Así como la Historia suele ser -en la mayoría de las veces- un cofre de verdades incuestionables, también es, en no pocos casos, una intocable caja de mitos, los cuales, de tanto repetirse, adquieren categoría de «hechos obvios» e «indiscutibles». Dentro de esta acumulación de leyendas -donde juegan los intereses de los que crean la fábula- siempre quise profundizar sobre si El Precursor Francisco de Miranda pertenecía a la Masonería -como lo acreditan muchos libros escolares- o simplemente se trataba de una repetida atribución fantasiosa.

Empecemos asentando lo que recoge la opinión -quizás elaborada por una historia apresurada- y en la cual a Francisco de Miranda «se le confiere el honor» no sólo de ser masón, sino haber iniciado a toda una generación de libertadores latinoamericanos en la supuesta logia londinense llamada Gran Reunión Americana o Sociedad de los Caballeros Racionales. De esta fuente –dice la leyenda- los patriotas venezolanos, chilenos, argentinos y de otros países, propagaron el ideario masónico creando logias lautarinas. Primero en Cádiz, luego en Buenos Aires, Mendoza, Santiago y otros lugares, las cuales desempeñaron un papel determinante en las gestas independentistas de América del Sur.

De ahí la conclusión tácita -y también expresa- de que la liberación de las naciones sudamericanas es, en determinante medida, obra de la Masonería. Por lo menos ésta es la teoría que aparece en las historias generales de Argentina, Chile y otros países, entusiastamente apoyada por los historiadores proclives al mundo masónico.

Desde luego no se trata de minusvalidar el rol de libertad que pudo haber emanado de esa noble institución de valores humanos, pero es conveniente adentrarse a la verdad-verdadera, sobre todo tratándose de fundamentar objetivamente las raíces de nuestras heroicas autonomías como países de esta parte de América.

Nuevas opiniones

Sin embargo, hay otras voces y, específicamente en los últimos años se han planteado opiniones diferentes, tanto por historiadores no masónicos como por rigurosos investigadores pertenecientes a la Masonería.

El destacado diplomático León Zeldis Mandel1 -con funciones en Tel Aviv-, en una importante conferencia sobre el tema, aporta argumentos inéditos que, en gran medida, refutan la condición masónica del insigne Francisco de Miranda, Precursor de la emancipación americana.

Zeldis señala que

«el exponente más destacados de esta nueva tendencia es el Hermano Frederick W. Seal-Coon2 , ex Venerable Maestro de la respetable Logia Quator Coronati de Londres, la primera Logia dedicada a la Investigación en el mundo, fundada en 1884 y cuya publicación anual es la recopilación histórica más prestigiosa de la masonería».

En artículos de 1978 y 1982, Seal-Coon demuele sistemáticamente la opinión generalizada y demuestra que está fundamentada en declaraciones verbales no confirmadas y «embellecidas» en el curso de los años, hasta transformarlas e imponerlas en verdades que ya nadie ponía en duda.

Seal-Coon hace una exhaustiva investigación de todos los movimientos de Miranda por el mundo, buscando información sobre sus supuestos contactos con la masonería. El periplo, como se sabe, es extraordinario para la época, siendo probablemente el primer latinoamericano que haya realizado un viaje semejante, desempañando misiones de alta jerarquía y vinculándose con los personajes más influyentes del momento.

Los nombres de Lafayette, Federico II, Gregorio de Potemkin, la Emperatriz Catalina, Gustavo III, Robespierre, William Pitt, Napoleón, Jefferson, Lord Castlereagh, Madison, junto a las geografías de Cádiz, Gibraltar, Londres, Holanda, Prusia,Sajonia, Austria, Hungria, Italia, Grecia, Rusia, Copenhagen, Hamburgo, Amsterdam, Zúrich. Marsella, París, Filadelfia, Nueva York, Washington, se relacionan en forma natural a la excitante vida de El Precursor, desde su nacimiento, 24 de abril de 1749, hasta su muerte en la prisión gaditana, el 14 de julio de 1816.

Inexistencia de antecedentes

En los escritos de Miranda -revelan los estudiosos- casi no existen referencias a la Masonería. En octubre de 1787 visitó en Estocolmo un asilo de huérfanos apoyados por los masones. Al mes siguiente visitó un templo masónico en Cristiania (actual Oslo) y otro en Maistrand. Eso es todo. Las visitas pueden ser producto de su curiosidad como la tuvo también para visitar una imprenta en Colonia, hospitales en Paris, la Capilla Sixtina o el Castillo gótico de Praga. Su inclinación enciclopedista lo llevaba a cualquier lugar proclive a su sensibilidad espiritual.

Sin embargo, las teorías sobre la iniciación de Miranda son múltiples. Algunos mantienen que fue iniciado en Gibraltar en 1775. Allí existía, efectivamente, una logia inglesa fundada alrededor de 1726, San Juan de Jerusalem No 51, y otra, San Juan No 148, fundada en 1767, pero en la poca documentación existente en ellas, no aparece mencionado el nombre de Miranda. En resumen, citando a Seal-Coon, «si bien no es imposible que Miranda haya sido iniciado en Gibraltar, no existen pruebas de ello, y en vista de la brevedad de su estancia y del hecho que era extranjero, tal cosa parece ser muy poco probable, dado los requisitos de admisión que exige escrupulosamente la masonería».

Por otra parte, si bien Miranda estuvo frecuentemente en compañía de masones conocidos como Washington, Lafayette, Franklin y otros, no hay prueba alguna que haya sido iniciado en una logia regular, además, habiendo vivido más de 13 años en Londres (dos periodos de 4 años cada uno y otros más cortos) en los archivos de la Gran Logia Unida de Inglaterra no figura su nombre para nada, ni siquiera como visitante.

Otro autor masónico y prestigioso investigador, Christian Chalet3, sostiene en 1993 en Paris:

«con todo la admiración que tengo por El Precursor de la emancipación americana –y que me gustaría demostrar que es un hermano- me veo obligado a admitir que, si fue alguna vez iniciado, dónde y cuándo lo ignoramos, a pesar del meticuloso y estricto rigor de las logias para registrar sus miembros, llevando una relación con todas sus incidencias».

Como conclusión casi lapidaria del estudioso miembro de la masonería, Seal-Coon, sus trabajos apuntan:

«no cabe duda de las numerosas oportunidades en que Francisco de Miranda pudo haberse convertido en masón; sin embargo, dondequiera que estuvo, lo documentos están ominosamente mudos. Según mi parecer, es mucho más probable que este famosos y pintoresco sudamericano nunca haya sido miembro de ninguna agrupación masónica, ni regular ni irregular y el cognomento de “logia” fue una acepción eventual como pudo ser “movimiento”, “vanguardia”, “frente” o cualquiera otra connotación de carácter grupal».

Fuentes de la investigación

1 Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo Grado 33 de Israel

2 «Simón Bolívar, Freemason», artículo Quator Coronatorum, Vol.90, 1977 y «Spanish-American Revolutionary Masony», artículo Quator Coronatorum, Vol.94, 1982.

3 Francisco de Miranda, trabajo presentado por Christian Charlet ante la Logia Simón Bolívar de Paris, 16 de febrero de 1993.