Nació en Alsacia en 1875, que en ese momento pertenecía al Imperio Alemán. Procedía de una familia de medianos recursos, su padre era un párroco de pueblo. Tuvo, como él mismo expresa, una juventud insólitamente feliz en todo sentido. Llegó a ser pastor en la iglesia de San Nicolás en Estrasburgo en 1901 y posteriormente director del Seminario de Teología en ese lugar. Era pues, un teólogo luterano, doctor en filosofía reconocido y, además, un organista de fama mundial. Para ese tiempo había escrito un libro sobre el Jesús histórico (1906) y una monografía de Juan Sebastian Bach, que fueron éxitos editoriales.

Era de esas personas que hacen lo que predican, puso en práctica en su propia vida su filosofía de reverencia por la vida basada en el respeto por cada manifestación de la vida. La humanidad decía él, significa consideración por la existencia y por la felicidad de cada uno de los seres humanos. Trató con sus estudios y sus publicaciones el poder encontrar basado en la realidad una ética filosófica utilizable para todos los humanos, pero por supuesto no lo logró. Schweitzer era partidario de que los cristianos de todos los credos se unieran, trabajando juntos unidos en la fe y buscando propósitos comunes. Era pues un idealista.

A pesar del éxito con que transcurría su vida, decidió dedicarse a ayudar a los pobres, ya que él sentía la necesidad de dar algo a otros menos afortunados en compensación por todo lo bueno que le había pasado. Así es que, de joven sintió, dice él, que algún día debería devolverle al mundo lo que me había dado.

Le entusiasmaba la música de Richard Wagner y visitó Bayreuth para escuchar su música y era amigo de Cósima Wagner, su viuda, pero sobre todo le encantaba Johann Sebastian Bach y su música de órgano, ya que para él tenía un sentido místico de la eternidad. A través de su vida publicó varios artículos sobre él y su música.

Aparte de filósofo, músico, teólogo (tenía gran reputación como erudito del Nuevo Testamento) y director de un colegio, decidió además ingresar a estudiar medicina, con el propósito de que algún día emplearía esos conocimientos para ayudar a otros. Después de 7 años de estudio obtuvo el grado de doctor en Medicina en el año de 1913. Habiendo hecho amistad con dos misioneros que trabajaban en la misión de Lambaréné, en África, y que habían venido a Europa a asistir a un curso de Medicina en la Clínica de Estrasburgo donde él trabajaba, ellos le contaron a él y a su futura esposa, Helen Bresslau (hija de un famoso historiador alemán), y que era maestra y enfermera, todas las pobrezas y necesidades que los pobladores de esa región tenían, por lo que a partir de ese momento decidió ir a ese lugar apenas pudiera recoger fondos. Su novia, estaba de acuerdo y se convirtió antes de partir en su esposa

Todos los honorarios de los conciertos que dio en diferentes países, y el dinero de sus libros le permitieron tener un capital inicial para ir a fundar un hospital. Pero como esto era insuficiente, dice él, fui a pedir como limosnero a algunos capitalistas ayuda para mi misión y no pocas humillaciones sufrí por ello, ya que la gente no creía seriamente en sus propósitos. A los 38 años de edad en 1913, llegó con su esposa a Gabón en el África ecuatorial, viajando por el río Ogowe, a la misión de Lambaréné y el tam, tam de de los africanos resonó por todo el territorio, avisando que había llegado un nuevo hechicero para curarlos de sus enfermedades.

No sé imaginaron ellos cuánto les costaría adaptarse al enorme calor, a las picadas de mosquitos y cucarachas enormes y al hecho de tener que tratar a decenas de enfermos a la intemperie, a veces con intensa lluvia desde el primer día, pues, no tenían edificio, hasta que pudieron construir uno. Él llevaba medicinas y equipo para operar, clorhidrato de mercurio para heridas; para la frambesia trópica, inyecciones de arsenobenzol; para lavar heridas permanganato de potasio; digital para el corazón; emetina para la disentería y sirope de ipecacuana y quinina para la malaria y una sustancia atoxyl para la enfermedad del sueño, además operaba heridas y hernias estranguladas. Para operar a sus pacientes, los dormía con cloroformo (la anestesista era su esposa), y para el dolor tenía un derivado de la morfina, pero las medicinas eran insuficientes y pronto se agotaron y tuvo que enviar a comprar más.

Como único entretenimiento tenía tocar el piano, construido especialmente para el trópico, fue toda una odisea llevarlo.

En 1914 estalló la guerra entre Alemania y Francia, y los arrestaron las autoridades francesas de África, pero pronto, gracias a Stefan Zweig, Auguste Rodin, Bertrand Russell, Bernard Shaw y Albert Einstein, los liberaron y pudo seguir trabajando. Sin embargo, en 1917 fue trasladado con su esposa a un campo de prisioneros francés en Europa. Al terminar la guerra los liberaron. Años después le concedieron la nacionalidad francesa.

Cansado y triste, se quedó en Europa varios años recogiendo dinero con sus conciertos como organista y haciendo discursos por diferentes países y además, para cuidar a su primera hija, aún pequeña. Dos nuevos libros: Entre el agua y la selva y Filosofía de la cultura, se vendieron muy bien y por fin, nuevamente se decidió regresar a Lambaréné en 1924. Al llegar se llevó una tremenda desilusión ya que el hospital que tanto había costado construir estaba semidestruido y tuvo que construir uno nuevo y una aldea a su alrededor para cuidar a los pacientes en tratamiento. Como necesitaba mucho dinero para ello, volvió a escribir libros para venderlos y, además, a dar conciertos en Europa. En 1929 nuevamente regresó solo y, fundó un nuevo hospital para leprosos, una casa para atender partos y niños recién nacidos. Como eso requeriría mucho dinero, en 1931 escribió su autobiografía y el dinero lo dedicó a la misión y habiendo regresado a Europa, realizó cuatro viajes a diferentes países de ese continente y uno a Estados Unidos para recabar fondos con sus conciertos.

En 1952 le concedieron el Premio Nobel de la Paz y en 1953 nuevamente regresó a África, felizmente contaba ya con el apoyo de nuevos jóvenes médicos para el hospital, lo que le permitía descansar un poco.

Falleciendo en 1965, en su amada selva africana y con sus pacientes alrededor a la edad de 90 años en su propio hospital de Lambaréné en el actual Gabón de África. Pocas personas en la historia relativamente reciente (siglos IX y XX), que, gozando de todos los éxitos y privilegios de la vida, han ido a sacrificarla para ayudar a los pobres y abandonados.