Tendría yo unos diecisiete años cuando me sucedió por primera ocasión. Estaba en la cocina con mi familia; acabábamos de comer y mi papá había empezado a platicarnos algo mientras todos seguíamos sentados a la mesa. Yo tenía los ojos concentrados en mis manos, o en alguna otra cosa, pero no lo estaba viendo a él, así que levanté la mirada con el propósito de oírlo más educadamente, y entonces sucedió: no fui capaz de reconocerlo; no pude reconocer a mi propio padre. Lo observé con un gesto de asombro, y seguramente él pensó que era debido a lo que nos estaba contando, pero la verdad era que ya ni siquiera lo escuchaba, porque mi mente estaba aturdida por tantas preguntas que yo me hacía en ese momento. ¿Era una broma que entre todos me estaban haciendo para ver cómo reaccionaba? ¿Habían cambiado a mi papá por otro señor? No podía ser, porque a pesar de todo, algo me decía que sí se trataba de él. Creo que principalmente era su voz lo que me parecía tan familiar. ¿Entonces quería decir que yo jamás le había puesto suficiente atención a su cara; que nunca lo había volteado a ver a consciencia? Me sentí sumamente culpable y avergonzado, como si hubiera desperdiciado aquellos diecisiete años de mi vida; y es que, conforme pasaban los segundos, estaba más y más convencido de que, en efecto, él era mi padre. De modo que esa sensación pronto se convirtió en melancolía. Su rostro se me hizo muy hermoso, y más debido a que, por alguna clase de enfermedad que me había afectado en ese momento, lo estaba viendo por primera vez.

No me atreví a confesarle a nadie lo que me pasó; contrario a lo que se pudiera pensar, no hice absolutamente nada al respecto. Concluí que no valía la pena porque se había tratado de algo irrepetible; sin embargo, hasta la fecha sigue sucediendo. Si tuviera que indicar la frecuencia de alguna manera, diría que me pasa unas tres veces al año; aunque comenzó con mi papá y sucede predominantemente con él, también me ha ocurrido con otras personas de manera arraigada, de las que destacan mi hermana mayor y más recientemente mi esposa, a quien, considerando la suma confianza que le tengo, una tarde le conté los detalles, mientras el efecto se hallaba activo. Y, si bien ella es una mujer bastante comprensiva, naturalmente no tomó la noticia del todo bien. Se entristeció al pensar que en varios momentos a lo largo de nuestra vida yo iba a estar desconociéndola, aun con mi explicación de que eso siempre culmina con la belleza de enamorarme de su rostro una vez más.

Como si no fuera suficiente, con el paso del tiempo comencé a experimentar situaciones en que esta extraña sensación de desaprender se me manifiesta también con objetos cotidianos, e inclusive con meras palabras, que de un momento a otro pronuncio como si lo hiciera por primera vez y sin que estas tengan un sentido pleno para mí. De modo que, en medio del colmo, se despertó mi interés por investigar a profundidad un tema que yo ya consideraba hasta cierto punto normal en mi vida.

Este fenómeno es llamado jamais vu; un término en francés que se traduce como «nunca visto», y que representa esa impresión de no poder reconocer algo, a pesar de que racionalmente se perciba que es bastante habitual. Y ese algo puede abarcar prácticamente todo; no solo personas, objetos y palabras, como he mencionado antes, sino también lugares, situaciones y todo con lo que se tenga contacto.

Algunas personas consideran que esta manifestación es lo contrario al déjà vu, pues mientras en este último el sujeto tiene la impresión de ya haber visto aquello que está aconteciéndole, en el jamais vu cree hacerlo por primera vez. En cualquier caso, es un hecho que el jamais vu se halla más frecuentemente relacionado con problemas neuropsiquiátricos; algo que quizá a mí debería preocuparme.

Autoinducción

Si antes de continuar te interesa sentir un jamais vu, ahora mismo puedes reproducir el experimento que el psicólogo británico, Chris Moulin, llevó a cabo en el año 2006. Sin embargo, si crees que esto te generará algún tipo de miedo o incomodidad, te recomiendo mejor pasar a la siguiente sección.

Elige una palabra común; la que tú quieras. Te propongo puerta. Ahora escríbela repetidamente al menos por un minuto; y si mientras lo haces puedes decirla en voz alta, mucho mejor.

¿Qué percibes ahora? Es altamente probable que el experimento haya sido exitoso, y que esa palabra ya no tenga sentido para ti; que sientas que la lees y la dices por primera vez, y que haya perdido toda relación con aquello que pretende representar. Aparentemente, esto se debe a una especie de fatiga mental. Ahora imagina que te ocurre lo mismo con el rostro de tu padre; con el de alguien a quien amas.

Casos extremos

En tanto para algunos de nosotros el efecto es pasajero y puede mantenerse bajo control, hay personas a quienes las lleva a tener fuertes complicaciones en su vida. Como ejemplo, están aquellas que, yendo de un lugar a otro, por rutas que usan día tras día, el jamais vu las sorprende de tal forma que terminan desorientándose por completo; al grado de no ser capaces de llegar a su escuela o al trabajo, pues a pesar de que todo luce raramente conocido, no termina de asociarse. De hecho, hay a quienes esto mismo les sucede repentinamente dentro de sus propias casas. Se detienen en medio de los pasillos, o al entrar a una habitación, sin entender del todo en donde están. No se trata de un simple olvido, ni de amnesia; el sentimiento de familiaridad con el que va acompañado provoca que se padezca un terrible efecto de disociación.

El procesamiento inadecuado de la información conocida y de la novedosa pudieran vincularse a la esquizofrenia, el autismo, trastornos por déficit de atención, cansancio crónico, o inclusive a la adicción a ciertas sustancias; es decir, a toda una variedad de distintos orígenes. Y es que, siendo un fenómeno poco frecuente y bastante impredecible, ha sido difícil estudiarlo a profundidad. Pero, nuevamente, queda claro su nexo con la desrealización; un síntoma disociativo, propio de enfermedades psiquiátricas.

¿Qué sentido tiene?

Si no sólo afecta a aquellos individuos que puedan padecer algún tipo de trastorno, ¿cuál es el motivo por el que se presenta en sujetos saludables? Personalmente, yo le he asignado un propósito algo poético; la oportunidad de valorar a las personas y a las cosas que tengo, saber encontrar la sorpresa en lo cotidiano y no dar nada por hecho. Tal vez no es la respuesta correcta, pero tampoco puede estar tan lejos de la verdad si al final me permite ser feliz.

Otros efectos

Ahora que hablo de esto, no quiero dejar pasar la oportunidad de mencionar otros fenómenos del cerebro que pueden ser tan interesantes como el jamais vu. Sin duda llama la atención que el nombre de todos ellos sea francés, por lo que no queda más que agradecerle a esta cultura el haberles dado la importancia que se merecen, pues estoy seguro de que todos nosotros hemos pasado por alguno de éstos en cierta ocasión y nos gustaría, al menos, saber cómo llamarlos.

Déjà vu (ya visto)

Como he comentado antes, el déjà vu es ese sentimiento que describe que eso que está frente a nosotros (una cosa, una situación, una persona) ya lo hemos visto antes; muy a pesar de que toda evidencia racional indique que no es posible, debido a que está pasando por primera vez. Y puede llegar a ser tan intenso que predecimos lo que se presentará a continuación.

Déjà vécu (ya vivido)

Ampliamente confundido con el déjà vu, el déjà vécu implica mucho más que solo ver algo que pareciera repetirse; es decir, involucra a todos los otros sentidos: el aroma, el tacto, el gusto y el olfato.

Déjà senti (ya sentido)

Se refiere a una sensación que nos resulta familiar, pero que no se conecta con ningún recuerdo; esto es, un proceso exclusivamente mental que busca algo físico a lo cual asirse, sin poderlo encontrar.

Déjà visité (ya visitado)

Una impresión exclusiva que sucede cuando evidentemente visitamos un lugar en el que jamás hemos estado, pero que creemos ya conocer, al punto de desplazarnos en él acertada y familiarmente.

En mi caso, pude experimentarlo con fuerza cuando estuve por primera vez a las afueras del Palacio de Buckingham; algo que tuvo una explicación muy lógica, pues un par de años atrás había estado escribiendo una novela para la cual la investigación me llevó a observar varias fotografías del sitio, e incluso a explorarlo haciendo uso de Google Maps. Sin embargo, otras personas, en diferentes circunstancias, explican el déjà visité como producto de viajes astrales.

Presque vu (casi visto)

Es el sentimiento de estar a punto de recordar algo, sin llegar a conseguirlo; como cuando se tiene algo en la punta de la lengua.

L'esprit de l'escalier (el espíritu de la escalera)

¿Tuviste una discusión con alguien y luego de haberte ido pensaste en el que hubiera sido el mejor argumento o la mejor respuesta que pudieras haber dicho? ¿Estuviste en una situación y después se te ocurrió la manera más correcta de haber actuado? Esa sensación de pensar en el proceder ideal demasiado tarde, tiene nombre: L'esprit de l'escalier.

Dés vu (visto tan pronto como)

El saber que aquello que se está viviendo se va a convertir en un recuerdo entrañable.