La vanidad y el egocentrismo humano hace a muchos creer que los humanos somos algo especial, algo único en el Universo, y que también lo es nuestro pequeño planeta al que cariñosamente llamamos Tierra. Tanta es la vanidad de nuestra especie que hasta desarrollamos religiones monoteístas para así, poder configurarnos y representarnos a nosotros mismos, como hechos «a imagen y semejanza de Dios».

Como si Dios no fuera Dios para tomar la forma o imagen que Él quiera. O ninguna. Tanto es nuestro egocentrismo como especie que hasta le dimos un nombre propio: antropocentrismo. De ánthropos ( «hombre»), centro («centro»), e -ismo, sufijo que forma sustantivos que suelen significar «doctrina», «sistema», «escuela», o «movimiento».

(1) Atribución al hombre de cualidades que pueden ser comunes a otras especies.
(2) Teoría que afirma que el hombre es el centro del Universo.

Lo irónico de la definición (1) es que de hecho muchas de las cualidades que nos atribuimos los homos, que supuestamente nos hacen únicos, especiales y diferentes a todas las demás especies que alguna vez poblaron la Tierra, son comunes a otras especies.

Tal y como lo demuestran números estudios científicos acerca de las similitudes antropológicas que tenemos con otras especies no humanas. Estudios realizados en diferentes disciplinas científicas y por diferentes grupos y autores intelectuales.

Pero los Homo sapiens seguimos pensando vanamente que somos una singularidad. Tanto biológica como universal. Y simple y sencillamente, no lo somos, ni por poco.

Así lo demuestra el cálculo probabilístico y varias ecuaciones desarrolladas por físicos y astrónomos especializados en tema. Una de ellas, quizás la más conocida es la Ecuación de Drake. Desarrollada en 1961 por el radioastrónomo Frank Drake (quien fue director del SETI durante muchos años y desde el 2003 lo es de forma emérita) para estimar la cantidad de civilizaciones extraterrestres en nuestra galaxia (la Vía Láctea) que pudieran realizar transmisiones de radio señales similares a las nuestras (por ende, detectables por nuestros radiotelescopios).

Según los cálculos de Drake, sólo en la Vía Láctea habría 10 civilizaciones extraterrestres capaces de enviar señales de radio detectables por nuestros radiotelescopios. El problema es que, de acuerdo a otro de los parámetros de la ecuación, cada civilización podría durar hasta 10 000 años trasmitiendo señales, antes de ser detectadas por nuestros radiotelescopios. Y eso es precisamente lo que han utilizado sus detractores para descalificar sus cálculos. La Paradoja de Fermi (por físico Enrico Fermi) es la aparente contradicción que hay entre las estimaciones que afirman que hay una alta probabilidad de que existan otras civilizaciones extraterrestres inteligentes en el universo observable, como lo plantea la Ecuación de Drake. Según ellos, la ausencia de evidencia de dichas civilizaciones anula cualquier posible estimación:

La creencia común de que el Universo posee numerosas civilizaciones avanzadas tecnológicamente, combinada con nuestras observaciones que sugieren todo lo contrario es paradójica sugiriendo que nuestro conocimiento o nuestras observaciones son defectuosas o incompletas.

Tal y como lo plantea Fermi en su paradoja.

No obstante, la capacidad humana para detectar señales y/o comprender la vida extraterrestre inteligente existe desde hace porco más de un siglo. Eso es apenas el 1% de los 10.000 años que en promedio duraría una señal extraterrestre proveniente de alguna de las 10 posibles civilizaciones inteligentes en nuestra galaxia en llegar a nosotros.

Y resulta que nuestra galaxia es sólo una entre dos billones: dos millones de millones de galaxias en el universo observable. Esto es, un dos seguido de doce ceros. O sea, que el número de posibles mundos (planetas) en el universo observable capaces de albergar vida extraterrestre inteligente es de cerca de 20 billones: 20 millones de millones. ¿No cree usted que esa es una posibilidad muy alta?

Y todavía hay más, la astrobiología es el estudio del origen y la evolución de la vida en el Universo y eso no sólo incluye a la vida en Tierra, también a la vida extraterrestre. Entre sus áreas de estudio la astrobiología incluye la estimación de zonas habitables para planetas extrasolares que orbitan diferentes sistemas solares tanto en nuestra galaxia como en los otros dos billones que existen en el universo observable. Aunque eso lo veremos en la segunda parte donde formularé algunas hipótesis y cálculos al respecto.