El modelado en arcilla de figurillas y estatuillas humanas fue una tradición muy arraigada en América precolombina. Las más antiguas proceden de la costa del Ecuador y datan de hace unos 5 mil años. Es en esta región también donde esta tradición se encuentra mejor representada a lo largo de casi toda la secuencia cultural prehispánica. Los estilos y el rol que desempeñaban en la comunidad fueron cambiando a lo largo del tiempo, a medida que las sociedades se volvían más complejas.

Las primeras figurillas fueron hechas por alfareros de la cultura Valdivia. Las más naturalistas reproducen con fidelidad los rasgos de la mujer joven y en etapa reproductiva. Su función debió asociarse a ritos de iniciación femenina. Dos mil años después, las figurillas masculinas y femeninas de Guangala y Bahía son menos naturalistas y aparecen adornadas con narigueras y pintura corporal.

Aparentemente, tuvieron que ver con ritos mortuorios y de fertilidad. En Tolita-Tumaco y, posteriormente, en Manta, las piezas aumentan en tamaño y en cantidad, esto último gracias al uso de moldes. Estas estatuillas, muchas de ellas ri