Los magos viajaron a Judea y estuvieron preguntando sobre el nacimiento de un rey. Herodes, el rey de Judea, avisado de los magos forasteros, los manda a llamar y se entrevista con ellos en diciembre del 6 a. C., pidiéndole le avisen cuando encuentren al nuevo Rey de Judea. Los sabios parten en busca del Rey siguiendo a la estrella.

«[9] Ellos, después de oír al rey, se fueron. Y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo sobre donde estaba el niño. [10]. Al ver la estrella, se regocijaron con gran alegría».
(Mateo 2:9-10)

Sirius, la estrella de los sabios

Las antiguas escuelas del misterio la consideran «el sol detrás del sol» y, por tanto, la verdadera fuente de potencia de nuestro sol. Si el calor de nuestro Sol mantiene vivo el mundo físico, la estrella Sirius es considerada para mantener vivo el mundo espiritual. Es la «luz verdadera» que brilla en el Oriente, la luz espiritual, donde el sol ilumina el mundo físico, el cual es considerado como la gran ilusión.

No puede haber luz sin aprendizaje

Como he escrito en una nota anterior a esta, la llamada fiesta de la Epifanía o Adoración de los Reyes Magos, tiene sus raíces en una festividad similar que se remonta al antiguo Egipto, donde la fecha del 11 tybi (6 de enero) era el día de la manifestación del nuevo sol. «Epifanía» singularmente quiere decir manifestación. Y la manifestación divina se origina inicialmente con su creador. En la alquimia, este simbolismo es el primer paso para la búsqueda de la manifestación de Dios en nuestro interior.

Los reyes magos son simbólicamente el camino que debemos seguir para encontrar el real misterio de nuestra existencia, Los reyes magos y la alquimia se interrelacionan en el sentido de la proporción y sentido de sus colores blanco, negro y rojo, llevando consigo las tres fases de la obra hermética y así alcanzando la piedra filosofal en este caso representada por Jesús.

Todos estos símbolos de la realeza son para descifrar el papel fundamental de Jesús, el sacerdocio y la profecía. Tales ofrendas serían un reconocimiento del «Rey del Mundo»: el papel divino de Jesús. En la tradición hermética y la alquimia cabe mencionar la importancia y el significado de la Epifanía. Los reyes magos llegaron hasta el portal de Belén siguiendo las huellas de una estrella «de Oriente». Este simbolismo nos lleva a otra pista, pues uno de los minerales utilizados en la alquimia es el sulfuro de antimonio, que tiene la particularidad en el momento de fundirse y contraerse, logra capturar la imagen en su centro una estrella de seis puntas, sello donde lo divino marca la materia prima para la obra filosofal.

Estrella de seis puntas

En el antiguo Egipto le llamaban estrella vivificadora porque su brillo emerge con la luz del sol, siendo que hay en los rayos solares un fluido vivifico, dador de la inmortalidad.

En el tarot podemos apreciar en la figura del Ermitaño, quien porta en su mano una lámpara cuya «luz» es una estrella hexagonal. La estrella de 6 puntas es el símbolo de la Luz – Iluminación Suprema, el Oro de los alquimistas.

Sirius es la estrella a donde llegamos al final de nuestra larga jornada , el milagro de ser nuevamente niños , el nacimiento de Cristo en nosotros, ya pasados por el crisol del fuego ardiente, ya purificados, renovados y perfeccionados, en donde somos envueltos con el nuevo ropaje interior ,llenos de amor y de paz vueltos a nacer para lograr tomar parte de la piedra como seres de luz e inmortalidad.

Piedra del destino

Esta piedra del destino, la cual legendariamente fue traída del cielo y entregada al Rey del Mundo, nos muestra que la sabiduría y nuestro porvenir es valioso para desarrollarnos como seres espirituales y vibrando en amor en torno a la naturaleza y a las leyes supremas del universo. Esta piedra proviene originalmente de la estrella Sirius y hay quienes relatan que yace en la piedra una inscripción en sánscrito que traducido dice:

a través de las estrellas he venido, traigo conmigo el cáliz cubierto con el escudo.

Todo indicando que Jesús proviene de las estrellas.