Charles Darwin nació en 1809 y falleció en 1882 a los 73 años en Inglaterra, era hijo de un médico eminente y de un abuelo también médico. Él trato de seguir los pasos de ambos y estudió medicina, pero no le agradó, pero sí heredó la tendencia hacia la filosofía natural y la biología de su abuelo.

Muchos años antes de que Charles Darwin publicara sus libros sobre El origen de las especies y El origen del hombre. Su abuelo, Charles Erasmus Darwin (1731-1802), un distinguido médico, naturalista y poeta. Fundó en Inglaterra la Sociedad Lunar, una sociedad filosófica y científica, la cual contaba entre sus amigos a Juan Jacobo Rousseau. Era tal su prestigio profesional que el rey Jorge III le había ofrecido nombrarlo médico personal, honor que declinó. Llegó a publicar una serie de libros, entre los cuáles estaban: El Jardín Botánico, El Templo de la Naturaleza o el Origen de la Sociedad y finalmente Zoonomía; este último y El Jardín Botánico escritos en forma de verso. En ambos trató de explicar el origen de la vida en términos evolutivos. Ahí señalaba que, en el curso de millones de años, desde que la Tierra comenzó a existir (en contraposición de esto, en esa época los religiosos decían que tenía solo cuatro mil años), los animales de sangre caliente habían surgido de un filamento vivo, y que de un mar original había surgido de forma espontánea la vida; además, por medio de un desarrollo continuo y gradual, se había producido el hombre; suponía que la proliferación de los seres vivos conduce a una competencia que hace que solo sobrevivan los más aptos. El libro fue traducido a varios idiomas, pero sus conceptos acerca del origen de la vida y su teoría evolucionista nunca fue tomada en serio, posiblemente por rechazar el origen religioso de esta.

¡Pero los genes insistieron! Y como descendencia tuvo un nieto que continuó su tradición y realizó investigaciones en este campo que sí fueron tenidas en cuenta y dieron lugar a un cambio trascendental en los conceptos que se tenían en la época sobre el origen de la vida. Charles Darwin, su nieto, siempre leía y consultaba los libros de su abuelo. Le sorprendía la intuición que este tuvo en cuanto al origen del hombre y los otros seres vivos y el hecho de que le atribuyera a la corteza terrestre una edad de millones de años. Las ideas de su abuelo tuvieron, a no dudarlo una influencia poderosa y definitiva en sus estudios y posteriores teorías que superaron a las de su abuelo. Charles Darwin se convirtió en uno de los hombres más influyentes de la historia al publicar en 1859 El origen de las especies. Esto irritó a los sectores religiosos de su tiempo que defendían la tesis creacionista de la Biblia. Él encontró, por caminos apartados de los dogmas de su tiempo, una nueva explicación para las infinitas formas de la vida. La antigua herejía ha devenido verdad. El tiempo le ha dado la razón a Darwin.

Por sugerencia de su padre estudió y se graduó como teólogo en Cambridge, pero no ejerció, ya que realizó por varios años un viaje en el barco (H. M. S. Beagle) por las costas de Suramérica y otros países. La travesía duró cinco años. El barco zarpó de Plymouth, Inglaterra, desembarcaron en Cabo Verde, de ahí fueron a Brasil, luego a Montevideo en Uruguay y Buenos Aires en Argentina. Darwin cuenta cómo tuvo oportunidad de cabalgar por las pampas argentinas con el general Juan Manuel Rosas, que tenía un ejército de gauchos mercenarios, que se apropiaban de las tierras de los nativos del sur de ese país, exterminando a los nativos. Este general posteriormente gobernó Argentina. Luego siguieron a las Islas Malvinas, dieron la vuelta hasta los puertos de Concepción y Valdivia en Chile y Lima en Perú, de ahí a las Islas Galápagos, luego por el océano Pacífico hasta Nueva Zelanda, Sídney en Australia, posteriormente la Ciudad del Cabo en Sudáfrica, volvieron a cruzar el Atlántico y desembarcaron en Bahía (Brasil), regresando luego a Cabo Verde y las Azores y finalmente al puerto de Falmouth en Inglaterra en el 1836. Como naturalista Darwin acumuló mucha experiencia y material sobre el origen de las diferentes especies animales que pudo estudiar, así como aspectos geológicos de esas tierras A su regreso se casó, y se dedicó a estudiar y escribir sobre todo lo que había visto, gracias a que su padre le obsequió una casa y dinero para no tener que trabajar. Se casó con Emma Wedgwood, una prima. Se puede decir en su caso que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, ya que ella formó un hogar acogedor donde pudiera Charles realizar su trabajo, y lo protegió durante sus enfermedades, agregado a ello que cuidó a los 10 hijos, mientras Darwin se dedicaba a pensar y escribir. Era muy religiosa y estaba preocupada por el fondo de la teoría sobre el origen del hombre, que enfrentaba a su esposo con la Iglesia. Por eso Darwin atrasó mucho la publicación.

Su teoría sobre el origen de las especies y el hombre fue rechazada inicialmente por la Iglesia y se le consideró el hereje del siglo. La razón era su afirmación de que el ser humano, los primates y todas las especies, descienden de un antepasado común y que los seres vivos fueron cambiando a través de millones de años hasta llegar a tener la forma actual. El mundo de los seres vivos es cambiante y aparecen especies nuevas y se extinguen otras que no se adaptan a los cambios de su entorno. Todos estamos sometidos a un lento proceso de evolución. La Iglesia aceptaba y aún muchos aceptan que el hombre y los animales fueron formados como dice la Biblia en 6 días y en la forma que tienen actualmente. Una aclaración importante es que él, jamás afirmó que el hombre descendiese del mono. Lo que decía era que el ser humano y los primates descendíamos de un antepasado común y que el hombre no escapaba a las leyes de la selección natural.

En la actualidad los estudios de los genes del hombre y de los chimpancés señalan que comparten más del 94% de su genoma, o sea que genéticamente son los animales más cercanos a nosotros, eso le dio la razón a Darwin. Hoy se sabe que ellos tienen además 48 cromosomas, y los humanos 46. El linaje de los humanos se separó del de los grandes monos hace unos 5 millones de años. Aparte de lo anterior, su teoría esta corroborada actualmente por la paleoantropología, la biología, la embriología, la anatomía comparada, y la biología molecular. Que aceptan que todos tuvieron un antepasado común. Darwin insistía en que todo ser desciende de una especie preexistente y que los animales y plantas descienden de un solo prototipo, una planta o animal muy primitivo y pequeño que luego se multiplicó, varió y diferenció a través de millones de años.

Hoy se sabe, por el conocimiento del código genético, que la sustancia inicial y fundamental de la vida fueron unas moléculas que se encuentran en el interior del núcleo de todas las células de los animales y vegetales antiguos y actuales llamados ADN (ácido desoxirribonucleico) y ARN (ácido ribonucleico) y que son iguales para todos químicamente hablando, capaces de multiplicarse por sí mismos y dan lugar a los genes y a los cromosomas que trasmiten la herencia. Darwin no lo sabía en ese momento, pero, sospechaba que algo trasmitía la herencia de plantas y animales y, incluso antes, Mendel lo vino a confirmar, aunque lamentablemente Darwin al parecer no conoció de esos trabajos.

En la teoría de la selección natural, sostenía que las especies no eran inmutables y que cambiaban la forma de su cuerpo o incluso perecían o sobrevivían al estar expuestos a efectos positivos o nocivos del medio ambiente (clima, radiación, alimentos, animales depredadores, etc.): los animales que no lograban adaptarse a los cambios en un ambiente hostil perecían, los que sobrevivían lo hacían porque se adaptaban mejor y se multiplicaban. Entonces, las especies animales y las plantas que se multiplican más y tienen más descendientes son las que sobreviven más, sobre todo si tienen mutaciones positivas para adaptarse mejor.

Con lo anterior señalaba que la evolución favorece a las razas o animales más fecundos y a las que se adaptan mejor, las cuales, al sobrevivir, trasmiten o le heredan a sus hijos sus caracteres (que ahora sabemos que son los genes); Darwin pensaba erróneamente que algunos caracteres eran adquiridos. Tal vez su mayor logro fue esclarecer con esta ley o teoría de la evolución el concepto de la selección natural, que explica el porqué de la sobrevivencia de ciertos animales y la extinción de otros. Además, llegó a la conclusión de que la naturaleza actúa a ciegas y casualmente y que solos las especies mejor adaptadas sobreviven, se perpetúan y evolucionan según las exigencias de su medio ambiente. Insistió en señalar que la evolución nunca termina.

Para complacer a su esposa, él señaló que no pretendía con sus trabajos negar la existencia de Dios, sino simplemente estaba mostrando que los sucesos y las cosas en la naturaleza tienen una explicación científica y no religiosa. La Biblia afirmaba, tenía muchos conceptos alegóricos y no era posible creerla a pie juntillas.

Por cierto, para evitar enfrentarse a la Iglesia, había solicitado que sus investigaciones se hicieran públicas una vez muerto. Lo que lo hizo cambiar se debió a que recibió una carta de un joven científico Alfred Russell Wallace (1823-1913), quien estaba en un país asiático y por sus estudios de la naturaleza y los animales en esa región había llegado a las mismas conclusiones. Por esa razón presentó en una reunión científica en Londres, el artículo que le había mandado Russell, con uno de él donde relataba sus experiencias sobre el origen de las especies en 1842.

Las diferencias con Wallace consistían en lo siguiente. Wallace era muy religioso y creía que los rasgos más distintivos del ser humano, la inteligencia y el habla, no eran fruto de la evolución, sino de una suerte de intervención sobrenatural o divina. En el caso de Darwin y su evolución, éste no creía que existía esa participación. Para él, como para su amigo el gran zoólogo e investigador Thomas Huxley, los grandes cambios en las especies, incluyendo la aparición del cerebro en el hombre, se producen a lo largo de decenas de millones de años.

Hoy sabemos que los grandes saltos evolutivos se deben en mucho a una cuestión genética de mutaciones al azar mas que a cualquier otra cosa y que la aparición de nuevos genes o modificaciones espontáneas en estos, fueron decisiva para los grandes saltos evolutivos que se presentaron. En la actualidad ya se conocen genes que construyen los órganos de diferentes especies como los ojos tan complejos, y que en el óvulo fertilizado existen los genes necesarios para construir las 220 células que conforman los diferentes tejidos y órganos del ser humano hasta darle su forma normal y final.

Darwin es considerado uno de los más grandes genios que ha existido pues sentó la base de la biología moderna, pero no era un niño genial. Su padre y sus maestros consideraban que tenía una inteligencia inferior al término medio. Para desarrollar una teoría tan compleja estudió intensamente historia natural, geología, botánica, entomología y zoología y observó cuidadosamente la naturaleza por años. En su tierra y en el viaje por barco durante cinco años, pudo constatar que todas las cosas, en especial los animales y las plantas, no son inmutables, sino que cambian con el tiempo. Como ya señalamos, debió a su abuelo sus primeras ideas sobre la evolución y a su padre que le proveyó de lo necesario para no trabajar y dedicarse a reflexionar y estudiar sobre lo que había visto y a su esposa, que le dio 10 hijos y lo cuidó con amor.

Su teoría científica, al principio, tuvo muchos detractores incluso en el siglo XX, Karl Popper creía que no lo era, aunque luego antes de morir reconoció que lo era y que se había equivocado al no reconocerla así. Charles Darwin insistía en que su teoría era una teoría científica, no una ideología o una construcción teológica o filosófica. Él explicaba la evolución de los seres solamente mediante los mecanismos de la naturaleza, entre ellos la selección natural, el proceso que explica (ahora sabemos que en unión de la herencia genética) que los organismos varían unos de otro aún en la misma especie, y que nuevas variaciones pueden surgir de tiempo en tiempo; que algunos de estos cambios pasan del progenitor a los descendientes; y que nacen más individuos de los que pueden existir en el espacio disponible (o ser alimentados por los recursos del medio). La consecuencia de eso la describió en su libro como una lucha por la existencia.

Los más débiles son eliminados en esta lucha, los más aptos sobreviven. Cuando ahora con todo respeto le diríamos a Charles, que debemos corregir la frase de «los más débiles», ya que los dinosaurios, los animales más grandes y fuertes, fueron eliminados hace 150 o mas millones de años. Sin embargo, Darwin nos contestaría. *Tiene usted razón, no sobrevivieron porque no se pudieron adaptar a las consecuencias de una catástrofe que afectó cambiando el ambiente de la Tierra en su tiempo. Por eso es mejor no hablar del más débil, sino de los que se adaptan mejor o no. También ambos procesos la selección natural y las mutaciones genéticas explican el diseño de los organismos, su complejidad y variedad y la creación de maravillosos órganos como el cerebro, el ojo y la mano. Por supuesto esto es ahora de aceptación general entre los científicos y estudiantes universitarios, pero no aún entre el pueblo y grupos de religiosos.

Nota

Ningún científico serio pone en duda que la vida haya existido durante cientos de millones de años en la Tierra, y que el desarrollo y los cambios que han sufrido los organismos vivos (plantas y animales) a través de ese tiempo, desde formas muy simples y primitivas (células) hacia otras mas avanzadas y completamente diferentes, hasta darnos a los actuales mamíferos, antropoides y al hombre, es lo que llamamos evolución.

Esta, como Darwin suponía, se debió a lo que él calificó como selección natural, agregándosele posteriormente para completarla, los cambios genéticos al azar descritos por Gregorio Mendel, que sufren todos los organismos. Los fósiles de diferentes especies muestran cambios en evidente continuidad, por ejemplo, el descubrimiento del fósil del Archaeopterix significó un triunfo para Darwin; ya que aparecía el eslabón perdido de la escala evolutiva entre aves y reptiles. Además, la enorme similitud de las etapas iniciales de los embriones de vertebrados tales como: un pez, un pollo, un conejo y una persona, momento en que es difícil saber cuál es cuál, hablan a favor de esto. Por otro lado, como ya vimos, todas las plantas y animales tienen en el interior de sus células (núcleos) unas moléculas llamadas ADN (ácido desoxirribunucleico) y ARN (ácido ribonucleico) que forman los cromosomas que contienen los genes que trasmiten la herencia y que son químicamente iguales, ya sea en una bacteria, una flor, una rata, un pájaro o una persona. Todo eso nos habla claramente de una continuidad genética desde hace millones de años al presente, y por ello todos somos parientes, y a su vez, todos los seres descendemos de un antepasado común que nos legó esos ADN y ARN, algo que Darwin había sospechado y hoy la biología molecular ha confirmado.

Todas esas evidencias hicieron que el papa Juan Pablo II, en su mensaje a la Academia Pontificia de Ciencias el 22 de octubre de 1996, sostuviera que entre los monos ancestrales y los seres humanos modernos había «una discontinuidad ontológica», un punto en el cual Dios inyectó un alma humana en una extirpe animal. De ese modo, reconocía la evolución de los seres. Para nosotros los científicos, lo que la Iglesia llama salto ontológico, es posible sea el momento en que el Homo sapiens se separó del tronco común que dio origen a los grandes monos, debido a que se presentaron en este grupo cambios en la función de muchos de sus de genes, diferenciándose a través de miles de miles de años de los genes de los chimpancés y gorilas. Eso hizo que el hombre se volviera bípedo e hizo crecer su corteza cerebral, sitio de la inteligencia muy superior del hombre sobre la de los animales (algunos creen que el andar de pie fue antes de las mejoras cerebrales). Lo extraordinario de la evolución a mi juicio es el haber dado al ser humano un cerebro con una tremenda capacidad de saber que piensa y ahora hasta de saber cómo piensa.

Para los que aún no creen en la evolución, vean el ornitorrinco actual, ejemplo vivo de un animal de transición de la antigüedad remota al presente, una mezcla de mamífero, ave y reptil. Tiene piel de topo, cola de castor, patas de rana, espolón de gallo (que en el macho produce un veneno) y pico de pato. Pone huevos, pero amamanta a sus crías en una bolsa marsupial como los canguros. Su ADN tiene 53 cromosomas (el ser humano sólo 46) y 18.500 genes (el hombre 22.000), el 82% son similares a los otros mamíferos, pero, además, tiene genes de ave y reptil y 10 cromosomas que determinan el sexo (nosotros dos). Este es un testimonio vivo de los cambios sufridos por los animales antiguos, para dar origen a este grupo de vertebrados, que se separó de la línea evolutiva de los mamíferos hace más de 150 millones de años. La evolución es, pues, un hecho probado y Darwin tenía razón.