La mitomanía o la mentira compulsiva en un trastorno conductual perteneciente a la categoría de las adicciones comportamentales, esto es, es una adicción a mentir.

La adicción no conoce de género, raza o partido político. Una persona puede ser adicta a la mentira independientemente de la profesión a la que se dedique o si está desempleado.

Lo que caracteriza al mitómano o mentiroso compulsivo es la necesidad ser el centro de atención y despertar admiración en los demás.

Hasta ahí llegan las aspiraciones del mitómano, no busca ocupar un asiento en un ayuntamiento o en el congreso; ya que en este caso la mentira es algo instrumental y no un fin en sí misma. El mitómano no puede controlar la mentira, no puede planearla, si no que le sale en cualquier momento.

El político por su parte, mide cada palabra que debe decir, tratando de agradar a propios y extraños, buscando el voto.

Ninguno de ambos, ni el mitómano, ni el político, van a reconocer que mienten.

Uno, el mitómano, porque dentro de su problema puede llegar a creerse sus propias mentiras; y el segundo, el político, porque es algo que le resta votos.

Los políticos, como cualquier persona, tienen "dos caras", la de profesional, en que "dice lo que tiene que decir"; y la personal que se descubre entre los amigos y familia.

El mitómano sólo tiene una cara, la mentira, y no tiene un "espacio de confianza" donde diga la verdad.

Las consecuencias para el político que miente, si le pillan, es, cuanto mucho, acabar con su carrera política.

Las consecuencias para un mitómano es el aislamiento social, empezando por sus familiares y amigos, que cada vez le van creyendo menos, de forma que al final no le creen nada.

Una situación muy difícil sobre todo para la pareja, que al principio le admira y cree sus mentiras, pero que con el tiempo se da cuenta de quien realmente es el mitómano.

Tal y como se ha comentado, no se pueden confundir ambas figuras, la del mitómano o mentiroso compulsivo y la del político. Eso no quiere decir, que no haya políticos mitómanos, al igual que los hay en cualquier otra profesión.