If Afrodite can have stomach rolls, so can I

(Sabiduría de internet)

Después de las Navidades llega el momento de horrorizarse por esos “kilillos de más” que hemos acumulado durante las cenas y comilonas familiares, porque entre la escudella i carn d’olla y el tortel de Reyes van los turrones, los polvorones, la comida de San Esteban, el champán, esa copita con los primos, el resopón con los suegros que se alarga desde la comida hasta la cena.

Breve inciso: la escudella i carn d’olla es la comida tradicional del día de Navidad en Cataluña. Consiste en una sopa con caldo de madre, de ese que se está alrededor de 6 horas haciendo chup-chup y que cuando se enfría se convierte en una gelatina que puede ser cortada con cuchillo (esto es la escudella) y la “carn d’olla” es la carne que iba en el caldo, que se ha estado haciendo chup-chup un porrazo de horas y sabe a caldo. Muy bueno todo.

Muy bueno y con alto contenido calórico. Una tradición muy lógica si uno se para a pensar que a partir de la Navidad es cuando empieza el invierno propiamente dicho. Como podrá atestiguar cualquiera que asome la nariz a la ventana. En invierno hace fresquito y consumir muchas calorías produce lo que podemos llamar “un flotador de aislamiento térmico”.

Pero hoy en día parece que nos hemos emancipado y los niños mayores ya no usan flotador. Han terminado las fiestas y ha llegado el momento de recordar que tenemos una montaña de trabajo en la oficina y que vivimos en un mundo en el que la delgadez es sinónimo de belleza.

Hace apenas un par de días, oí una frase que se me quedó grabada. “No conozco a una sola mujer que no esté obsesionada con su peso”. Así. PIM PAM. Sin contexto ni nada. “No conozco a una sola mujer que no esté obsesionada con su peso”. Leedla con detenimiento, porque tiene su tela.

Pensando seriamente sobre este tema he llegado a la conclusión de que

a) esta persona conoce a muy pocas mujeres

o

b) tenemos un serio problema.

Digamos que A es el caso: que esta persona, a la que llamaremos Guadalupe por ser éste un nombre unisex, sólo conoce a mujeres obsesionadas con su peso. No estamos hablando únicamente de los familiares, amigos y compañeros de trabajo que rodean a Guadalupe. También hablamos de los (o en este caso las) líderes de opinión. Claro que Guadalupe probablemente no se relaciona con los líderes de opinión como se relaciona con su familia, pero de alguna manera las vidas de estos líderes de opinión (LdP) son relativamente públicas y, por lo tanto, todos podemos decir que, hasta cierto punto, los ‘conocemos’. Especialmente a aquellos a los que ‘seguimos’, por los que nos interesamos en mayor o menor medida, cuyas cuentas de redes sociales nos mandan actualizaciones cuando publican tal o cual.

El número de mujeres a las que Guadalupe “conoce” es mucho mayor del que ninguno imagina al proponer A.

De esta manera llegamos a la opción B.

Tenemos un problema.

La RAE define la palabra “obsesión” como: “Perturbación anímica producida por una idea fija.”

Por un lado no es sano obsesionarse por nada. Produce estrés. Hace que los hábitos alimenticios se empeoren a través de las dietas yo-yo, la ingesta irregular de ‘productos maravilla’ , etcétera. Puede (y es) la causa de muchos problemas mentales como la depresión, la anorexia y la bulimia. Por otro lado, si todas las mujeres están obcecadas por su peso quiere decir que lo están las ‘gordas’ y lo está las ‘flacas’.

Y los LdP, aquellos que tienen los megáfonos para hacerse oír y, seamos sinceros, el poder de implantar nuevas ideas en las mentes del resto de nosotros, son una gran parte del problema. Convirtiéndose en caras de productos de adelgazamiento. Apoyando valientemente aquellas marcas que ofrecen sus tallas 40 en la sección de “tallas especiales”. Aquellos que tienen poder para hacerlo debieran decir: “la curva es bella”, “el índice de grasa corporal es orientativo”. “Puedes ser físicamente atractiva o deseable estés rellenita o no tanto.”

¿Qué hacer pues, si nuestros LdP no hacen más que echar leña al fuego?

Recomiendo encarecidamente buscar, imprimir y colgar junto al espejo una fotografía de Afrodita: diosa griega de la belleza y el amor. Más concretamente aquella fotografía que sale si buscáis “afrodita sculpture rolls”.

Porque, si Afrodita puede tener un flotador, el resto no solo deberíamos tenerlo, sino también respetarlo. Es un regalo de los dioses.