las enfermedades del cerebro: de aquí a 2050 habrá tres veces más casos de alzhéimer. En este sentido, Yuste recuerda que el consorcio Brain está buscando nuevas formas para ayudar a pacientes con esta dolencia, así como con esquizofrenia, párkinson, depresión o autismo. Por su lado, Europa, Japón, Corea del Sur, Australia, Canadá e Israel también han puesto en marcha proyectos similares y pronto China va a anunciar un programa «gigantesco» en este campo.

Finalmente, Dimitar Sasselov, científico del telescopio espacial Kepler, pronostica que «en 2050 habrá gente explorando diferentes planetas. Sabremos mucho más sobre la historia de ellos y de si han albergado algún tipo de vida. Además, conoceremos unos 500 cuerpos cósmicos como la Tierra; en definitiva, en los próximos 10 ó 15 años tendremos indicios interesantes de la posibilidad de vida futura en alguno de esos planetas».