«No hay nada que no pueda ser entendido»

(Peter W. Atkins)

Uno de los ensayos más valiosos de Stephen Hawking, escrito en co-autoría con Leonard Mlodinow, es El gran diseño. En ese texto se encuentran algunas de las ideas centrales de sus autores sobre la estructura visible e invisible del Universo, y se plantea con claridad la pregunta ontológica central: «por qué existe algo, y no más bien nada». Esta interrogante, conviene recordarlo, no es original de Hawking y Mlodinow, fue formulada por Gottfried Wilhelm Leibniz en el siglo XVIII, y es el enigma central al que se ha enfrentado el pensamiento universal, lo que incluye a las distintas civilizaciones que han existido y existen. En lo que sigue me concentro en ciertos temas abordados por estos científicos respecto a los cuales mantengo discrepancias puntuales, sin que ello implique desconocer el aporte fundamental de sus investigaciones a la compresión del Universo y de la vida humana.

La vieja idea del determinismo natural

En el capítulo II de El gran diseño, sus autores explican que las realidades estudiadas por las ciencias físico-matemáticas están regidas por leyes naturales independientes de la voluntad humana. El Universo, en tal tesitura, sigue un curso de evolución y desarrollo que si bien interacciona con los seres humanos, no depende de ellos para existir. Hasta aquí la tesis de Hawking y Mlodinow es comúnmente aceptada, pero en el mismo capítulo de marras estos científicos sostienen que al igual que ocurre en el plano del Universo físico, también en el nivel social e histórico de la vida humana operan leyes naturales que convierten «el libre albedrío» y la libertad en «solo una ilusión».

De acuerdo con esto no hay espacio para la responsabilidad axiológica (ética) y la creatividad, prevalece un determinismo que todo lo abarca, incluido el comportamiento de las personas, sus ideas y sus historias. Este planteamiento no es acompañado de un análisis de la historia humana que demuestre su veracidad, se trata de un enunciado general sin soporte experimental. Para que Hawking y Mlodinow ofrezcan tales pruebas experimentales les hace falta una teoría de la historia que como mínimo incluya política, economía, cultura y psicología, pero resulta que tal teoría está por completo ausente en El gran diseño y otros textos de estos autores, razón por la cual puede afirmarse que los profesores Hawking y Mlodinow extrapolan a la vida humana una condición demostrada para el caso del análisis de la naturaleza inorgánica y orgánica, incluyendo las estructuras del Universo físico, pero que no demuestran en el plano de la historia social.

Conviene recordar, además, que investigaciones muy recientes en el campo de las neurociencias, la psicología y la psiquiatría (John Bargh, John Dylan Haynes, Gerd Gigerenzer, Sarah J. Blakemore, Pierre Magistretti, Daniel Schacter y Michael Gazzaniga) fundamentan experimentalmente la tesis de que el cúmulo muy grande de determinaciones o causas del comportamiento humana no invalida la presencia de una singularidad potente y decisiva a la que comúnmente se le conoce con el vocablo libertad.

Eduard Punset – el conocido divulgador de la ciencia – resume los hallazgos obtenidos en las Neurociencias al escribir que

«estamos programados, es cierto, pero para ser únicos, totalmente distintos del vecino y de los demás, de los que estaban antes y de los que vendrán después. No estamos determinados necesariamente ni por los genes ni por los conocimientos adquiridos».

Y Pierre Magistretti afirma que:

«Como humanos no nacemos con un sólido conjunto de instrucciones, tenemos que aprenderlas y las aprendemos a través de los mecanismos de la plasticidad cerebral. Esto es fantástico porque deja espacio para mucha libertad».

Hawking y Mlodinow no demuestran su aseveración sobre la libertad para el caso de la vida social, y convendría que en posteriores aportes de estos científicos incorporen una teoría de la historia social, así como el acumulado de descubrimientos recientes en neurociencias y disciplinas sociales.

La Filosofía

En el capítulo I de El gran diseño, Hawking y Mlodinow escriben que «la Filosofía ha muerto». ¿Es eso cierto? No lo creo. Menciono algunos hechos que muestran el equívoco de estos científicos en relación al tema planteado. Muchos científicos acostumbran utilizar conceptos filosóficos sin modificar su sentido original; áreas temáticas de la Filosofía, tales como las teorías generales y especiales del conocimiento, la lógica y la ética, ocupan lugares sobresalientes en investigaciones científicas, sociales e históricas; el pensamiento político y económico encuentra en la Filosofía una de sus fuentes principales; es comúnmente aceptado que la Filosofía aporta a las ciencias físico-matemática un conjunto de postulados básicos para que estas justifiquen sus esfuerzos intelectivos. Una prueba adicional de que la Filosofía no ha muerto la ofrece, por ejemplo, las obras escritas por Hawking, donde abundan los razonamientos filosóficos. Hawking hace Filosofía a pesar de que afirman su muerte, y eso es una grave incoherencia.

Existe un sentido en el que si estimo válida la tesis de la muerte de la Filosofía. Durante siglos los filósofos aspiraron a construir sistemas de pensamiento total y totalizante como si esa disciplina fuese un saber por completo abarcador de la realidad o de las realidades, pero la evolución de los conocimientos, de las teorías y de las prácticas han demostrado que tal pretensión de totalidad constituye una aspiración excesiva y profundamente desequilibrada. La Filosofía es una actividad teórico-práctica crítica y esclarecedora, pero de ninguna manera un sistema de saber totalizante.

El conocimiento

Concuerdo con lo escrito por Hawking y Mlodinow cuando explican lo que ellos denominan «realismo dependiente del modelo», donde reiteran lo que sabemos desde Kant: que el conocimiento no se funda en la experiencia directa de la realidad en sí misma, sino en una experiencia fenoménica resultado de la interacción entre el mundo físico, los sentidos y la inteligencia. No obstante esto resulta confuso y desorientador afirmar, como hacen los autores de El gran diseño, que los «conceptos mentales son la única realidad que podemos conocer». Según este pensamiento el conocimiento se reduce a un asunto de vocabulario, y lo que llamamos realidad no pasa de ser un conjunto ordenado de conceptos. A diferencia de la tesis referida estimo que al utilizar conceptos se pretende, entre otras cosas, conocer realidades que no son conceptuales; por eso es importante relacionar teorías con observaciones y pruebas experimentales. Principio que los mismos Hawking y Mlodinow aplican con excelencia en sus investigaciones.

Y en este punto es pertinente la tesis del matemático y físico Roger Penrose al indicar que no es legítimo renunciar a la realidad o convertirla en una simple expresión linguística, «pues sin ella el universo objetivo, y con ello la totalidad de la ciencia, ¡se evapora ante nuestra mirada contemplativa!». Conocer es siempre conocer algo, linguístico o no, aun cuando ese algo sea de difícil y compleja aprehensión. Este principio se fortalece aún más cuando la Física Cuántica ofrece fundamento experimental a dos antiguas ideas: la que establece la unidad observador observado (sujeto/objeto) como condición de posibilidad del conocimiento, y aquella que postula la unidad de la mente y la materia en un único sistema de realidad. Estimo que Hawking y Mlodinow, a pesar de la crítica indicada al modo de expresar su pensamiento, comparten lo que acabo de afirmar. A ellos no los imagino escribiendo sus libros creyendo que lo que dicen son solo conceptos referidos a otros conceptos que hablan de otros conceptos y así hasta el infinito.

El tema de Dios en la cosmología contemporánea

Algunos expertos en ventas publicitan la magna obra de Hawking y otros investigadores, afirmando que en tales libros se demuestra que Dios no existe. La verdad es que este asunto ocupa un lugar muy secundario, casi inexistente, en las reflexiones de Hawking, Mlodinow, Roger Penrose y muchos otros científicos y humanistas. Ellos no discuten si Dios existe o no, se limitan a explicar, en el caso de Hawking y Mlodinow, que en su modelo cosmológico no es necesario un Ser infinito y creador para que el Universo exista. Un Universo auto-contenido, sin fronteras, regido según sus leyes inherentes y coexistente con universos paralelos, tal la tesis de una parte importante de la Cosmología contemporánea. ¿Qué decir de ella? Lo mismo que Hawking y Mlodinow respecto a su modelo cosmológico: se trata de una hipótesis que no ha sido confirmada por la observación.

No dudo que la inteligencia humana encuentre respuesta a la pregunta de: ¿por qué existe algo y no más bien nada?, formule un modelo cosmológico verificable en la observación y llegue a demostrar la existencia o inexistencia de Dios. En ese momento nadie podrá ocultar su fanatismo o su negocio diciendo que Dios es un misterio al que la razón no tiene acceso, será el día cuando se pruebe lo que muchas veces se ha dicho: las realidades analizadas por las ciencias y el humanismo son la vía para verificar si lo que se llama Dios es un engaño o una sólida realidad. Mientras nos esforzamos para que ese instante llegue, debemos evitar que las limitaciones de la razón sean el pretexto que emplean algunos para negarla, y es necesario conversar sobre los temas que proponen Hawking, Mlodinow y muchos otros, libres del deseo dogmático, sectario, enfermizo y desequilibrado de que todos piensen y sientan del mismo modo. Lo que se busca no son creencias, sino conocimientos, y a la larga, «no hay nada que no pueda ser entendido» (Peter Atkins).