Mario Velásquez sabía a lo que se enfrentaba como artillero. Parado en el asiento trasero de los bombarderos franceses en la Primera Guerra Mundial. Pues debía permanecer así en una cabina desnuda para defender la retaguardia de su biplano en contra de los cazas alemanes que intentarían derribarlo. Para ello contaba con dos poderosas ametralladoras montadas sobre un anillo metálico que giraba hacia todos los ángulos posibles de ataque. ¿Cómo llega este guaireño a ese conflicto tan lejano en el tiempo y la distancia a su origen?

Mario Augusto Velásquez Machado nació en La Guaira el 5 de noviembre de 1887, su madre Guillermina Machado murió durante el parto, dejando solo a su esposo Mario y a sus cuatro hijos (tres niñas y un varón). Cuando Mario cumplió 14 años, su padre fallece, quedando bajo la tutela de su tía Rosaura Méndez. Su hija Hyra, quien me contó todo esto, dice que era un joven de baja estatura, cabello oscuro, ojos claros, con un fuerte carácter; pero al mismo tiempo cariñoso.

Trece años después se transforma en un hombre responsable y de acuerdo a los archivos franceses se formó como mecánico. Cuando tenía 27 años se enteró a través de las noticias que una gran guerra se estaba librando en Europa desde 1914. La familia de su madre tenía unos parientes lejanos en Francia e Inglaterra y fueron ellos quienes escribieron para pedir voluntarios a la causa aliada en vista de las numerosas bajas en las filas. Mario Velásquez fue el único de la familia que respondió a ese llamado, esto ocurrió en 1915. Para esa fecha se tomó una foto postal en La Guaira con un mensaje dirigido a sus padrinos el 4 de abril. Los trámites de la partida le debieron tomar un año. Se estima que arribó a Francia a comienzos del año 1917.

En junio del penúltimo año de la guerra recibió entrenamiento militar básico en Chartres y Dijon. Y el 19 de ese mes en el Primer Regimiento de Extranjeros, como estudiante a piloto. Siguiendo los datos que aparecen en los registros franceses, Velásquez fue asignando a la escuela de tiro y vuelo en Cazaux. Aparentemente no aprobó la prueba para piloto, sin embargo fue considerado como un buen ametrallador de la aviación el 16 de abril de 1918. Obtuvo el rango de cabo y entró a volar con la Escuadrilla de Bombardeo Diurno Br134 el 28 de julio de ese año.

La escuadrilla donde prestaría servicio era una unidad nueva inaugurada en enero del último año de la guerra. En abril llegaron los nuevos Breguet XIV B2, estos biplanos tenía la capacidad de llevar 730kg de bombas y combustible, a 165 kilómetros por hora y a una altura de 4.000 metros. Su piloto podía atacar otros aviones con su cañón Vickers, pero su arma más mortífera eran las ametralladoras gemelas Lewis que operaba el artillero.

La Unidad Br134 era identificada principalmente por una cabeza de águila en un óvalo rojo. El segundo y más curioso símbolo utilizado era un jorobado en traje de arlequín con capa verde, de medias y gorra rojas soltando bombas, las tripulaciones decían: «defecando bombas».

Durante el verano de 1918, los alemanes continuaron su ofensiva que pretendía terminar la guerra con ventaja para el Imperio del Káiser. Grandes movilizaciones de tropas germanas penetraron profundamente en el territorio francés. Incluso los teutones cañoneaban la capital francesa con una enorme pieza de artillería transportada en trenes llamada «La Gran Berta», cuyas municiones del tamaño de un pequeño carro causaron el pánico de los parisinos. Una de las tácticas aliadas para repeler estos ataques era el bombardeo desde el aire, tarea que se le asignó en buena medida a la unidad de Velásquez.

En 12 años que llevo investigando a este personaje aún no tengo acceso a los archivos detallados de la escuadrilla Br134 durante los últimos meses de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo sabemos por la data general de los Archivos Militares Históricos de Francia que Mario voló casi todos esos días finales del conflicto hasta que recién mudados al aeródromo de Somme-Vesles el 7 de noviembre sucedió un hecho innegable para los registros y que de acuerdo a lo narrado por su hija, en la misión de ese día Velásquez fue herido en una pierna, pero su Breguet afortunadamente logró retornar a la base. Cuatro días después se firmó el Armisticio.

Este venezolano fue condecorado por esta última acción con la Cruz de Guerra en bronce y un palmar que destaca en su colorida cinta rojo-verde. La medalla se otorgaba únicamente por actos de valentía. Velásquez sólo combatió tres meses, a pesar de ello y por el fragor de las semanas finales del conflicto se puede calcular que voló en más de 80 misiones, enfrentando no sólo a las mejores unidades de caza alemanas, sino también al fuego antiaéreo y al frió de las alturas en el fuerte otoño europeo.

Regresó a Venezuela en 1919 donde descubrió que más que la mecánica y la aviación le gustaba escribir, trabajo como periodista, también público varios libros de cuentos y ensayos. Se casó y tuvo cuatro hijos antes de morir el 25 de marzo de 1959. Jamás dejo nada escrito sobre esos meses en Francia pero su condecoración y memoria la conservó su hija Hira Velásquez.