Los españoles siempre hemos tenido fama de ser muy amables con los visitantes, de forma natural además siempre suele suceder. Y es que uno aprende de lo que ve, y tantas cosas se ven por ahí… Bueno, tenemos fama de muchas cosas, aunque no todas ellas hacen justicia.

Prestamos al parecer ayuda a todo aquel forastero que se pierde entre calles de poetas y filósofos, incluso cuando no se nos ha pedido, pues interrumpir una conversación ajena tampoco ha sido nunca un agravio. El idioma no es un problema; si no se comparte, se habla más alto y ya está.

Para muchos, esta es una tierra acogedora donde el sol calienta en diciembre, se come gratis en la calle y los papeles y gestiones en general se llevan como las cosas de palacio, despacio. Todo tiene solución, hombre. Otro cantar es el tiempo que se tarde. Algunos no comprenden que el tiempo que se emplea en solucionar ciertas necesidades es proporcional a la disposición o conocimiento de la persona que te atienda.

La burocracia es ciertamente un aspecto de la vida en España que a más de uno trae de cabeza. ¿Cómo es posible que, tratándose de la misma cuestión, en un sitio me digan que “es imposible de hacer" o "ya es tarde” y en otro, en cambio, se resuelve todo en un santiamén? La paciencia es la madre de la ciencia.

Madrid y Barcelona son mayormente las ciudades que reciben cada año miles de ciudadanos europeos venidos del norte del continente. Muchos de ellos ya saben que el apelativo de ‘guiri’ no es necesariamente algo despectivo. Antes se usaba para referirse al turista de origen mayormente alemán con la piel achicharrada y los calcetines blancos combinados con las chanclas, pero ya está mucho más extendido. Todo es acostumbrarse y aquí costumbres no faltan. La más tradicional y de rápida adopción, la siesta por supuesto.

El idioma es sin embargo un problema para muchos de ellos pues, por lo visto, aquí la gente habla rápido y alto, cambian las palabras o incluso se las inventan y ni que decir tiene que el uso del refranero español es para muchos de nuestros amigos los guiris harina de otro costal, lleva su tiempo.

Adaptarse a la vida en España conlleva aprender rápidamente frases de uso cotidiano, tales como la genuina y básica “una cerveza, por favor”, (por favor nunca debe faltar, que ya nos estamos acostumbrando) y distinguir la diferencia entre el “ser" y el "estar”. Una vez se comprende que ‘ellos no son cansados’ (cansinos en todo caso) o ‘alguien no es en casa de su colega’, la cosa va a mejor.

Y, por supuesto, la actividad estrella que todos quieren tachar en su lista es el flamenco. Para la mayoría, el arte del cante y del baile es algo que pertenece a esta tierra y a ninguna otra alrededor del mundo, algo que hay que vivir si se viene o vive por un tiempo en España. Lo que la mayoría no sabe es que para encontrarse alguna guitarrilla con o sin cuerdas por la calle hay que tirarse más "pa’ el sur". Tampoco saben quien compuso Entre dos aguas o La leyenda del tiempo, dos joyas de dos monstruos del flamenco; bueno, se lo perdonamos porque aquí somos todos muy majos.

Recuerdo haber leído de una chica joven estadounidense que vino a instalarse por un año en una aldea de los campos de Castilla; un pueblo donde, como sucede de norte a sur, la vida es… Pues, más natural. Le sorprendía la disposición de la gente. Y es que para cualquier menester siempre había alguien dispuesto. Le molestaba al principio tener que esperar hasta la tardía hora de la cena para poder disfrutar de un buen bocata de jamón, pues no había ni un solo bar abierto hasta entonces, ni alma por la calle después de comer.

Y es que aquí los horarios ya se conocen y más en estos lugares campechanos, donde de dos a cinco de la tarde lo único que corre por la calle es el viento. Pero ya nos estamos europeizando y yo que lo he notado en mis propias carnes hace poco cuando, por primera vez, pude pedir café para llevar en mi pueblo; con porta vasos de cartón y todo me lo sirvieron. ¡Lo nunca visto!

Yo bien sé lo difícil que puede ser adaptarse a las costumbres de otro país donde la gente mira con cara rara cuando chapurreas algo incomprensible o se desesperan cuando preguntas lo mismo una y otra vez sin llegar a comprender. Es por ello que me esfuerzo en corregir los errores gramaticales y en explicar como funcionan las cosas en este nuestro querido país, contribuyendo así a expandir la idea de que en España somos ‘mu salaos’.