Se calcula que existen cerca de 6,000 tipos de enfermedades crónicas genéticas y que la humanidad, con todos sus adelantos, no ha logrado controlar. Se conocen las causas de apenas 2,000.

Voy a tomar el riesgo de ser, quizás, no del todo rigurosa, con el fin de proponer algunas teorías. Algunas de estas ya han sido expuestas en parte por mí en Wall Street International.

Parto de la teoría definitoria: las enfermedades crónicas son provocadas por virus o bacterias. Estos corpúsculos se asentaron en sus huéspedes iniciales (padres, abuelos, bisabuelos, etc.), en su composición orgánica original, causando molestias o enfermedades pasajeras y manejables. ¿Pero qué sucedió en este período? Se dio una incubación en el organismo huésped que afectó asintomáticamente su ADN, pues a través del ARN (composición proteica del huésped), el virus o bacteria pudo viajar al ADN ancestral.

Aparecen así en hijos, nietos, bisnietos, etc., enfermedades originadas en este virus o bacteria inicial, pero transformando el ADN del nuevo organismo huésped de nueva generación. Al hacerlo, ya no aparecerá como pasajera o manejable, sino que, en algunos casos, hasta incapacita a sus víctimas. Para entonces habrá perdido su carácter de enfermedad infecciosa que mostró en el huésped inicial, por eso las enfermedades crónicas no son contagiosas.

Solo para nombrar algunas: fibrosis quística, esclerosis múltiple, artritis reumatoide y la mayoría de formas de cáncer (veamos las metástasis, yo las veo como acción de un virus solapado extendiéndose). Y muchísimas más.

Las enfermedades hereditarias han de transmitirse a partir de transformaciones en espermatozoides u óvulos por mutación, sin embargo, me atrevería a decir que muchas enfermedades crónicas que se dice tienen un origen ambiental, en ellas el virus o bacteria inicial estará latente también para que aparezca.

¿Y si se trata de un virus o bacteria solapado… cómo detectarlo?

Los virus y bacterias son pequeñas composiciones orgánicas constituidas por proteínas que toman distintas formas y su base química varía de uno a otro. Estas sustancias llamadas proteínas también nosotros las poseemos; sin embargo, nosotros los humanos somos organismos mucho más complejos que ellos, lo que pone a muchos de estos a atacarnos, según sea la mutua composición química. Hay proteínas afines y proteínas de rechazo. Luego volvemos sobre esto.

Cuando un virus o bacteria provoca una enfermedad crónica es porque ha dañado ya la base cromosómica humana. Lo primero y necesario hacer es examen de ADN y detectar proteínas en estado latente para desenmascarar cuál es el origen de la enfermedad, o sea qué virus o qué bacteria la provoca. Luego, ver las composiciones virales o bacterianas posibles con esas proteínas detectadas y llevar el plasma del paciente a laboratorio para ver reacciones ante estas latentes formas virales o bacterianas detectadas en su ADN. Después de esta prueba, de aquella que resulte positiva podríamos obtener sin duda vacunas y otras medicaciones.

Las vacunas serán preventivas en personas con predisposición por historia clínica familiar. Además, neutralizarán el virus o bacteria a futuro.

Proteínas afines y proteínas de rechazo

Es importante decir que las proteínas afines son aquellas proteínas que poseemos que, por su composición química (léase elementos con sus pesos atómicos), son afines a las proteínas de un virus o bacteria según también su composición química, lo cual nos hace susceptibles a infección. Esta infección trascenderá si transcurre el virus de nuestro ARN, que es nuestro sistema proteico, a nuestro ADN, creando problemas endémicos a las nuevas generaciones. Esto sucede cuando el virus o bacteria en el huésped original crea mutaciones por mala medicación.

Sin embargo, es necesario decir que nuestro sistema inmunológico provee a nuestro organismo de proteínas de rechazo, que serán aquellas que, por su composición química, atacarán a organismos específicos extraños que afecten nuestra salud. Son estas proteínas de rechazo las que se transformarán en vacunas al detectar el virus que provoca la enfermedad crónica en las proteínas de nuestro ADN y al aplicarlas en laboratorio al plasma específico de cada paciente.

Como ven, para cada problema hay una posible respuesta.

¿Virus y bacterias en enfermedades autoinmunes?

Por supuesto. Y aquí bien vale una investigación a fondo. Es en nuestro sistema inmunológico de donde se proveen las proteínas de rechazo. Cuando este sistema no provee las proteínas de rechazo por la presencia de un organismo extraño que quiere sobrevivir en nosotros a como dé lugar, se da un descontrol de nuestro sistema inmune que empezará a crear proteínas afines a este organismo extraño o virus o bacteria, enfermándonos.

La respuesta: fortalecer la provisión de proteínas de rechazo al sistema inmune cuando se detecta el descontrol del mismo.

Este documento con sus teorías lo dejo en manos de expertos que tomen a bien analizarlos e investigar al respecto. Estoy segura de que los resultados serán valiosos.