El móvil perpetuo es una máquina hipotética que funcionaría permanentemente sin ninguna clase de energía exterior. Los teóricos de la fisicoquímica, sin embargo, introdujeron esta idea de movimiento perpetuo dentro del campo de la termodinámica para explicar teóricamente la imposibilidad de llevar a cabo la elaboración de una máquina con movimiento continuo.

En este artículo expondremos los elementos de juicio para considerar que, efectivamente, el movimiento continuo siempre ha existido y en ningún momento ha violado la segunda ley de la termodinámica.

Un ejemplo es el «tornillo de agua» ideado por Robert Fludd en 1618; máquina de movimiento perpetuo que aparece en un grabado en madera de 1660. Pese a que el invento nunca funcionaría, se ideó como un posible intento de emplear una de esas máquinas para operar piedras de moler: el agua del tanque superior hace girar una rueda hidráulica, la cual mueve un complejo engranaje y ejes que impulsan un tornillo de Arquímedes (desde abajo al centro, hasta arriba a la derecha) para bombear agua y rellenar el tanque. El movimiento de la rueda hidráulica mueve otras dos ruedas (abajo a la derecha) y es mostrada con suficiente suministro de agua para su lubricación (Móvil perpetuo).

Análisis de las explicaciones

Si bien las explicaciones dadas por los especialistas sobre la imposibilidad de elaborar una máquina con movimiento continuo en ningún momento violan la segunda ley de la termodinámica, en el año 1618 ya se construía un modelo, aunque no reunía las condiciones necesarias para aplicarlo y ponerlo en funcionamiento.

Estas máquinas son posibles, a través del desarrollo de la ciencia que, en ese momento, tenía escasos conocimientos con respecto a la existencia de otros dispositivos o materiales con propiedades intrínsecas. Por ejemplo, en esa época aún no se tenía conocimiento sobre la existencia del magnetismo, inclusive ni el mismo Isaac Newton, ni Kepler entendían a qué obedecía el movimiento de rotación de la Tierra. Sin embargo, lanzaron sus enunciados y leyes. A pesar de haber calado en el mundo científico todas, las leyes de Kepler omitieron que el movimiento continuo o perpetuo tiene su origen en el electromagnetismo.

Tomemos como referencia al planeta Tierra, ella posee un movimiento continuo o movimiento perpetuo derivado de su propia energía interna, en este caso una autoinducción natural que la mantiene en movimiento constante. Con este planteamiento, se contrasta a los físicos en sus argumentos que aducen que, sin la termodinámica, estos dispositivos no pueden funcionar, puesto que no estamos considerando dispositivos que funcionan con energía térmica, sino eléctrica o magnética. Por consiguiente, estos dispositivos o máquinas de movimiento continuo o perpetuo se pueden elaborar sin necesidad de recurrir a una fuente externa de energía.

La periodicidad y la uniformidad en cual basaron sus leyes los físicos tradicionales no son causa, sino consecuencia del movimiento continuo o movimiento perpetuo; es decir, la Tierra en su trayectoria describe una elipse alrededor del Sol, pero esta elipse obedece a su movimiento continuo sobre su eje y, como consecuencia de ello, debido a su movimiento de nutación, esta genera un desplazamiento en una elíptica.

El hecho de haber observado la rutinaria repetición de estos movimientos es lo que ha permitido que algunos fenómenos puedan predecirse con cierta exactitud a lo largo del tiempo, ya que ha dado motivos para observar posiciones y trayectorias invariables y que se pueda pronosticar la llegada de eclipses solares o lunares. No obstante, se han hecho malas interpretaciones, como ha sido el caso de la llamada ley de gravitación universal, ya que es el movimiento continuo el que impide que el universo colapse y la atracción de los cuerpos no es directamente proporcional a las masas ni al inverso del cuadrado de las distancias, sino al sentido y velocidad de rotación del plano en que se encuentren los objetos o del sentido de rotación de los astros. ¿Qué sucedería si la Tierra dejara de rotar? Todo lo que se encuentra sobre su superficie saldría expulsado y con ello quedaría invalidada la ley de gravedad universal.

Por consiguiente, regresando al movimiento continuo y estableciendo una comparación con la segunda ley de la termodinámica que expresa: «El segundo principio de la termodinámica establece que, si bien todo el trabajo mecánico puede transformarse en calor, no todo el calor puede transformarse en trabajo mecánico». No se comprende este exabrupto de los físicos tradicionales en hacer tamaña comparación cuando estamos frente a dos sistemas diferentes.

Por consiguiente, el movimiento continuo sí existe, se puede aplicar y no necesariamente pertenece a un sistema único de referencia, ya que las leyes de la termodinámica son diferentes a las leyes electromagnéticas o del magnetismo.

Una ley universal de gravedad mantendría un universo comprimido y estático; es decir, jamás evolucionaría como formas de materia y energía.

La física tradicional tendría que abolir la ley de gravitación universal o ley de la gravedad y reemplazarla por la ley del movimiento continuo universal, que es la que verdaderamente mantiene al universo en armonía. Los pioneros en observar y establecer las leyes erraron y solo se basaron en los efectos y no en las causas del movimiento, aún es más deplorable que el mundo científico contemporáneo insista en mantener ese dogma totalmente errado.

Nota

Wikipedia. (s/a). Móvil perpetuo.