En el mes de febrero de 2018 se realizará en la Ciudad Colonial de Granada, República de Nicaragua, América Central, la XIVª versión del Festival Internacional de Poesía, en homenaje al poeta y escritor tradicionalista Fernando Silva.

La versión del Festival celebrado en 2017 convocó a 101 poetas, escritores, artistas, e intelectuales provenientes de 58 países a participar en Mesas Redondas sobre los poetas homenajeados, Foros sobre temas de interés literario y cultural, Talleres sobre la expresión poética y un Día de las Innovaciones Literarias. Además del programa oficial, se desarrollaron Ferias del Libro y de Artesanía, y se celebró durante toda la semana un Micrófono Abierto, permitiendo a todos los presentes y valientes que quisiesen a leer su poesía ante un público caracterizado y exigente. También se realizó un Carnaval Poético de la Identidad Cultural, que en 2017 se desarrolló bajo el lema Entierro Fúnebre del Odio y la Violencia en el Mundo.

La ciudad de Granada, establecida en 1524 y también conocida como La Gran Sultana, fue así testigo de una pléyade de personajes del mundo de las letras y las artes provenientes de lugares tan distantes como Escocia, los países Bálticos de Estonia y Letonia, de la Ártica Islandia, la milenaria Turquía, Kenia, el Congo, Egipto y Túnez Africanos, la Democracia más populosa del mundo la Republica de India, y la Oceánica Australia.

En su programa oficial, el Festival de 2017 también conmemoró el 150º Aniversario del Nacimiento del más Ilustre de los poetas nicaragüenses, Rubén Darío. En Nicaragua, se dice que «todos somos poetas…o al menos hijo(a) de poeta»; así que, en este país, hablar de poesía es hablar de Rubén Darío.

Darío nace en una pequeña población del Norte de Nicaragua el 18 de enero de 1867, con el nombre de Félix Rubén García Sarmiento. Ya a sus 8 años de edad, en 1875, llama la atención al escribir sus primeros versos. Pero, en su época, Nicaragua no ofrece ambiente propicio para la artes y letras, se le insinúa aprender el oficio de sastre.

En esos tiempos, Nicaragua se recuperaba de la intervención de un grupo filibustero de aventureros norteamericanos bajo el liderazgo de William Walker que se apoderaron del país, provocando una Guerra Nacional que demandó la acción solidaria de los otros países del área centroamericano hasta lograr su expulsión.

Por ello y otras razones, Rubén Darío se dirige a El Salvador. Ahí le atiende, protege e incentiva el General salvadoreño Juan Cañas quien, comprendiendo la riqueza intelectual latente en su protegido, le impulsa a buscar un país donde encuentre un ambiente propicio que le facilite desarrollar todo su potencial y realizar su destino en las mejores condiciones posibles. Si no tienes dinero, vete al nado, le dice el General al poeta.

Finalmente, Darío logra embarcar hacia Chile, con cartas de recomendación para amigos que el General Cañas entabló durante su misión en el país sudamericano como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de El Salvador. Una de tales recomendaciones es para el Director del diario La Época que se editaba en la ciudad puerto de Valparaíso y a donde llega Darío en 1887.

El intelectual y diplomático chileno Don Luis Orrego Luco, quien en ese momento trabajaba como periodista en el diario La Época y tuvo la oportunidad de conocer a Darío, dice en sus Memorias:

«La primera vez que oí su nombre fue en el verano de 1887. Estábamos en la redacción del diario La Época y el Director, Manuel Rodríguez Mendoza, nos anunció: "Mañana tendremos un nuevo compañero, que viene a formar parte del diario…acaba de llegar a Valparaíso, viene de Centroamérica recomendado por el General Cañas como gran poeta, se llama Rubén Darío, nombre propio o seudónimo persa, no sé bien".

»Recuerdo la impresión de sorpresa que nos produjo nombre tan extraño, mezcla de judaico y de persa…pero resonaba como toque de clarín en campamento militar, armonioso y agudo. Era nombre que anunciaba mucho. Creíamos encontrarnos en presencia de algún aventurero descendiente de los Conquistadores del Darién, alto de cuerpo y recio de miembros…

»Al día siguiente, penetramos a la humilde covacha que servía de asilo al que habría de ser el gran poeta americano, innovador atrevido, creador de nuevos moldes artísticos, cuyo nombre resonaría andando el tiempo en todo el continente americano, en España, en Francia. Estaba sentado sobre una vieja maleta y revisaba diarios franceses, tiritando de frío, a pesar de que nos hallábamos en primavera. La cama estaba cubierta de periódicos norteamericanos extendidos, con los cuales se abrigaba de noche».

No obstante, Darío encontró en Chile ese ambiente propicio que necesitaba para su pleno desarrollo. El propio Darío, en su Autobiografía de 1912, nos refiere al respecto:

«Por recomendación de un distinguido caballero entré inmediatamente en la redacción de La Época y desde ese momento me incorporé a la joven intelectualidad de Santiago… Se puede decir que la élite juvenil santiaguina se reunía en aquella redacción… La falange nueva la componía un grupo de muchachos brillantes que han tenido figuración y algunos la tienen no solamente en las letras sino también en puestos de Gobierno… Eran habituales a nuestras reuniones Luis Orrego Luco, Pedro Balmaceda, hijo del Presidente Balmaceda… y otros que animaban nuestros entusiasmos con la autoridad que ya tenían».

A fines de 1887 publica la primera edición de Azul, obra magistral de cuentos cortos y prosa, que llega a manos del gran crítico español Don Juan Valera, y quien declara al nicaragüense como un gran poeta. Las cartas en tal sentido del crítico Valera sirven de prólogo a ediciones posteriores de Azul.

Así el ambiente cultural chileno se convierte en la plataforma de lanzamiento de Darío al mundo de la intelectualidad a nivel mundial. En palabras de don Luis Orrego:

«En Chile Rubén Darío había llevado una vida estrecha y difícil, pero alcanzó aquí sus primeros grandes triunfos, vio agrandados sus horizontes literarios y divisó esos primeros albores de gloria que, según la frase de Pascal, son tan dulces como los primeros rayos del sol naciente…».

Posteriormente es enviado Darío como Diplomático representante de Nicaragua ante el Reino de España y ahí, nos refiere el referido Orrego Luco, «Rubén Darío fue recibido en España como Príncipe de las bellas letras americanas».

Es en esta tradición de poesía y cultura en general que Nicaragua se ha distinguido, en desafortunada competencia con episodios de guerras intestinas y gobiernos ajenos a los principios democráticos clásicos y humanitarios.

El Festival Internacional de Poesía de Granada reafirma esta concepción poética del país y su impacto a nivel internacional ha sido todo un éxito, evidenciado por su permanencia al estar por llegar a su 15 años de existencia y presencia en la agenda nacional.

Siendo Rubén Darío el más grande orgullo poético de Nicaragua y siendo quien marco diferencia en la poesía nacional, llevándola a nivel mundial es lógico continuar con la cultura poética del país que se ha venido manifestando a lo largo de nuestra historia con personajes como Azaria H. Pallais, Salomón de la Selva, Joaquín Pasos. Manolo Cuadra, y más recientemente Pablo Antonio Cuadra, José Coronel Urtecho, Carlos Martínez Rivas y muchos más difícil de enumerar en este trabajo.

Aunado al aura de Darío se da el escenario colonial de la ciudad de Granada, fundada por Francisco Hernández de Córdoba en 1524 y la que ha permanecido en su mismo sitio, a orillas del majestuoso lago Cocibolca—o mar Dulce—que comunica con el océano Atlántico y mar Caribe por el caudaloso río San Juan.

Ciudad que por su estratégica situación se convirtió en un activo centro comercial y también cultural, desempeñándose como capital del Estado naciente en las postrimerías de la Independencia de España y de cualquier otro Estado. Ciudad que además de su entorno histórico se adorna con una arquitectura que la convierte en caldo de cultivo para expresiones culturales de belleza, poesía y ahora escenario básico del Festival.

El Festival Internacional de Poesía de Granada rememora y actualiza las expresiones poéticas de diversas regiones del mundo, pero que tiene un idioma común, que revolotea alrededor del concepto consustancial de decirle No a toda forma de exclusión, discriminación, represión y atentados contra las libertades de pensamiento y expresión.

Caracterizase el Festival, por proyectarse a las calles, plazas, atrios de Iglesias—incluyendo la iglesia donde predicó Fray Bartolomé de las Casas, centros de estudio y mercados tradicionales, en los que personajes de distintos países y en distintos idiomas ofrecen su producción literaria y sus mensajes de optimismo, amor y esperanza a un público que tradicionalmente no tiene acceso a esta riqueza cultural que se le lleva a su propio entorno, un poco haciendo realidad el llamado de Rubén Darío de llevar la poesía a las muchedumbres.

La ciudad de Granada, Nicaragua, se viste de gala durante la semana del Festival y abre sus brazos al mundo invitando a todos aquellos amantes de la poesía que deseen participar.