Juan Vicente Gómez bien se sabe era un hombre incólume y férreo contra sus enemigos: al enterarse de que en el oriente de Venezuela un barco llamado Falke lideraba una invasión, ordenó usar los biplanos franceses Breguet 19, comandados por uno de sus instructores para bombardearlos.

A comienzos de 1929 la ciudad de Cumaná lucia bastante afectada por un fuerte sismo. Sin embargo, otros eventos estremecerían a la capital sucrense. El 11 de agosto, en la madrugada, el vapor alemán Falke desembarcó a un grupo de 250 rebeldes al general Gómez. Armados con fusiles, intentarían tomar el Gobierno local y de allí emprender una revolución contra el Gobierno.

En Caracas, el Gobierno central se enteró a media mañana. Convocaron al director de la Escuela de Aviación y le indicaron si podían usar los biplanos franceses que habían llegado en marzo contra el Falke. El coronel David López Henríquez aseguró que esa operación era factible, aunque todos sabían era la primera vez que el Cuerpo Aéreo del Ejército haría una acción bélica real. Se dio la orden al capitán Manuel Ríos y al teniente Vicente Landaeta Gil que se pusieran al mando del instructor francés Gastón Lafannechere. Esa tarde alistaron tres verdes Breguets numerados en su fuselaje 1, 2 y 3. Según el libro de Florencio Gómez iban armados con dos pares de bombas de 50 kilos y dos de 25 debajo de los planos inferiores, diez bombas de 15 kilos abajo del fuselaje y cuatro ametralladoras con municiones suficientes y combustible para diez horas de vuelo, todo preparado para despegar en la madrugada del día siguiente.

Eran las 5 a.m. en la base de Maracay cuando despegaron los tres biplanos. Se cuenta el calor era insoportable incluso durante la madrugada pero el tiempo para volar era bueno. El artillero de Gastón era el mecánico francés Marcel Pousin, no tenemos los nombres de los otros tripulantes; no obstante, seguro eran venezolanos como los pilotos de los aviones 2 y 3. Al llegar a Cumaná no encontraron al Falke ya que este había partido en la noche hacia Trinidad. Los tres aviones sobrevolaron por separado para buscar mejor por todo el Golfo de Cariaco, llegaron hasta Carúpano y continuaron hasta Guiria y Pedernales sin ver al vapor. Manuel Ríos llegó hasta Boca de Dragón ,en la frontera más oriental de Paria. Todos regresaron a Cumaná al mediodía.

Ya sobre la ciudad, los aviadores lograron ver a los revolucionarios y cómo se batían con las tropas de la gobernación. Tomas Torres, un lugareño de 16 años quien fue entrevistado por Antonio Berribeiztia en 2004, cuenta que inicialmente las fuerzas de Gómez, conocidas popularmente como los chácharos estaban perdiendo. Como a las 11 a. m. llegaron esos feos aparatos, dijo Tomas, primera vez que los cumaneses veían aviones, volaban bajito y sonaban tacatataca.

El comandante Lafannechere decide atacar y lanza dos bombas de 15 kilos hacia los insurrectos, una cae cerca de su objetivo pero no estalla y la otra sí, pero lo hace lejos del blanco. En otra pasada ametrallan a los rebeldes que les disparan hacia arriba. Los aviones de Vicente Landaeta y Manuel Ríos solo observan. Ya tienen combustible únicamente para el retorno y deciden regresar a Maracay llegando a las 2:30 de la tarde. Al revisar el aparato número 1 de los franceses se notan dos impactos de bala en el ala derecha inferior y otra que penetró el fuselaje muy cerca del artillero, de hecho Marcel tenía una herida superficial en su mano derecha. Los informes de oriente daban cuenta de que el Gobierno retomaba el control.

El martes 13 de agosto salió un solitario Breguet pilotado por Antonio María Villegas y como observador artillero al francés Robert Guerin, quien era el instructor principal y a pesar de una gripe que lo aquejaba para el momento decidió no perderse la acción. Despegaron sin bombas, pero con abundante munición para las ametralladoras. Luego de Cumaná regresarían a Barcelona y estarían allí en alerta. En la ciudad sucrense como a la 1 p.m. quedaba un pequeño foco de resistencia cerca del antiguo fuerte español, con pasadas rasantes y varias ráfagas a tierra terminaron de ahuyentar a los revolucionarios.

Por primera vez en nuestro país se emplea el arma aérea con éxito, al escuadrón de Breguets se le daría el nombre Venezuela y lo alojarían en los mejores hangares metálicos de la época siendo usados por muchos años. Esta acción sería el último intento de derrocar a Gómez y ayudaría también a despejar las dudas sobre la aviación nacional.